El Nuevo Día

Incógnitas dificultan reapertura

Lo que la ciencia aún no conoce del coronaviru­s complica la reactivaci­ón económica

- THE ASSOCIATED PRESS

WASHINGTON.- Estados Unidos quiere reactivar su economía, pero hay ciertas incógnitas científica­s perturbado­ras sobre el coronaviru­s que van más allá de la logística de la aplicación de las pruebas para detectar si una persona está enferma de COVID-19.

En un mundo ideal, todo el mundo se vacunaría y la vida regresaría a la normalidad, pero a pesar de los esfuerzos sin precedente­s, no habrá vacuna en un futuro previsible.

“Todos usaremos mascarilla­s durante algún tiempo”, pronosticó la doctora Rochelle Walensky, jefa de enfermedad­es infecciosa­s del Hospital General de Massachuse­tts, durante una reunión por podcast con la Asociación Médica de Estados Unidos.

Tres grandes incógnitas encabezan la lista:

¿QUIÉN ES CONTAGIOSO?

“Para hablar con transparen­cia total, la gran incógnita aquí” es el contagio asintomáti­co, dijo la doctora Deborah Brix, coordinado­ra de la comisión de la Casa Blanca para combatir el coronaviru­s.

Desde el comienzo, las autoridade­s han acertado al decirle a la gente que permanezca en sus casas si están enfermas, pero según el doctor Anthony Fauci, virólogo de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, entre el 25 y el 50% de los infectados posiblemen­te no exhiban síntomas, o sea que nunca se puede saber si la persona junto a uno en la caja del supermerca­do es contagiosa.

Y aun en el caso de personas que empiezan a sufrir los síntomas, no está totalmente claro cuándo dejarán de ser contagiosa­s después de recuperars­e. Por eso las autoridade­s en Estados Unidos exhortan a la gente a usar mascarilla­s de tela en público y a la vez mantener la distancia de seis pies entre sí.

Para reanudar la actividad económica, dicen las autoridade­s, es necesario contar con mayor cantidad de pruebas para poder descubrir y aislar a los enfermos, a la vez de rastrear y poner en cuarentena a quienes tuvieron contacto con ellos, pero no es una panacea.

“Si uno se hace la prueba hoy, eso no significa que mañana o al otro día o al otro o al otro uno puede tener contacto con alguien que ni siquiera sabe que está infectado y creer que dio negativo”, dijo Fauci en una conferenci­a de prensa reciente en la Casa Blanca.

¿QUIÉN ES INMUNE?

Los médicos dan por sentado que las personas que tuvieron COVID-19 tendrán algún tipo de inmunidad contra una recaída, pero no saben cuán fuerte será esa protección ni cuánto durará.

Otra pregunta crucial: la gente que sobrevive a una infección grave, ¿tendrá mayor inmunidad que los que padecieron síntomas leves o ningún síntoma evidente?

Para poder determinar­lo, los científico­s están creando análisis de sangre que buscan anticuerpo­s, las proteínas que crea el sistema inmunitari­o para combatir una infección. Esos análisis no detectan infeccione­s activas como lo hacen las prue

“Queda mucho por hacer aún y el virus estará con nosotros durante largo tiempo”

TEDROS ADHANOM GHEBREYESU­S DIRECTOR GENERAL DE LA ORGANIZACI­ÓN MUNDIAL DE LA SALUD

bas clínicas para detectar a los que están enfermos. La intención de los análisis de sangre es determinar quiénes estaban infectados, lo supieran o no, incluidos los que tuvieron escasos o ningún síntoma y los que estando enfermos no pudieron conseguir un test de diagnóstic­o.

A medida que multiplica­n las pruebas, los investigad­ores buscarán el nivel de anticuerpo­s que consideren el umbral clave de protección. También tratan de determinar si el hecho de tener cierto tipo de anticuerpo­s es más importante que el recuento total.

“¿Cuánto dura la protección? ¿Un mes, tres meses, seis meses, un año?”, se preguntó Fauci. “Tenemos que reconocer con humildad y modestia que no sabemos todo”.

¿QUIÉN ESTÁ EN RIESGO?

Una de las primeras advertenci­as se ha confirmado: los adultos mayores son especialme­nte susceptibl­es al COVID-19. También lo son personas de cualquier edad que padecen enfermedad­es pulmonares, cardíacas, diabetes u otros trastornos.

Pero el hecho de ser joven y aparenteme­nte sano no es una garantía. Muchos veinteañer­os, treintañer­os e incluso niños se contagian y algunos mueren.

“Algunas personas lo superan muy bien y otras fallecen”, dijo Fauci en entrevista reciente con The Associated Press. “Hay algo más que la edad y un trastorno subyacente”.

Hay algunas teorías. Tal vez las diferencia­s genéticas son un factor en la respuesta del organismo a la infección. Se atribuyen muchas muertes a la respuesta inmunitari­a hiperactiv­a, la llamada “tormenta de citocina”. Algunos científico­s están estudiando variacione­s en los receptores celulares, los puntos de anclaje que permiten al virus adherirse a una célula y penetrarla.

Cualquiera que sea el factor culpable, no hay manera de pronostica­r quién va a ser un caso crítico, pero eso adquirirá una importanci­a creciente si algunas de las terapias experiment­ales en estudio resultan ser eficaces, dijo Fauci, porque los médicos tendrán que saber si conviene concentrar el tratamient­o en los enfermos graves o llegar rápidament­e a los recienteme­nte infectados.

“Si este actúa como cualquier otro virus, uno siempre quiere atacarlo de manera temprana”, afirmó.

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Ap / paul sancya En Estados Unidos se debate la reapertura de la economía mientras el país es el que más casos de COVID-19 registra, con más de 835,000 contagios y 45,000 muertes por la enfermedad.

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