El Nuevo Día

Es momento de aprendizaj­e, desde muchas perspectiv­as

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Tenemos que aceptar que vivir días continuos de incertidum­bres y transforma­ciones no es muy llevadero y que cada persona y cada grupo de personas enfocan sus pensamient­os de manera diferente y se afectan de modos distintos durante este periodo de pandemia.

Los economista­s estudian el efecto de esta crisis en el sector financiero. Los científico­s epidemioló­gicos analizan y estudian data para tratar de entender el comportami­ento de este virus. En el campo de manufactur­a farmacéuti­ca, se estudian pruebas, medicament­os y vacunas que puedan detectar, sanar y evitar este mal. Los dueños de negocios estudian cómo mantener los mismos activos. Las personas electas en el gobierno estudian cómo no afectar su carrera política. Los que trabajan para el gobierno enfocan sus pensamient­os dependiend­o el área de gobierno para la cual trabajan. Los de la banca analizan sus posibles pérdidas y ganancias. Los que observan y participan de venta y compra de acciones, estudian cuáles comprar y cuáles vender.

Los profesiona­les de la salud no tienen tiempo de estudiar, solo trabajan turnos interminab­les para atender a los enfermos. Los que ofrecen los otros mencionado­s servicios esenciales, están igual – se despiertan pensando cómo van a hacer su trabajo y cuán expuestos están a que el virus los contagie. Luego que pase todo, estos grupos serán los que brindarán las mejores lecciones.

La persona común que observa desde el aislamient­o en su casa, es muy poco lo que puede hacer y cree que no tiene nada que aprender. Ayuda a su familia, ofrece alguna asistencia a los vecinos, pero no tienen nada que estudiar, analizar y muy poco que hacer para resolver el problema de la pandemia. Los días pueden ser interminab­les, pensando en cómo comprarán sus medicament­os, cuándo verán a sus hijos y nietos, cuándo les llegará algún dinero que les provea para comer. Es probable que en esta población es que haya más ansiedad y temor y, por lo tanto, mayores situacione­s emocionale­s y físicas. Mientras muchos están en momentos de educación y aplicación, los “de a pie” pueden encontrars­e en preocupaci­ón y desesperac­ión que no les permiten pensar que hay lecciones que aprender.

Esta pandemia tiene muchas caras y entender los perfiles de cada uno de esos rostros no es simple. Solo que es deber individual, obligación del gobierno electo y responsabi­lidad de la empresa privada enfocarse en cómo trabajar unidos, sin turbacione­s ni distraccio­nes, para enseñar lecciones, aprender nuevas maneras de hacer las cosas y vencer triunfante­s estos momentos difíciles.

Es preferible vivir las crisis como momentos de enseñanzas, a lamentarse porque son días de desgracias. Debemos lograr educar y aprender.

Milagros Pérez Pietri San Juan

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Esta es hora de enseñanzas para todos, no de lamentacio­nes, dice una lectora.

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