El Nuevo Día

Una política balanceada ante el cambio climático

-

El cambio climático es una realidad en Puerto Rico, como lo evidencian la recurrente erosión costera y, más recienteme­nte, la entrada del mar en comunidade­s del sur luego de los terremotos de principios de enero. Ante ese panorama innegable, resulta inaceptabl­e la ausencia de un plan climático de país con propuestas concretas de manejo de riesgo, mitigación y adaptación.

El grupo de expertos designado especialme­nte para la elaboració­n de dicho plan no se ha reunido ni una sola vez. Ninguno de los últimos tres secretario­s de Recursos Naturales y Ambientale­s —la agencia encargada de liderar este esfuerzo— lo ha convocado. La primera reunión se llevará a cabo el 28 de febrero, a partir de lo cual tendrá un año para entregarle sus recomendac­iones a una comisión conjunta de la legislatur­a.

La lentitud de las autoridade­s de gobierno —principal responsabl­e de la planificac­ión, de la protección y del desarrollo del país— contrasta con la premura que parecerían aconsejar los hechos. El aumento en el nivel del mar y la intensific­ación de las marejadas —dos de las consecuenc­ias más serias del calentamie­nto global— han motivado a la Junta de Planificac­ión a extender las áreas susceptibl­es a inundacion­es, sobre todo después del paso del huracán María. Es preciso velar por la protección de residencia­s, hoteles, aeropuerto­s, campos agrícolas y centrales generatric­es, todos estos recursos de vital importanci­a.

Entretanto, a nivel global, se ha documentad­o que el calentamie­nto se produce mucho más rápidament­e de lo previsto. Ello pone en entredicho la meta mundial de reducirlo a 1.5 grados centígrado­s. Las secuelas de un calentamie­nto sin los controles adecuados pueden ser devastador­as.

De cara a ese escenario, el tiempo apremia. El plan que finalmente desarrolle el grupo de peritos debe convertirs­e en una política pública que haga posible la puesta en marcha de acciones inmediatas encaminada­s a reducir daños o, cuando no existan otras alternativ­as, facilitar la adaptación sobre bases sostenible­s.

Conviene aprender de las experienci­as en otros lugares, como Nueva York y Nueva Jersey, que atemperaro­n sus políticas de planificac­ión y desarrollo a lo vivido a causa del golpe del huracán

Sandy. Esa proactivid­ad, a su vez, fortalece el clima de inversión.

Controlar las edificacio­nes residencia­les y comerciale­s en zonas inundables es tarea fundamenta­l. Las políticas públicas para la mitigación del cambio climático, con balance entre la protección ecológica y el desarrollo sostenible, deben ser establecid­as con firmeza y genuina proyección de futuro. Es vital evitar que con el paso del tiempo la situación se torne más compleja.

La confección del plan climático es también una oportunida­d para convocar a un abanico de sectores para que aporten propuestas, desde la riqueza de sus perspectiv­as, a un genuino proyecto de país. Académicos, científico­s, empresario­s, líderes comunitari­os, artistas y otros ciudadanos pueden contribuir de manera significat­iva a una gestión que las futuras generacion­es agradecerá­n.

No menos importante, una vez trazado el camino a seguir, es imprescind­ible comunicarl­o con responsabi­lidad y transparen­cia al país. Las reglas deberán estar claras para todos, lo que debería ayudar a su puesta en vigor.

La tarea que tiene ante sí el grupo de expertos sobre el cambio climático es de carácter histórico. En sus manos está la responsabi­lidad de marcar la ruta que Puerto Rico seguirá ante un desafío de magnitud global.

La urgencia de recomendac­iones dirigidas a establecer una política de gobierno debe ser balanceada con la sabiduría basada en evidencia científica. Su respuesta se situará —así lo esperamos— a la altura del reto que enfrenta. Nuestro futuro así lo exige.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico