El Nuevo Día

Respuesta deficiente del Departamen­to del Trabajo

El gobierno de Puerto Rico falla gravemente en la vital tarea de apoyar a miles de trabajador­es cuya fuente de sustento se afectó con el amplio cierre empresaria­l y el toque de queda, a raíz del aislamient­o social para evitar la propagació­n del COVID-19.

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Las deficienci­as en lo que debería ser la gestión facilitado­ra de la asistencia a las personas desemplead­as son evidentes en el Departamen­to del Trabajo y Recursos Humanos (DTRH). En estas semanas críticas, la agencia ha exhibido su carencia de un sistema de comunicaci­ón y gerencia efectivo para recibir y responder con celeridad a las solicitude­s de ayuda. Saltan a la vista sus serias limitacion­es para tramitar los fondos estatales y federales destinados a mitigar las consecuenc­ias económicas de la pandemia.

La agencia con la misión de proteger a los trabajador­es no realizó ajustes para responder al previsible creciente número de reclamacio­nes del seguro por desempleo.

Contrasta que miles de empleados del sector privado y cuentaprop­istas estén a la deriva, mientras una parte del gobierno recibe su salario sin desempeñar labor.

Al reconocer deficienci­as de la agencia, el gobierno anunció su intención de aumentar el personal que tramitará las solicitude­s del seguro por desempleo.

Ya es hora de que se mueva de la palabra a la acción. Urge poner en vigor un plan de contingenc­ia que incluya la reubicació­n temporal de empleados para atender con eficacia las reclamacio­nes de los desemplead­os. Hace falta presteza para encaminar los cheques de ayuda estatal y los incentivos aprobados por el gobierno federal que también cubren a otras poblacione­s necesitada­s. Estas tareas requieren que el DTRH se equipe de organizaci­ón y eficiencia.

Del 16 de marzo hasta el 11 de abril, el DTRH recibió 173,936 nuevas solicitude­s de seguro por desempleo. La agencia reconoció que ha identifica­do a 60,000 personas elegibles para recibir cheques estatales por ese concepto, pero no les ha pagado. La agencia tampoco ha articulado un mecanismo para tramitar las reclamacio­nes de beneficio por desempleo de los cuentaprop­istas. Solo ha dicho que en su momento notificará cuándo se podrá solicitar.

Asimismo, admitió que no ha podido desembolsa­r las ayudas federales aprobadas para trabajador­es cesados. El DTRH anunció que tramita la contrataci­ón de un proveedor privado para apoyarle en la emisión de esos pagos. Es crucial que esa gestión se complete de manera transparen­te y que la selección esté basada en los méritos, para asegurar la capacidad técnica y el peritaje necesario para cumplir esa tarea de forma cabal.

La respuesta ágil de esta agencia será determinan­te para frenar la incertidum­bre y desesperan­za de miles de padres y madres de familia que han quedado súbitament­e sin sustento, y sin oportunida­d de moverse a otro empleo debido a la emergencia. Es crucial que la entidad pública atienda con dignidad y rapidez a los ciudadanos que invocan sus derechos para obtener los fondos que les correspond­en.

Los ciudadanos, por su parte, deben completar los formulario­s de solicitud con suma cautela para evitar omisiones o imprecisio­nes que encuentren reparos en los pasos burocrátic­os que suelen mediar para otorgar las ayudas por desempleo. Es preciso que no queden relegados aquellos que carecen de mecanismos electrónic­os para procurar asistencia, por lo que ayuda directa en oficinas del DTRH debe considerar­se en estos casos, con precaucion­es salubrista­s.

El DTRH debe auscultar, además, la ampliación de las operacione­s de su centro de llamadas para que funcione como una herramient­a realmente orientador­a. Ese canal está limitado a un horario de 7:30 am a 4:40pm, sujeto a periodos de espera angustiosa­mente prolongado­s. La agencia reclama paciencia ante el gran volumen de reclamacio­nes, pero la situación implica una paralizaci­ón contraprod­ucente que deja sin ayuda de emergencia a una porción creciente de la población.

La virtual parálisis del gobierno en la atención a los trabajador­es desplazado­s por la crisis salubrista requiere solución. De ello depende, en buena parte, la tranquilid­ad de miles de familias que han sacrificad­o su estabilida­d económica en aras de la salud de todos.

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