El desafío de ganar confianza en la vacuna contra el COVID-19
A días de que el gobierno federal decida sobre el antídoto de Pfizer para su uso de emergencia, las autoridades locales buscan disipar dudas en su meta de lograr la inmunización del 70% de la población
A pocos días de que el gobierno federal determine si avala lo que parece ser el antídoto que podría frenar la pandemia de COVID-19, asoma uno de los mayores retos entre las autoridades locales para asegurar que ese esfuerzo sea lo más abarcador posible: ganar la suficiente confianza del pueblo para que responda de forma masiva a la vacunación contra este virus.
Un detallado plan operacional ya ha trazado cuáles son las poblaciones que tendrán prioridad en esta iniciativa, que se anticipa podría comenzar en o antes del 15 de diciembre. Antes de esa fecha, la Administración federal de Drogas y Alimentos (FDA) deberá autorizar su uso de emergencia, y el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) tendrá que revisar los datos disponibles y decidir si la recomienda y quiénes deben recibirla inicialmente.
Empleados de hospitales, profesionales de la salud y personas mayores de 65 años que estén institucionalizadas tendrán la oportunidad de estar en la primera ronda de vacunados, seguidos de personal esencial, pacientes de enfermedades crónicas y mayores de 65 años fuera de asilos u otras instituciones.
Esto significaría la mitad del esfuerzo, que luego se abriría a la población general interesada en ser inoculada con este producto que se espera inicialmente sea el desarrollado por Pfizer/BioNTech y luego por el de la compañía Moderna, entre otros que salgan al mercado luego.
La meta, ha informado la doctora Iris Cardona, subsecretaria de Salud, es que siete de cada 10 personas en Puerto Rico reciban esta vacuna para lograr la suficiente inmunidad colectiva que logre cortar la transmisión y disminuir la acelerada cadena de propagación del virus. Esto significaría 2.2 millones de personas.
“Tenemos que esperar, pero quisiera que toda la población que necesite vacunarse se vacune”, comentó ayer la funcionaria.
Con la ayuda de la Guardia Nacional, el Departamento de Salud ha organizado una estructura operacional para facilitar la inmunización a personas interesadas. Hasta ayer, una docena de lugares, entre hospitales y centros de investigación, habían firmado acuerdos con el CDC para almacenar y redistribuir la vacuna. Mientras, 65 hospitales completaron el proceso para participar de esta vacunación y hacerla disponible a sus empleados, esfuerzo que luego seguirá en otras instalaciones de salud, como grupos médicos primarios.
Sin embargo, ya superado en parte el reto del almacenamiento de la vacuna de Pfizer, que requiere una cadena de frío extrema, con temperaturas entre 70 y 80 grados Celsius bajo cero, destaca otra posible dificultad, ciertas dudas y temores hacia esta vacuna, tanto entre miembros de la población en general como entre algunos profesionales de la salud.
“En general, hay mucho interés y entusiasmo, pero también hay algunos con ciertas preocupaciones. Por eso, hemos estado compartiendo literatura médica sobre la vacuna”, dijo el licenciado Domingo Cruz Vivaldi, principal oficial ejecutivo del Ashford Hospital, en San Juan.
Dentro de los esfuerzos para orientar y asegurar que más empleados se vacunen, Cruz Vivaldi aseguró que los líderes de las distintas facultades médicas serán los primeros en vacunarse para dar el ejemplo a través del modelaje.
“Es normal (que surjan preocupaciones), y no es con esta vacuna. Hay personas que piensan así con las vacunas en general. Hay sectores poblacionales que tienen reservas (hacia la vacuna), más el que tuvo COVID y tiene anticuerpos”, dijo.
Tanto la vacuna de Pfizer/BioNTech como la de Moderna son pioneras, pues fueron producidas con una tecnología que el gobierno federal hasta ahora no ha aprobado en ningún otro producto de este tipo para uso humano. Mediante la ingeniería genética, esta nueva técnica busca que las células de la persona vacunada produzcan una parte del virus para enseñarle al sistema inmune a protegerse de él. Su propósito es que el propio cuerpo produzca la proteína del virus.
Estas dos vacunas, que usan la tecnología de ácidos ribonucleicos (ARN) mensajeros, han demostrado en estudios clínicos tener una eficacia de aproximadamente 95%, según ambas han documentado. Ayer, la FDA ofreció sus primeras declaraciones al respecto, validando análisis que aseguran la eficacia de la vacuna de Pfizer/BioNTech.
“Todos los infectólogos y neumólogos que conozco se la van a poner. Los subespecialistas médicos que bregamos con esto todos los días están a favor (de vacunarse), hasta los que les ha dado COVID. Allá los médicos de gradas y los políticos que no ven esto ”, dijo el infectólogo Miguel Colón.
Comentó que los infectados en los últimos tres meses no corren prisa en vacunarse, aunque deben hacerlo eventualmente, ya que se ha demostrado que el contagio no produce suficientes anticuerpos y la persona puede reinfectarse.
“Esto no es una vacuna de virus vivo. Es una proteína de la corteza del virus que no cambia el código genético de la persona”, explicó, al pedirle a la población que evalúe los beneficios que da la vacuna de protegerlos contra el virus, versus el riesgo de infectarse y morir o de sufrir las secuelas de esta enfermedad por largo tiempo.
