José Caraballo Cueto: ¿Epidemiología vs. economía?
Algunos hacen una falsa dicotomía entre las políticas epidemiológicas y las económicas para lidiar con la crisis del COVID-19. Un extremo alega que esto no es una crisis económica y, por tanto, las políticas deben dictarlas científicos/as naturales. Este extremo desconoce que el mundo está en la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1929 (vea Fondo Monetario Internacional), que el hambre aumentó y que la mitad del grupo trabajador está sin trabajar y con solicitudes atascadas en el ineficiente Departamento del Trabajo y Recursos Humanos, luego de cinco largas semanas.
Otro extremo alega que es hora de reabrir la economía ya que hay muy pocas infecciones y que la verdadera catástrofe vendrá una vez quiebren los pequeños y medianos negocios (PYMES), especialmente ahora que la mayoría no participó de los préstamos del Small Business Administration, gracias a que los bancos no le dieron prioridad. Las PYMES proveen el 80 por ciento del empleo privado en Puerto Rico. Este extremo olvida que no sabemos las infecciones reales, que una vida no tiene precio y que el luto del “otro” pudiese ser el luto propio.
Necesitamos más interdisciplinariedad: no se puede analizar la epidemia como si los recursos económicos fuesen infinitos y equitativos entre agentes ni se puede reabrir la economía sin pensar en el costo humano. De hecho, se ha desarrollado un artículo con una bio-matemática para medir el costo humano y económico de distintas políticas públicas. Comparto algunos de los artículos que leí.
Shen y Bar-Yam (2020) demuestran que esta pandemia se puede superar con un toque de queda de cinco semanas, haciendo pruebas masivas (incluyendo en las fronteras), rastreando los contactos y monitoreando a los infectados. Pasó la quinta semana en Puerto Rico y, de acuerdo con Espacios Abiertos, somos la jurisdicción de Estados Unidos que menos pruebas hace, aun ajustando por la población. No rastrean los contactos y en nuestra “frontera” (el aeropuerto) no hacen pruebas obligatorias. Por tanto, si seguimos esperando por que el gobierno implante esta alternativa, el toque de queda se extendería varios meses más, quebrando una gran cantidad de PYMES, disparando la crisis social y llevando a la insolvencia al mismo gobierno, el cual no tendría fondos para pagarles a los empleados públicos, algunos de los cuales están tranquilos porque cobran sin trabajar.
Uri Alon y colegas (2020) proponen alternar el toque de queda con una apertura de la economía con distanciamiento físico y sin aglomeraciones. En Puerto Rico se pueden alternar dos semanas de toque de queda con una semana de apertura económica controlada, seguida por dos semanas de toque de queda y así sucesivamente. Algo parecido implantó el gobierno cuando decidió permitir que las gomeras y ferreterías abriesen dos días a la semana, sin mayores daños reportados. La cantidad de semanas alternas pueden decidirse a base de la ocupación hospitalaria, la cual está baja actualmente y era uno de los propósitos del toque de queda.
Alon et al. (2020) difieren de muchos republicanos, los cuales proponen abrir la economía gradualmente, sin regresar al toque de queda. Esta gradualidad la examinan Eichenbaum et al. (2020) y encuentran que no trae beneficios económicos, si no se alcanza primero el pico de infectados.
Se seguirá necesitando, como llevo meses abogando, que se realicen pruebas masivas, rastreen contactos, movilicen a empleados públicos sin trabajo hacia el procesamiento de solicitudes de desempleo y del Programa de Asistencia Nutricional, y utilicen las reservas del pago de la deuda pública para ayudar a las personas y a las PYMES, y para comprar equipo de salud. Además, el gobierno debería tener un solo comité asesor con expertos en ambas realidades: la epidemiológica y la socioeconómica.
Esta crisis es muy compleja para falsas dicotomías.
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El gobierno debería tener un solo comité asesor con expertos en ambas realidades: la epidemiológica y la socioeconómica”