Preparando la reapertura de la economía
La gobernadora Wanda Vázquez se apresta a presentar un plan para la reapertura escalonada de la economía, producto de varias semanas de diálogo con representantes del sector privado. Es una buena noticia el que podamos contar con un programa racional y responsable de reactivación de los sectores productivos del país, evitando las aperturas impulsivas y peligrosas que se están viendo en algunos lugares de Estados Unidos.
Es un reto orquestar las competencias de los empresarios y la comunidad médica y científica para establecer salvaguardas que impidan una aceleración de la epidemia mientras van regresando más y más personas a sus labores habituales. Pero es un reto manejable, y ya se ven varias iniciativas que apuntan en esa dirección.
Hay dos indicadores parciales que aportan una visión cautelosamente optimista. Uno es que el sistema hospitalario no se ha visto abarrotado de casos del virus, según información obtenida directamente por la prensa. Este es un indicador de gran valor, y debería estar disponible y bien actualizado en los informes del Departamento de Salud (y quizás lo está, pero no lo divulgan).
Si el virus no ha hecho estragos en el sistema hospitalario, esa es la mejor evidencia de que las cinco semanas de aislamiento, iniciadas cuando apenas se identificaban los primeros casos, han producido el efecto deseado. Por supuesto, eso no significa que se puede bajar la guardia y descuidar la prevención y el distanciamiento social, pero sí que se puede ir transitando gradualmente a lo que será la nueva normalidad.
El otro indicador viene de una encuesta entre empresas de los sectores esenciales que se han mantenido en operación durante la cuarentena. La buena noticia de la encuesta es que la incidencia de contagio entre los trabajadores de estas actividades ha sido muy baja, lo cual parece indicar que los lugares de trabajo no han sido centros de contagio que pongan en peligro el control de la epidemia. Esta encuesta se debe instituir como una herramienta regular de seguimiento en el proceso de reapertura.
La función crítica de los grupos de trabajo reclutados por la gobernadora será definir los indicadores epidemiológicos que se utilizarán para decidir cuán rápido se puede ir activando la cadena productiva, y, sobre todo, los valores críticos que no se deben sobrepasar para que no haya un brote súbito de contagio acelerado. En paralelo, hay que definir los indicadores económicos que permitirán evaluar cómo se van recuperando la producción, el empleo y los ingresos.
Hemos visto que el sector privado está activamente evaluando estrategias para operar en la nueva normalidad, con las mejores garantías posibles para la salud de trabajadores y clientes. Un ejemplo reciente viene de los vendedores de automóviles, que consideran, entre otras opciones, las de realizar ventas en línea y entregar vehículos a domicilio (previamente desinfectados).
Como parte del plan, a cada empresa se le debe pedir un programa de prevención que se adhiera a lineamientos del grupo de trabajo epidemiológico y de las autoridades que regulan las condiciones de seguridad en el trabajo.
Desde que comenzó la cuarentena, hemos vivido en una economía que opera a la mitad o menos de su capacidad. Mientras tanto, la epidemia no parece haberse salido de control. Poner la otra mitad de la economía a funcionar nuevamente puede tomar semanas o meses y hay que hacerlo sin quebrar la delicada tregua que parece que podemos establecer con el virus. Esa es la tarea de todos, pero especialmente del gobierno y los grupos de trabajo que lo asesoran.
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Es una buena noticia que podamos contar con un programa racional y responsable de reactivación de los sectores productivos del país, evitando las aperturas impulsivas y peligrosas que se están viendo en algunos lugares de Estados Unidos”