EL NOBEL Y LA POESÍA

Nadie nunca sabrá decir con exactitud qué es la poesía, aunque habita en todas partes. Me gusta decir que es la forma de la belleza que, desde cualquier emoción, persigue el encuentro con alguien. Hay un verso de Louise Glück en su poema

Visitors from Abroad que captura una de las formas de ese encuentro: “Every time I say ‘I’, it refers to you”.

Louise Glück acaba de ganar el Premio Nobel de la Literatura. Es la decimosexta mujer en recibir el galardón en 119 años. Hoy decir Louise es decir nosotras.

El mundo posa los ojos en una mujer cuya obra poética se alza en los entramados de lo íntimo, las cadenas de las relaciones familiares y las tantísimas formas de la ruptura: la soledad, el divorcio y la muerte. En varias entrevistas la poeta ha revelado los contextos de su infancia y adolescencia, víctima del bullying y de una tensa relación con su madre. A través de su escritura la voz poética reflexiona sobre tales amenazas, pero no para confesar únicamente sino para continuar y renacer.

Para Louise la poesía es también un milagro para salvarse de las amenazas del mundo. Desde su obra ha conjurado un espacio para quienes venimos después, heredando amenazas y buscando, quizás en lugar de milagros, trincheras.

Pero en ese espacio faltan muchas otras voces; hay un vacío que antecede a Louise Glück. Quizás la Academia Sueca busca hoy repararlo. Louise lo sabe desde hace mucho. Tanto así que una de sus contribuciones más importantes ha sido su rol como mentora de escritores emergentes. En una entrevista con la poeta Dana Levin en 2009, dijo que ayudar a los escritores jóvenes era una manera de mantenerse viva.

La poesía es el milagro del encuentro. Para la Academia, es tal posibilidad la razón para conceder el Nobel a Louise Glück, “por su inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, convierte en universal la existencia individual”. Ojalá sea la poesía el espacio universal para la coincidencia de lo diverso y de todas las voces que, como Louise, escriben para