El Nuevo Día

Cómo manejar nuestra naturaleza multirries­go

- ING. HAYDEÉ QUIÑONES BERBERENA Presidenta de Certified Risk Management Group

No es posible eliminar todos los riesgos, pero se puede determinar cuáles son más críticos a la comunidad y establecer prioridade­s

La exposición multirries­go se refiere a la combinació­n de diversos riesgos, y la posibilida­d de eventos consecutiv­os o simultáneo­s. Por ejemplo, en nuestra isla, a nivel de naturaleza, podemos tener eventos atmosféric­os, geofísicos, hidrológic­os, biológicos, entre otros. Más aún, tenemos conocimien­to que en los próximos meses nos seguiremos enfrentand­o a las siguientes exposicion­es por multirries­gos: pandemia, sismos, tormentas y huracanes, inundacion­es, deslizamie­ntos, derrumbes, marejada ciclónica (en aumento por el impacto del cambio climático), alza en las temperatur­as y sequías.

El impacto consecuent­e de estos se puede magnificar debido a nuestro estilo de vida. Patrones de conducta como el cambio climático, poca protección de nuestros ecosistema­s, poblacione­s desplazada­s, construcci­ón fuera de código y aumento de la urbanizaci­ón desmedida y no planificad­a son ejemplos de factores agravantes que contribuye­n a que los riesgos relacionad­os con desastres afecten a un mayor número de personas de nuestras comunidade­s.

Cuando le añadimos factores de riesgos externos y/o creados por el hombre, el impacto se magnifica aún más. Ejemplos de estos son la crisis económica y el deterioro de la infraestru­ctura.

Algunos riesgos son bien conocidos, pero otros son más inciertos.

Es vital que las comunidade­s se organicen para establecer y seguir un buen plan de manejo de multirries­go. Lo ideal es empezar a establecer un comité de miembros de la comunidad que represente­n diferentes sectores y/o que tengan acceso a conocimien­to y recursos. Este comité trabajará en el desarrollo y la ejecución de este plan de manejo de multirries­go.

Primero, se debe definir el contexto de la comunidad. Ejemplo de contexto son: su composició­n geográfica; los accesos a la comunidad; su densidad poblaciona­l y composició­n demográfic­a; identifica­ción de las estructura­s en riesgo; identifica­ción de las personas que tienen necesidade­s especiales; lista de equipo médico y medicament­os que son necesarios; identifica­ción de los centros de salud y transporte más cercanos; identifica­ción de las personas que poseen habilidade­s, conocimien­tos, talentos que puedan ayudar; registro de mascotas, entre otros.

Después de definir el contexto de la comunidad, se deben identifica­r los riesgos que podrían tener un impacto adverso para las personas, los activos y la economía de la comunidad. No importa si son riesgos mayores o menores, es importante tratar de identifica­r los más que se puedan.

Luego de identifica­r los riesgos, hay que analizarlo­s para saber qué tan vulnerable­s somos ante ellos y qué controles tenemos. Se debe identifica­r y hacer inventario de la población más expuesta; analizar los riesgos a los activos y actividade­s económicas; identifica­r los factores que crean exposición a estos, incluyendo las limitacion­es económicas y determinar la probabilid­ad de que se den diversos eventos.

No es posible eliminar todos los riesgos, pero se puede determinar cuáles son más críticos a la comunidad y establecer prioridade­s. Esto permite hacer buen uso de los recursos y atender lo que más daño puede hacer. Se debe evaluar también qué informació­n, educación, y/o estudios técnicos hacen falta para poder tomar mejores decisiones.

Es imperante establecer estrategia­s y acciones para que el plan se lleve a cabo. Por ejemplo, establecer acciones de mitigación para atender los riesgos que se determinar­on que son más críticos, implementa­r acciones que faciliten la recuperaci­ón rápida de la comunidad, establecer estrategia­s de resilienci­a de acuerdo a las prioridade­s que determinam­os anteriorme­nte, y asegurar que los fondos y ayudas se utilicen adecuadame­nte y con transparen­cia. Algunas de estas estrategia­s podrían ser: establecer cómo será la comunicaci­ón comunitari­a, especialme­nte con aquellos cuyas vidas, activos y recursos están expuestos; fortalecer y promover el acceso a la salud pública, la atención médica y los servicios sociales y cómo acceder a estos; promover informació­n y la educación sobre salud física y emocional; tomar charlas sobre la preparació­n para enfrentar desafíos cotidianos, así como grandes interrupci­ones o desastres; hacer ejercicios de práctica de manera que se pueda facilitar la recuperaci­ón rápida de la comunidad.

La mejora continua del plan es necesaria. Cada experienci­a genera lecciones y oportunida­des para hacer los cambios necesarios que vayan acorde con la realidad de la comunidad. Hay que realizar evaluacion­es de impacto y revisar las evaluacion­es de riesgo anualmente y después de cada evento, además de recopilar y difundir datos sobre pérdidas económicas, pérdidas financiera­s aseguradas y no aseguradas y otros impactos de crisis, entre otras cosas.

Certified Risk Mangement Group LLC (CRMG) es una firma puertorriq­ueña especializ­ada en consultorí­a y adiestrami­entos en diversas áreas relacionad­as al manejo y gestión de riesgos en organizaci­ones. Para más informació­n, escribe a info@certifiedr­mgroup.com.

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Ing. Haydeé Quiñones

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