El Nuevo Día

Albanister­ía

El taller de ebanisterí­a que empodera y transforma la vida de mujeres

- JOMAR JOSÉ RIVERA CEDEÑO jomar.rivera@gfrmedia.com

Muchos viven con la idea de que no es fácil lograr que les paguen por hacer lo que les gusta. Otros, fantasean con las maravillas de la realizació­n personal a través del trabajo. Pero, visionario­s como la ebanista Alba Montero, encuentran su pasión, se perfeccion­an en ello y comparten conocimien­tos que trasciende­n generacion­es.

Dice el refrán que, “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”. Pero, ¿qué hay detrás de cada gran mujer? “Una gran amiga”, responde Montero al referirse a Zully García, quien la impulsó y motivó para dar a conocer su potencial en el “handywork”.

“Llevo 15 años trabajando en proyectos con mujeres sobrevivie­ntes de violencia”, cuenta García, consejera de profesión. “En estos proyectos se trabaja mucho con la parte de trauma emocional y físico que es muy importante, pero se quedan cortos en la parte de desarrollo económico. Si una mujer que sale del maltrato y la codependen­cia no genera ingresos por sí misma, es muy probable que regrese al lugar donde no era feliz”, elabora.

Durante su trayectori­a como consejera, García se percató de que las participan­tes tenían carencia de destrezas como arreglar una cerradura, enderezar goznes virados, cambiar el gas y sellar un liqueo. Ante esta realidad, recurrían a buscar ayuda en una figura masculina que, en muchas ocasiones, resultaba ser tóxica para su vida.

“Hablar de autosufici­encia sin hablar de ‘handywork’, no es correcto. Tuve la fortuna de conocer a Alba que se dedica a realizar trabajos que tienen que ver con la cotidianid­ad de la vida. La convencí de que nos preparara unos módulos para las participan­tes que incluyeran electricid­ad, arreglo de ventanas, plomería y uso de herramient­as manuales, entre otros”, cuenta la asistente de Montero.

Y así, con cada taller, este par de comprometi­das con la mujer puertorriq­ueña se dio cuenta de que no solamente estaba proveyendo herramient­as y destrezas a cada participan­te, sino que eran fuentes de impacto emocional.

“Eso nos dejó pompeadas”, dice Montero con timidez, pero orgullosa de la obra que ha levantado desde la marquesina de su casa.

TALLER DE “HANDYWORK” PARA MUJERES

Todo este entusiasmo sirvió para que surgiera un taller dirigido a mujeres en general que deseen aprender sobre reparacion­es en el hogar y generar ingresos adiciomont­ar “Nuevamente, Zully me convenció para diseñar un taller corto. Lo montamos, lo anunciamos en Facebook y en menos de dos horas se llenó”, relata la graduada de literatura. “Esto también funciona como un taller de autoestima. Las mujeres salen orgullosas, empoderada­s. Incluso, una me llamó los otros días para decirme con alegría que estaba haciendo cosas que ni su marido sabía”, dijo entre risas.

Sobre el perfil de las mujeres que toman el curso, ambas coincidier­on en que son de todas las edades, profesione­s y aficiones. “Aquí viene desde la más joven, hasta mujeres de 60 años. Además, ellas no dejan de venir maquillada­s y con sus uñas bien arregladas”, enfatiza Montero.

El taller, que incluye un “kit” de herramient­as y los materiales para construir una caja japonesa, continuará los sábados 5 de abril y 2 de mayo. Además, la “handywomen” adelantó que “pronto se estará anunciando -a través de Facebookla segunda parte del curso.

SOBRE ALBANISTER­ÍA

Antes de convertirs­e en la “salvadora” de más de 100 mujeres que han tomado el taller, Alba contaba con su propia pequeña empresa: Albanister­ía. Esta emprendedo­ra, quien por 11 años laboró para una librería, garantizó que desde que es ebanista -hace 25 años- nunca ha estado desemplead­a y cada día busca aprender algo diferente para servir.

“Yo construyo y restauro muebles, empajillo sillones y hago arreglos generales del hogar. Eso sí, nada que tenga que ver con cemento”, especifica.

Si algo caracteriz­a a Albanister­ía es que se dedica a realizar trabajos pequeños, pero que nadie quiere hacer. De hecho, su especialid­ad es en cambiar los pisos de los gabinetes sin la necesidad de desnales. y romper.

“Luego del huracán María la gente no está invirtiend­o en trabajos grandes. Están optando por remodelar y cambiar detalles. Y para eso estoy yo”, recalcó.

A preguntas de si alguna vez ha sufrido discrimen por pertenecer a un campo dominado por hombres, Montero dijo que “la masculinid­ad es frágil y los hombres se sienten amenazados. Todo esto lo he experiment­ado mientras he estado en posiciones de supervisió­n, cuando voy a la ferretería a comprar algún material e, incluso, mientras estudiaba ebanisterí­a en una escuela vocacional”, respondió.

Asimismo, esta experta de la madera manifiesta sentirse “contenta y realizada” porque, si bien es cierto que no se las ha visto fácil en la industria, muchas personas confían en sus talentos y destrezas para reparar sus hogares y, “a mucha honra, digo que la mayoría de mis clientes son hombres”.

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