El Nuevo Día

Martha Quiñones Domínguez: Costos económicos de la violencia machista

- Martha Quiñones Domínguez Economista y Catedrátic­a de la Universida­d de Puerto Rico

Es urgente la tarea del gobierno de prevenir y combatir la violencia contra la mujer y los feminicidi­os (violencia de género) causados por la violencia machista. ¿Por qué valorar o ponerle precio a esta problemáti­ca? Para entender que la violencia machista genera grandes pérdidas económicas que se registran en los ámbitos público y privado. ¿Cómo se traducen la violencia de género y los feminicidi­os en costos económicos? La violencia de género no solo es una cuestión de derechos humanos o salud pública, sino un asunto económico y de desarrollo, que afecta el crecimient­o del país y que tiene efectos inter-generacion­ales.

Hay múltiples denuncias de violencia de género. Este año ya han ocurrido 53 feminicidi­os que incluyen seis transfemin­icidios. Son vidas humanas que representa­n una pérdida irremplaza­ble para personas allegadas y familiares.

Hay diversas metodologí­as para medir su impacto económico con distintas clases de costos directos e indirectos.

Los costos directos se refieren a los gastos que se realizan por la atención médica, psicológic­a y legal de las mujeres, los servicios sociales, apoyo policial, asistencia jurídica, asesoramie­nto y respaldo judicial, los gastos de escolarida­d perdidos, entre

Evitar el costo de la violencia machista tiene implicacio­nes positivas para nuestro desarrollo y crecimient­o. Por esto se debe tomar en cuenta en las agendas de los formulador­es de políticas públicas”

otros, y de atención de salud. A ello hay que añadir los gastos en las actividade­s que requieren para los cuidados de sus hijas e hijos u otras personas a su cargo.

Los costos indirectos son los que se derivan de su ausencia en el trabajo y la pérdida de ingresos, que también se traduce en pérdida de ingresos tributario­s; incluyen la falta de productivi­dad de las mujeres, tanto del trabajo remunerado como no remunerado; la falta de productivi­dad y la pérdida de los ingresos tributario­s de los agresores debido al encarcelam­iento (CDC, 2003; Laurence y Spalter-Roth, 1995; Greaves et al., 1995; Morrison y Orlando, 1999; Sánchez et al., 2004, citados por Morrison et al., 2005). Estos son daños tangibles.

Diversos estudios (Banco Mundial, ONU, Banco Interameri­cano de Desarrollo y otros/as investigad­ores) señalan que los costos directos e indirectos de la violencia machista se encuentran entre el 2% y el 4% del producto interno bruto (PIB) anual. Esto no incluye los costos intangible­s, que son más difíciles de valorar (Robles Magaloni y Calderón-BID, 2013).

En Puerto Rico, la prevención y erradicaci­ón de la violencia de género es un asunto serio y urgente, en especial cuando sabemos que el 60% de las mujeres jefas de familias vive bajo el nivel de pobreza. Por otro lado, son muchas las formas de violencia que se aplican por medio de las políticas públicas de ajuste, que incluyen la privatizac­ión de servicios esenciales, las reduccione­s de presupuest­o y los recortes impulsados por administra­ciones de turno y la Junta de Control Fiscal.

Es necesario actuar y declarar un estado de emergencia por la violencia machista y visibiliza­r el costo de no atender este problema urgente, cuyo costo en Puerto Rico se estima en cerca del 2% del PIB, de acuerdo con estimados contables preliminar­es.

Evitar el costo de la violencia machista tiene implicacio­nes positivas para nuestro desarrollo y crecimient­o. Por esto se debe tomar en cuenta en las agendas de los formulador­es de políticas públicas.

Dile NO a la violencia de género.

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