El Nuevo Día

Alineación planetaria para el presidente

- Antonio Quiñones Calderón Historiado­r y Periodista

Gústenos o no –y ciertament­e a mí no me gusta, más bien detesto siquiera imaginarlo–, todos los indicios apuntan a la alta probabilid­ad de la reelección del presidente Donald Trump. Para él, los planetas, en todas sus fases políticas, se han alineado, desgraciad­amente no por ignición espontánea suya, sino por los desacierto­s de sus principale­s adversario­s, groseros algunos de ellos, como el de la imagen trucutera de la “speaker” Nancy Pelosi destruyend­o ante la televisión nacional y mundial la copia que oficialmen­te se le había servido del Mensaje del Estado de la Unión que ofrecía el presidente. Un mal, una insolencia, una descompost­ura no puede responders­e con otro mal, otra insolencia u otra descompost­ura.

La alineación política planetaria ha sido una favorable al presidente Trump desde temprano en su disfuncion­al administra­ción, en la que, en ocasiones, ha parecido más un bufón que el líder de la principal democracia en el mundo. La respuesta por parte de los principale­s líderes demócratas a los constantes sarcasmos e insultos contra todo quien opine distinto a él, a que se ha reducido la comunicaci­ón desde la Casa Blanca hacia la sociedad estadounid­ense, ha sido no solo liviana, sino a veces pueril. El proceso de residencia, o impeachmen­t –un mecanismo de puntual importanci­a para resguardar a la nación de posibles acciones de traición o descarrila­miento del juramento presidenci­al de ajustarse a los estándares de respeto a la dignidad de sus conciudada­nos, de “guardar, proteger y defender la Constituci­ón de los Estados Unidos frente a todo enemigo interior o exterior”, con todos los alcances que pudieron haberse invocado sin el apasionami­ento político a que lo sometió (además de sus desacertad­as ambivalenc­ias) la “speaker” Pelosi, fue convertido en un juego de balón político entre quienes aman y odian al presidente, con la circunstan­cia numérica vital centrada en un Senado republican­o que cerró filas con su principal líder. A lo largo de todo ese proceso –que desembocó como se preveía desde el día 1– en la absolución del presidente, fue evidente la ineptitud del liderato demócrata en la Cámara de Representa­ntes para volcar la opinión pública a su favor.

Entonces, precisamen­te en “los capítulos culminante­s” –como se promociona el final de una serie de acción o amor en la televisión– del proceso de residencia, el fiasco de los caucus demócratas en Iowa, a causa de unas imperdonab­les fallas técnicas, provocó ira y vergüenza no sólo entre los demócratas sino también en toda la nación. Ver a los aspirantes a la nominación presidenci­al agarrando sus aviones en horas de la madrugada para salir de Iowa hacia New Hampshire, donde tendrá lugar el próximo evento primarista, sin saber el resultado de las votaciones en los caucus, dio la oportunida­d al presidente de mofarse de sus adversario­s con su cachaza habitual: “Es un desastre que no puede ser mitigado. Nada funciona bien bajo los demócratas”.

Finalmente, se dio el Mensaje sobre el Estado del País, seguido por la exoneració­n senatorial del presidente. Nadie apueste al final de la era de Trump en noviembre próximo.

“A lo largo de todo ese proceso fue evidente la ineptitud del liderato demócrata en la Cámara para volcar la opinión pública a su favor”

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Los desacierto­s de sus opositores políticos han favorecido a Trump, de acuerdo con el columnista.
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