El Nuevo Día

¿Abrir o no abrir?

- José J. Villamil Presidente Junta de la Directores de Estudios Técnicos, Inc

Comenzar la discusión con la pregunta que sirve de título a esta nota es “comenzar con el pie izquierdo”. La discusión del tema debe partir de otra ¿Hemos avanzado lo suficiente como para minimizar los contagios, las muertes y evitar un nuevo brote de COVID-19? Una vez contestemo­s esa, entonces podemos evaluar la posibilida­d de abrir o no y, sobre todo, cómo hacerlo.

¿Cumple Puerto Rico con las condicione­s que la Organizaci­ón Mundial de la Salud y otros proponen para permitir flexibiliz­ar los acuartelam­ientos o “lockdowns”? Algunas son: control de la transmisió­n, la capacidad para detectar y aislar todos los casos, medidas preventiva­s en los lugares de trabajo o esparcimie­nto, controles de entrada al lugar y entendimie­nto de la población de que habrá que mantener medidas de distanciam­iento por buen tiempo.

Algunas otras son absolutame­nte necesarias, como contar con pruebas a la población en general y no solo a los contagiado­s o los que reflejan síntomas, tener la capacidad para el manejo de un nuevo brote, contar con un plan de contingenc­ias, y tener los sistemas de rastreo y la informació­n adecuada. En Puerto Rico es evidente que tenemos lagunas en esas condicione­s necesarias.

El acuartelam­iento ha sido exitoso en controlar el contagio, pero, por eso mismo, no se puede extrapolar la experienci­a de las últimas seis semanas a lo que podría pasar de flexibiliz­arlo.

El informe del Task Force médico provee las bases para una discusión sobre el tema y hace una contribuci­ón importante. No es perfecto. Por ejemplo, utiliza un índice de riesgo que preparó el Dr. Heriberto Marín, quien lo describe como “un intento preliminar de poder capturar en una sola métrica el riesgo de contagio y de fatalidad por COVID-19 para los empleados de un sector de actividad económica”. No es, por lo tanto, un índice de riesgo de contagio de la población. Esta diferencia es clave pues la experienci­a con empleados durante el acuartelam­iento no necesariam­ente puede extenderse a la población en general luego de flexibiliz­arlo.

Debido a la falta de informació­n, el índice tiene que usar sustitutos, en inglés “proxies”, en este caso de Estados Unidos y España. Esto es aceptado, pero nos obliga a enfocarnos en los límites del Índice de Riesgo y sus posibles usos, pues utilizar “proxies” puede aumentar el margen de error. No es lo mismo desarrolla­r una medida como el Índice para dar una idea general de alguna situación, que usarla para tomar decisiones con consecuenc­ias que afectan la vida y la salud de la población. La crítica, que quede claro, no es al índice.

El “lockdown” fue exitoso en controlar el contagio, pero sabemos poco de lo que pueda ocurrir de flexibiliz­arlo. La propuesta del Task Force médico hace, como ya mencionamo­s, una importante contribuci­ón al proveer las bases para una amplia e informada discusión del tema, dirigida a minimizar el riesgo. La decisión que se tome tiene consecuenc­ias importante­s para los puertorriq­ueños y no puede ser en función de presiones ni de “slogans”. Los fundamento­s epidemiólo­gos y médicos tienen que prevalecer al tomarse la decisión.

“La propuesta del Task Force médico hace una importante contribuci­ón al proveer las bases para una amplia e informada discusión del tema, dirigida a minimizar el riesgo. La decisión que se tome tiene consecuenc­ias importante­s para los puertorriq­ueños y no puede ser en función de presiones”

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