Una reapertura gradual a favor de los puertorriqueños
Cumplidas seis semanas del distanciamiento social decretado por el gobierno para detener el avance del COVID-19 en Puerto Rico, nuestro país tiene ante sí la gran interrogante de cuál es la mejor forma de reactivar paulatinamente las relaciones sociales y económicas hoy detenidas. En esta misión, privilegiar la salud de los trabajadores y los ciudadanos es esencial.
Un paso importante en ese esfuerzo es el Plan para la Reapertura Escalonada de Puerto Rico ante la Pandemia del COVID-19, presentado por el grupo de especialistas salubristas que asesora al gobierno en torno a la respuesta al virus. El plan es una guía para el restablecimiento por etapas de buena parte de las actividades económicas y sociales detenidas desde el pasado 15 de marzo. Las recomendaciones surgen de un análisis de riesgo por sectores que toma en consideración las particularidades isleñas.
La apertura de forma organizada debe aplicar tanto al sector público como al privado. La inacción de agencias gubernamentales obstaculiza el arranque de actividades de distintos sectores privados, y resulta en un ataque adicional despiadado contra las finanzas de miles de familias.
La ruta para la recuperación trazada por el Task Force médico merece consideración seria. De adoptarse total o parcialmente, la puesta en vigor de las recomendaciones debe ser observada constantemente para ajustarlas a la luz de los resultados de las pruebas y otros indicadores del alza o descenso en el número de contagios y fallecimientos causados por la nueva cepa de coronavirus.
Todo plan de reapertura económica tiene que estar respaldado por una fuerte y transparente respuesta salubrista que deje atrás las serias deficiencias que han representado un escollo serio en la lucha contra el COVID-19 en la isla. Es imperioso aumentar la administración de pruebas, el rastreo de casos y el fortalecimiento del sistema de vigilancia epidemiológica.
Las etapas de reapertura sugeridas por el Task Force ubican la construcción y la manufactura en el primer renglón, con la aplicación simultánea de medidas preventivas y ajustes en las operaciones previas. Para esos sectores, así como para otros que podrían reincorporarse luego, serán cruciales las lecciones provenientes de componentes que se han mantenido activos durante el distanciamiento. El número significativo de contagios en la fuerza policiaca, uno de los cuales resultó en muerte, demuestran la alta importancia de proveer a los trabajadores los artículos de protección adecuada. Mientras, las medidas de seguridad e higiene, la entrada regulada de los clientes y el distanciamiento físico han dejado un saldo positivo, en general, en la industria de alimentos al detal.
Una segunda etapa del mencionado plan sugiere reactivar los campos de bienes raíces, finanzas, seguros y entretenimiento, evitando la alta congregación de personas. En la fase última se incluye la educación, cuya forma presencial implica grandes desafíos. Al mismo tiempo, no se ha podido potenciar la enseñanza a distancia con medidas que eviten el rezago de estudiantes de sectores empobrecidos que carecen de opciones de conexión a internet.
La reactivación gradual de áreas comerciales, la manufactura y otros sectores de la economía con medidas de seguridad apropiadas, y la reanudación de actividades sociales con iguales iniciativas cautelares, podrían aminorar el impacto negativo del encerramiento en la salud mental y el recrudecimiento de abusos intrafamiliares. Por otro lado, un desafío es el temor ciudadano al contagio con el virus, que en Puerto Rico había causado 84 muertes hasta el lunes.
No obstante, nuestro país tiene ante sí la misión de hallar alternativas para establecer “la nueva normalidad” que revierta la parálisis gubernamental y privada que ha disparado el desempleo y agudizado la pobreza extrema de miles de familias.
Las decisiones que se tomen tienen que infundir la confianza de que responden al mejor interés de Puerto Rico. La apertura saludable de la isla es responsabilidad primaria del gobierno, pero compartida con las autoridades salubristas, los sectores empresariales, los trabajadores, en fin, con cada uno de nosotros los ciudadanos.