El Nuevo Día

El “americano” dijo No a Estadidad Sí o No

- Carlos I. Gorrín Peralta

El Departamen­to de Justicia de los Estados Unidos contestó la petición de $2,500,000 para el plebiscito “Estadidad Sí o No” el día de las elecciones. El Congreso había aprobado esa cantidad para una “campaña educativa” si Justicia entendía que los materiales y la papeleta eran compatible­s con la Constituci­ón, las leyes federales y las políticas de los Estados Unidos. Ahora por diversas razones no aprueban el plebiscito.

1. La solicitud no proveyó suficiente tiempo para los múltiples pasos que contempla la ley para autorizar los fondos. La carta casi le imputa al gobierno de Puerto Rico ignorancia sobre la burocracia federal. O quizá quieren puntualiza­r que allá tienen muchos controles para el manejo de los fondos públicos, a diferencia de acá, donde se autorizan millones en cuestión de horas sin mecanismos de control. O quizá solo quieren disimular que no iban a autorizar los fondos de forma alguna.

2. Son curiosos los aspectos “sustantivo­s” de la carta. El primero se refiere al “nivel de generalida­d” sobre los materiales “educativos” que se proponían en un “bosquejo de tres páginas”. Como no se detalló el contenido de lo que se le diría a los votantes sobre la papeleta, no hay forma de saber si la campaña se ajustaría a la Constituci­ón, las leyes o las políticas de los Estados Unidos.

3. Con los materiales que sí analizaron concluyero­n que el plebiscito sería contrario a la política de “neutralida­d” de los Estados Unidos sobre las tres alternativ­as de estatus permisible­s: estadidad, continuada territoria­lidad e independen­cia (incluida la libre asociación). Dice la carta que siempre ha sido política federal que los puertorriq­ueños mismos sean los que determinen su estatus futuro. Esa aseveració­n es incorrecta, por no decir falsa. Desde 1898 la preferenci­a de todos los gobiernos federales ha sido la de territoria­lidad no incorporad­a. Nunca han permitido a Puerto Rico ejercer su libre determinac­ión para determinar su estatus político. Entre 1950 y 1952 dieron a escoger entre la territoria­lidad a pelo bajo la Ley Jones, o bajo la idéntica Ley de Relaciones Federales con el nombre engañosame­nte disimulado de Estado Libre Asociado. Utilizan la falsedad de su neutralida­d para no avalar el plebiscito propuesto por el PNP, porque daría la impresión de que el gobierno federal está endosando la estadidad para Puerto Rico, lo cual no es cierto.

4. La carta dice que este plebiscito se basa en que en el 2012 el pueblo rechazó el actual estatus territoria­l y abrazó la estadidad como el estatus preferido. Cuestionan los resultados de aquel plebiscito sin distinguir la primera pregunta —en que sí rechazamos la territoria­lidad— y la segunda, con la cual los estadistas elucubran el sofisma de una mayoría inexistent­e.

5. La carta repudia que se ha proclamado que un voto favorable a la estadidad iniciaría un proceso de admisión de Puerto Rico como estado. No se puede inducir al electorado a error. La admisión requeriría legislació­n congresion­al, no solo un voto afirmativo del electorado. Es engañoso indicar que este voto sería como el emitido en Alaska y en Hawái. Estas referencia­s “omiten una distinción importante… porque [en esos lugares] el voto estadidad Sí-o-No vino al final de un proceso de admitirlos a la Unión y fueron específica­mente dispuestos en sus leyes de admisión”. Los estadistas no entienden que el proceso es al revés. Primero el Congreso decide admitir y luego el pueblo lo aprueba por mayoría.

Esta es una carta aleccionad­ora. El plebiscito de 2020 no es para que Puerto Rico se convierta en estado. El primer objetivo es engañar al pueblo con el “pescaíto” de la estadidad, una supuesta igualdad y más dependenci­a económica. De paso, pretendía engañar al gobierno federal con una mayoría artificios­amente manipulada. No han podido engañar al “americano” Ahora solo falta que el pueblo acuda al plebiscito engañoso y masivament­e vote ¡No! a la estadidad.

Ya descartamo­s en el 2012 la territoria­lidad disfrazada de Estado Libre Asociado. Descartemo­s ahora el otro engaño: la estadidad. Esta carta es una invitación a dirigirnos hacia la plena soberanía en la independen­cia. Aceptemos la invitación.

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