De acuerdo con Colón, la incertidumbre hacia esta vacuna aflora más entre profesionales de la salud que no han atendido estos casos o personas que piensan que, de contagiarse, solo les dará “un triste catarrito”, cuando este virus puede ser mortal, como ya ha demostrado, incluso entre médicos, enfermeras y otros salubristas que han fallecido tras infectarse.
“Al principio, yo mismo estaba reacio por el ‘fast track’ de la vacuna, y decía que iba a dejar que miles de personas se vacunaran antes. Ahora, prefiero bregar con los efectos secundarios a que me dé COVID. Para que tengamos una Navidad el año que viene sin mascarillas, necesitamos que se vacune el 70% de la población”, enfatizó.
Agregó que estudios sobre la vacuna han encontrado que algunas personas tienen efectos secundarios como dolor muscular, fiebre y malestar general bastante fuerte, aunque resaltó que estos casos son los que más producen inmunidad al virus.
NO SERÍA OBLIGATORIA
Según la doctora Cardona, el secretario de Salud tiene la potestad por ley de decretar que una vacuna sea obligatoria cuando hay una epidemia. Sin embargo, advirtió que no vislumbra que este sea el caso con esta vacuna.
“No veo, en el futuro inmediato, que sea
obligatoria. Espero que la gente entienda las ventajas de un instrumento de prevención que interrumpe la propagación de infección (del virus) y ayuda a erradicar la enfermedad”, manifestó la infectóloga.
Agregó que el clamor que ha sentido entre distintos grupos profesionales y alcaldes que han llamado al Departamento de Salud preguntando por la vacuna es a favor de este producto. Resaltó que ya se han hecho presentaciones a grupos médicos, profesionales y agencias de gobierno sobre el virus y la vacuna, incluyendo el manejo de su sistema de vigilancia. Anticipó que, tan pronto la FDA autorice el uso de emergencia, arrancará una campaña publicitaria al respecto. Recordó que la expectativa es que este mes lleguen unas 300,000 vacunas y que sigan llegando cargamentos semanales de este producto que requiere dos dosis inyectables.
Agregó, además, que mientras más vacunas contra este virus sean aprobadas, más disponibilidad y accesibilidad habrá. Por su parte, el doctor José Rodríguez
Orengo, director del Fideicomiso de Salud Pública, reiteró que, por el momento, como cualquier otra vacuna, la receptividad de este nuevo producto dependerá del libre albedrío de cada persona, si quieren vacunarse o no.
Entre los beneficios de las vacunas, el bioquímico comentó que han ayudado a que la expectativa de vida del ser humano sea mayor que antes. Actualmente, dijo, es de 83 años entre las mujeres y 79 entre los hombres, cuando antes muchos no llegaban a los 40.
“Por el impacto de salud pública que tiene esta pandemia en Puerto Rico, es necesario que la mayoría se vacune”, manifestó.
Anticipó, sin embargo, que mientras más personas sean vacunadas surgirán otros efectos adversos fuera de los hasta ahora documentados, aunque resaltó que estos efectos suelen ser mínimos o en pocas personas.
“Hemos hecho sondeos, y la mitad dicen que se van a vacunar, pero un 18% a 25% todavía lo está pensando”, indicó, al recurrir a la responsabilidad social de la población para que la mayoría se vacune de modo que el pueblo pueda regresar a una vida normal, como la de antes de la pandemia.
Rodríguez Orengo recordó que el país continúa bajo el nivel de riesgo sustancial o naranja de COVID-19, con unas 600 a 700 infecciones diarias y un nivel de positividad del virus de más de 10%.
Por su parte, el doctor Daniel Colón Ramos, quien copreside el Comité Científico contra COVID-19 en Puerto Rico que nombró recientemente el gobernador electo Pedro Pierluisi, reconoció ayer en sus redes sociales las dudas que hay entre algunas personas sobre esta vacuna.
El científico aseguró que las vacunas en general son seguras y pasan por un estricto proceso de validación antes de ser aprobadas y salir al mercado. Agregó que, como en otros tratamientos médicos, siempre hay riesgo de efectos secundarios. Advirtió, sin embargo, que los que han sido documentados hasta ahora con la vacuna de Pfizer incluyen fatiga (3.8% de personas) y dolor de cabeza (2%).
“En resumidas cuentas, como quiera que se quiera ver, aunque todo en la vida es un riesgo, los estudios hechos sobre las vacunas hasta hoy muestran que los efectos secundarios son los mínimos, mientras que los beneficios son muy altos. La vacuna es muy efectiva”, concluyó Colón Ramos.
Según datos de Salud, ayer habían 618 personas hospitalizadas por COVID-19 en Puerto Rico, incluyendo 104 en unidades de cuidado intensivo y 108 conectados a ventiladores mecánicos. La mayor parte de los pacientes están admitidos en hospitales de la región metropolitana (187).
“No veo, en el futuro inmediato, que sea obligatoria. Espero que la gente entienda las ventajas de un instrumento de prevención que interrumpe la propagación de infección (del virus) y ayuda a erradicar la enfermedad”
IRIS CARDONA
SUBSECRETARIA DE SALUD