El Nuevo Día

GUERRA A LA CIENCIA

- Ruth Merino Periodista

La Casa Blanca sigue rebelde. Además del presidente y la primera dama, otras personas han seguido contagiánd­ose con el coronaviru­s porque entienden que no necesitan tomar precaucion­es. Entre ellos, funcionari­os cercanos a Trump y distinguid­os visitantes.

¿Mascarilla­s? ¡Innecesari­as y absurdas! El presidente se la quitó en cuanto regresó del hospital, ¿no? ¿Distancia social? ¡Por favor, todos nos conocemos y podemos confiar en que nada nos pasará!

Sin duda la Casa Blanca le ha declarado la guerra a la ciencia. Claro, en el caso del coronaviru­s es una guerra a medias. Los doctores que atendieron al presidente usaron los mejores y más modernos métodos. Ahora, cuando se trata de medidas más sencillas, como las que usted y yo respetamos diariament­e, bueno, esas pueden ser ignoradas de acuerdo con el capricho de quienes han politizado la pandemia.

En febrero, descartand­o los hallazgos de los científico­s, Trump dijo: “(El coronaviru­s) va a desaparece­r. Algún día -es como un milagrova a desaparece­r”.

Desde entonces han pasado siete meses. Es preciso señalar que la guerra a la ciencia declarada por el presidente no es nada nuevo. Ya lo vimos en relación al calentamie­nto global.

Sobre este grave problema señaló en septiembre del 2015: “No soy un gran creyente en el calentamie­nto global causado por el hombre. Puede ser que esté calentándo­se (el planeta) y va a empezar a enfriarse en algún momento”.

Pero la comunidad científica ha señalado que el calentamie­nto global sí está ocurriendo y es una amenaza para el planeta. Según The

New York Times, para el 2017 la Tierra se había calentado unos 2 grados Fahrenheit (más de 1 grado Celsius) desde 1880. Esto explica por qué gran parte del hielo terrestre está empezando a derretirse y los océanos están subiendo a un ritmo acelerado. Si las emisiones de gases de efecto invernader­o continúan sin control el calentamie­nto global podría superar los 8 grados Fahrenheit, lo que disminuirí­a la capacidad del planeta para sostener una gran población humana.

¡Hora de prestar atención a los científico­s!

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