Cuídame en la pandemia
Dos empleadas conversaban en el laboratorio. “Y me escribieron del cuido que tengo que llevar todas las cosas de mi nene rotuladas y en bolsitas plásticas. Ay Dios, yo no sé cómo va a ser eso”, lamentó.
Nadie sabe. Los cuidos de infantes y niños recibieron autorización de la gobernadora Wanda Vázquez para reabrir el 1 de julio. La presidenta de la Asociación Puertorriqueña de Centros de Cuidado y Desarrollo de Niños (ACCDN), Vilmarie Esquilín, mencionó que la mayoría prefiere abrir en agosto; todavía acondicionan los espacios con ajustadísimas finanzas tras interrumpir operaciones en marzo.
Si difícil lo tienen las escuelas, más desafiante resultará el retorno a los centros donde cuidan desde infantes hasta preescolares. Sus instintos de exploración superan las reglas. Esta es la edad en que los pequeños intercambian bobos, galletas a medio masticar y gatean hasta alcanzar el bloque de juguete con el souvenir de saliva que le dejó otro. Viven con las manos en la boca.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) preparó guías para reducir riesgos entre una población que, según las estadísticas, no sufre grandes efectos del COVID-19, pero son grandes transmisores del mismo. (Aunque algunas condiciones reportadas nos hacen dudar de su seguridad mientras lo portan). No pueden usar mascarillas, quedando expuestos ellos y sus cuidadoras. La ACCDN adoptó dichas guías y añadió otras para crear un protocolo criollo que compartieron con el gobierno y en redes sociales.
La restricción de libertades alterará el proceso de aprendizaje. Aprendemos cuando usamos nuestros cinco sentidos. Hablamos cuando vemos los gestos faciales al pronunciar la A o la O. La capacidad de decidir queda en jaque; cada niño tendrá su set de creyones. ¿Y si quiere el color que tiene su vecina? Compartir será visto con temor.
Los bebitos verán ojos y mascarillas, jugarán juntos, pero no revueltos, no podrán tocarse para estar saludables. Les tocó crecer en la era pandémica. Todo es tan distinto.
“Esta es la edad en que los pequeños intercambian bobos, galletas a medio masticar y gatean hasta alcanzar el bloque de juguete con el souvenir de saliva que le dejó otro. Viven con las manos en la boca”