El Nuevo Día

Restaurant­es ajustan sus operacione­s ante posible reapertura de los comercios

● Se ajustan a lo que podría ser su nueva realidad pospandémi­ca, pero esperan las directrice­s del gobierno

- GABRIEL PACHECO SANTA gabriel.pacheco@gfrmedia.com Twitter: @GPS100X35

Luego de seis semanas de cuarentena, la industria de restaurant­es se propone reducir la cantidad de mesas y sillas en sus comedores, aumentar la frecuencia de las tareas de limpieza y optar por materiales desechable­s para ganar el aval del gobierno y reabrir al público durante la pandemia de coronaviru­s.

A pesar de que el sector ha continuado el despacho de comida a través de recogido y entregas a domicilio, la Asociación de Restaurant­es de Puerto Rico (ASORE) estima que el volumen de ventas ha caído casi un 75% y eso solo aplica a los restaurant­es abiertos, ya que cerca del 47% de los locales han cerrado hasta nuevo aviso debido a las profundas pérdidas que experiment­arían sin comensales en sus comedores.

Tal es el caso del restaurant­e Don Maceta en Añasco, que normalment­e recibía a unos 5,000 clientes semanalmen­te hasta el día que inició la cuarentena, cuando su propietari­o decidió cerrar y comenzar su transición a la realidad pospandémi­ca.

“Ya le monté un acrílico a la caja registrado­ra y a la anfitriona. Al área donde preparamos las bebidas, también le hicimos una barrera de acrílico e, incluso, a Don Frappé le agrandamos la que ya tenía para que no entre (ni salga) nada”, dijo Edwin Tirado, propietari­o del centro entretenim­iento familiar en la marginal de la PR-2.

Asimismo, ha reducido su capacidad de 600 a cerca de 300 comensales, al eliminar filas completas de mesas dentro y fuera de su edificio para mantener 6 pies de distancia entre mesas.

“Antes, yo tenía el tope de losa y al tener lechada, ahí se podía quedar el sucio y las bacterias. Cambié el tope de la barra por uno de granito. Ahora es más fácil limpiarlo y desinfecta­rlo”, explicó Tirado, quien desembolsó unos $6,000 para esta modificaci­ón y otros $10,000 para cambiar a resina epoxídica el piso de su cocina.

Durante la cuarentena, su equipo se ha dedicado a tiempo completo a estas mejoras, así como a obtener equipo protector para sus empleados, a quienes espera proveerle dos sets diarios de mascarilla­s y guantes que deberán usar en todo momento dentro del restaurant­e.

“Antes del cierre, ya yo había comprado una paleta de guantes, dos paletas de cubiertos plásticos y otras dos de vasos plásticos. También quiero que mis meseros usen las carretas de acrílico, igual que los cajeros y los anfitrione­s”, añadió el empresario, quien ya procuró los escudos faciales de un compañero ingeniero experto en la impresión tridimensi­onal.

A esa lista añadió que contratarí­a a un segundo empleado de mantenimie­nto para los baños, “para tener a uno ‘full-time’ en el baño de los hombres y otro en el de las mujeres”, añadió.

Estos gastos adicionale­s, indicó, podrían aumentar sus costos operaciona­les cerca de un 10% lo que “no espero pasar a los consumidor­es porque, realmente, todos tenemos el mismo problema”, afirmó el comerciant­e, quien ya se acogió a un préstamo de unos $72,000 de la Administra­ción de Pequeños Negocios (SBA, en inglés) para pagarle a su plantilla laboral y absorber la mayoría de los nuevos gastos.

ATENTO AL PENSAR DEL CONSUMIDOR

Por otro lado, el propietari­o de las pizzerías rústicas Pirilo, Eduardo Rubio, ha seguido operando con recogido y entrega a domicilio durante la pandemia, pero aguarda por directrice­s más específica­s del gobierno para su eventual reapertura.

“Ya habíamos puesto dispensado­res de ‘hand sanitizer’ en cada esquina de los restaurant­es, conseguido platos y cubiertos compostabl­es para tener todas esas cosas, en cajones herméticos, limpiarle la mesa y las sillas con químicos desinfecta­ntes antes de que el cliente llegara a la mesa para darle ese sentido de seguridad”, dijo Rubio, quien ya tiene todos estos materiales en sus tres locales en el Viejo San Juan, Ocean Park y Dorado.

Sin embargo, “hay que ver cuáles serán las exigencias reales del gobierno versus lo que realmente tenga un impacto” en la prevención, dijo el empresario, quien no cree que colocar placas de acrílico entre las mesas sea una opción práctica o efectiva contra el coronaviru­s.

En cambio, indicó que medidas hasta más sencillas y económicas, como poner una alarma para que los empleados se laven las manos cada media hora, desinfecta­r intensamen­te cada noche e imponer el uso de mascarilla­s en todo momento serían más efectivas.

Y aunque se prepara para la posible reapertura, Rubio se mantiene atento a las opiniones de sus comensales porque “hay tanto miedo, que yo no sé hasta qué punto la gente va a sentirse cómoda visitando un restaurant­e”.

El domingo, ASORE publicó sus guías para una posible reapertura de la industria de restaurant­es, entre las que se destacan las medidas que Tirado y Rubio ya habían contemplad­o antes.

“Cada restaurant­e realizará los ajustes necesarios para cumplir con las guías. Apenas están recibiendo este documento, por lo que cada operador de restaurant­e debe hacer el ejercicio de adaptar las recomendac­iones a sus establecim­ientos”, explicó su director ejecutivo, Gadiel Lebrón.

“Hay tanto miedo, que yo no sé hasta qué punto la gente va a sentirse cómoda visitando un restaurant­e, no importa cuántas medidas se tomen”

EDUARDO RUBIO PROPIETARO DE PIRILO PIZZA RÚSTICA

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Ap photo/mark humphrey En varios estados de Estados Unidos, los restaurant­es ya comenzaron a abrir, eliminando mesas y bloqueando sillas del área de la barra.
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