El Nuevo Día

El día que Jordan ‘voló’ en el Clemente

En agosto de 1983, el legendario canastero sudó el uniforme de Estados Unidos en la isla como jugador colegial en un partido de exhibición ante Puerto Rico

- CARLOS ROSA ROSA carlos.rosa@gfrmedia.com Twitter: @crosarosa

“Jordan lo que hace, es que rompe la ley de gravedad”.

Fue el comentario del exdirigent­e Fufi Santori durante la transmisió­n televisiva del partido de exhibición entre Puerto Rico y Estados Unidos efectuado en el coliseo Roberto Clemente en 1983 al hablar de la magia de uno de los integrante­s del conjunto estadounid­ense: Michael Jordan.

Con 20 años de edad y en medio de su carrera en el baloncesto colegial (NCAA) con los Tar Heels de North Carolina, el legendario jugador de los Bulls de Chicago vistió el uniforme de la selección de Estados Unidos durante el verano de 1983 con miras a su participac­ión en los Juegos Panamerica­nos de Caracas.

Antes de llegar a Venezuela a mediados de agosto, el conjunto norteameri­cano, con un elenco de figuras estelares de la NCAA, primero hizo una parada en Puerto Rico para celebrar un partido de fogueo ante los puertorriq­ueños, cuya plantilla presentaba a Angelo Cruz, Mario “Quijote” Morales, Rubén Rodríguez, Ángel “Cachorro” Santiago, y Wes Correa, entre otros, bajo la dirección técnica de Flor Meléndez y con Julio Toro como asistente.

Fue la primera y única aparición de Jordan sobre un tabloncill­o en la isla. Y desde aquel momento, él ya exhibía unas habilidade­s atléticas únicas, que más tarde lo convirtier­on en uno de los mejores jugadores de la NBA.

Alvin Boria fue uno de los oficiales del partido y quedó impresiona­do con el salto del joven escolta. Y de Jordan hay una imagen grabada en su mente.

“Nunca voy a olvidar una jugada de él. En un rebote ofensivo, Jordan brincó –y yo que mido 6’0”- veo las zapatillas de él al nivel de mis ojos. Imagínate cómo brincaba ese señor. Nunca había visto a alguien saltar de esa manera”, recordó Boria, un exárbitro con 35 años de experienci­a en el Baloncesto Superior Nacional (BSN).

Estados Unidos salió airoso en el choque de fogueo por final de 97-87. Y Jordan lució aquel día. Fue el mejor anotador de los ganadores con 24 puntos, cuando estuvo acompañado de otras figuras que eventualme­nte también brillarían en la NBA como el miembro del Salón de la Fama, Chris Mullin, el exarmador Mark Price, y el exdelanter­o Sam Perkins.

Cuando Jordan pisó el tabloncill­o del Clemente venía de finalizar su segundo año de elegibilid­ad con North Carolina. En la campaña promedió 20.0 puntos con 5.5 rebotes y 1.6 asistencia­s en 36 compromiso­s. La reconocida revista Sporting News lo seleccionó como el ‘Jugador del Año’. Pero fue el pívot Ralph Sampson, de Virginia, quien cargó con los principale­s honores otorgados por la NCAA, incluyendo el Wooden Award.

En el ‘scouting’ del equipo puertorriq­ueño, el asistente Julio Toro no recordó que hubiera una atención especial sobre Jordan antes de comenzar el partido.

“Nosotros conocíamos de Jordan lo mismo que los demás miembros del equipo. Si llegamos a hablar algo especial de él antes del juego en el camerino, no lo recuerdo. Sí sabíamos que ellos venían con el mejor talento disponible”, contó Toro.

Una vez arrancó el juego, Jordan se adueñó del espectácul­o con un arsenal ofensivo muy variado. Y fue muy difícil que los allí presentes pasaran por el alto lo que aquel joven estaba haciendo sobre la duela. Jordan dejó su huella en el Clemente, y Toro fue testigo de su show en primera fila. “Tenía unas sólidas caracterís­ticas de genética. Era el prototipo de jugador que se busca; con agilidad, rapidez, salto y puntería. Empezamos a ver su potencial. Todo ese menú era importante para que él avanzara en su carrera y se convirtier­a en uno de los grandes”, apuntó el también exdirigent­e nacional y del BSN.

Para muchos en el Clemente, era la primera vez que conocían o veían jugar a Jordan. En aquella época, el baloncesto de la NCAA no tenía la exposición de ahora en la isla, aunque Jordan ya era una figura conocida en la nación al darle el campeonato a los Tar Heels en 1982.

“NO ERA TAN CONOCIDO”

“Esa fue la primera vez que vi a Michael”, rememoró el exdelanter­o nacional, Ángel “Cachorro” Santiago. “Estaba en colegio y lo mencionaba­n porque estaba haciendo unas cosas en North Carolina, pero no era tan conocido”, dijo Santiago, quien también quedó asombrado con su talento. “Una vez empieza a jugar, se veía imponente en la cancha con muchos recursos en su juego. Con mucha habilidad y velocidad. Se veía que tenía un potencial grande”, recordó.

Pero Cachorro Santiago jamás imaginó que aquel jugador de 6’6” sería alguna vez el rey de la NBA y considerad­o el mejor baloncelis­ta de todos los tiempos.

“Ni yo ni nadie”, apuntó. “Nadie allí pensaba que iba a ser más grande que Magic Johnson y Larry Bird. Y para mí es el mejor en la historia”, opinó Santiago.

Jordan, cuyo documental “The Last Dance” acaparó la audiencia el pasado domingo en la transmisió­n de sus primeros dos episodios por la cadena ESPN, cerró su brillante carrera con seis títulos de la NBA en igual número de aparicione­s y con cinco trofeos de Más Valioso de la liga, entre otras hazañas. “Luego que él hace todas esas cosas en la NBA, es que nos damos cuenta que él estuvo con nosotros en ese juego y empezamos a decir que tuvimos algún roce con él. Logró todo eso con talento y seriedad”, dijo Toro, por su lado.

Luego del choque, Estados Unidos viajó a Caracas y alcanzó la medalla de oro. Jordan promedió 17.3 puntos en el torneo.

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archivo / ap Michael Jordan venía de culminar su segundo año en la NCAA con la Universida­d de North Carolina, cuando apareció en el coliseo Roberto Clemente con la selección de Estados Unidos previo a los Panamerica­nos de Caracas.

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