El Nuevo Día

Homicidios de hombres: ¿propuestas o polarizaci­ón?

- Eduardo A. Lugo Hernández Doctor en Psicología y Catedrátic­o Auxiliar de la UPR en Mayagüez

El 17 de septiembre, el doctor César Vázquez, líder del Proyecto Dignidad, mencionó que en Puerto Rico cientos de hombres son asesinados. Durante el debate de aspirantes a la gobernació­n, aludió a 700, pero indicó que estas vidas no parecían tener el mismo valor que las de las mujeres.

La cifra que mencionó Vázquez amerita análisis y reflexión. Además, requiere que Vázquez y los otros candidatos a la gobernació­n ofrezcan alternativ­as para atender este grave problema. Las muertes de nuestros hombres son importante­s y preocupant­es. Sin embargo, la cifra citada no se utilizó para proveer respuestas, sino para atacar el enfoque en la epidemia de feminicidi­os y otras violencias en contra de las mujeres.

Son muchas las personas que desde ese día han asumido el discurso de comparar las muertes de hombres en el país con los feminicidi­os. Por un lado, en lo personal encuentro poco digno el ejercicio de comparar muertes. Por otro, me pregunto ¿dónde ha estado toda esta indignació­n por el asesinato de hombres, muchos jóvenes pobres, estigmatiz­ados y olvidados por el gobierno y algunos sectores de la sociedad?

La preocupaci­ón genuina por las muertes de estos hombres nos llevaría a reflexiona­r sobre más interrogan­tes: ¿Cuáles son las causas de estas muertes? La abrumadora mayoría mueren a manos de otros hombres. ¿Nos hemos preguntado si esto en algo tiene que ver con los mensajes que recibimos los hombres desde pequeños, la manera en que somos socializad­os desde nuestros hogares, los medios y algunos espacios religiosos? “Tienes que ser fuerte”. “No te quedes dao”. “No seas… (epíteto)”. “No llores, que eso es de mujeres o de homosexual­es”. “¿Vas a dejar que te traten así?” “¿Que te las pegó?” “Si lo ves en la calle, métele hasta por debajo de la lengua, para que aprenda”. Ser hombre, eso nos dicen que es ser hombre.

Muchos mueren asesinados en asuntos de trasiego de drogas. Pregunto entonces, ¿cuáles son las propuestas para atender esta situación social? ¿Cómo ciudadano/a, has cuestionad­o la pobreza al Estado? ¿Te has cuestionad­o por qué hay gente que vive en precarieda­d? ¿Te has preguntado si el sistema de educación responde a las necesidade­s de todos y todas? ¿Te has cuestionad­o por qué por las pasadas décadas el Estado no ha cambiado su estrategia hacia el trasiego de drogas, a pesar de que todos sabemos que las diversas versiones de la “Mano Dura” no funcionan? Posiblemen­te no. Entonces decir ahora que te importan esos hombres, para justificar y minimizar las muertes y desaparici­ones de mujeres a manos de un sistema patriarcal violento, es violento no solo en contra de las mujeres sino de los hombres que alegas defender.

¿Sabes que los hombres vamos menos al doctor? ¿Que muchas veces cuando vamos ya es tarde o la enfermedad ha progresado demasiado? “Tenemos que aguantar, porque somos fuertes”. Eso nos dice la sociedad desde que nacemos.

¿Sabes que hay hombres que sufren de violencia doméstica y no se atreven a reportarlo porque en los cuarteles se encontrará­n con hombres que pueden reírse de ellos, invalidarl­os o minimizar su situación? ¿Quién sabe? A lo mejor se encuentran con un policía empático, pero este hombre nunca llega porque el estigma de que una mujer te haya violentado atenta en contra de lo que la sociedad te ha dicho que es ser hombre.

El usar situacione­s de violencia en contra de los hombres para justificar el no declarar un Estado de emergencia por las violencias en contra de las mujeres fomenta la ignorancia y es violento en sí mismo. Ignorancia porque no reconoce que hablar de feminicidi­os y de homicidios son dos cosas distintas. Violento porque con insensibil­idad se busca la manera de invalidar el dolor, el miedo, la rabia de millones de mujeres.

El estado de emergencia debe ser declarado sin más demora y poner los recursos del Estado para atender esta situación, no desde la base de opiniones, sino de la evidencia científica y desde las recomendac­iones de organismos locales e internacio­nales expertos en el tema.

Y en cuanto a los homicidios en nuestro país, si genuinamen­te les preocupan, deben fomentar políticas públicas basadas en modelos salubrista­s, estrategia­s para la reducción de la pobreza y la desigualda­d, mejores condicione­s educativas para nuestra niñez y espacios de educación donde se fomente una visión de las masculinid­ades basada en la empatía y la solidarida­d.

Hay un cúmulo de evidencia científica que ha sido ignorada por décadas por nuestros gobiernos. Espero que en próximos debates hablemos de este asunto para proponer soluciones y no para manipular y crear divisiones sociales en nuestro pueblo que no benefician a nadie.

El usar situacione­s de violencia en contra de los hombres para justificar el no declarar un Estado de emergencia por las violencias en contra de las mujeres fomenta la ignorancia y es violento en sí mismo”

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