Un “thriller” esotérico sobre el fin del mundo
George Clooney dirige, produce y protagoniza “The Midnight Sky” con un ritmo narrativo que promete retar a la audiencia
Usualmente, cuando un crítico de cine dice que un filme requiere paciencia, es interpretado como una forma elegante de decir que la película es aburridísima.
“The Midnight Sky”, el nuevo largometraje dirigido por George Clooney que estrenó el jueves en las salas de Fine Arts, definitivamente no es aburrido, pero sin lugar a dudas requiere paciencia.
Durante los primeros dos actos de esta adaptación de la novela “Good Morning Midnight” (Lily Brooks Dalton, 2016), hay un abismo bastante grande entre las dos situaciones paralelas que mueven la trama hacia adelante.
En muchas ocasiones, los brincos entre las dos historias se sienten como si Clooney tuviera la esperanza de mezclar exitosamente agua con aceite. Esto le da una fluidez dramática al filme que es exacerbada por un tono que brinca entre la melancolía y la esperanza. De la misma forma, esta producción de Netflix, que estrena el 23 de diciembre en su plataforma digital, tiene la estética de un “thriller” de ciencia ficción y el ritmo de una meditación esotérica. La clave es que este coctel cinematográfico disparejo nunca deja de ser interesante.
“Midnight Sky” lleva al espectador a un futuro no muy lejano donde los humanos devastaron la Tierra por completo resulen una evacuación obligatoria del planeta. Clooney interpreta a un científico con una enfermedad terminal que opta por quedarse en sus facilidades en Antártica. Esperando por el fin del mundo, el protagonista descubre que no está solo y que puede comunicarse con una tripulación de astronautas que están de regreso de una misión a Júpiter y no saben nada de lo que ha pasado en su planeta natal.
El filme alterna entre los riesgos que tiene que tomar Clooney para sostener esa comunicación con los astronautas, interpretados por Felicity Jones, David
Oyelowo, Demián Bichir, Kyle Chandler y Tiffany Boone, y los obstáculos que estos enfrentan en su viaje de regreso. De la forma en que Clooney ha construido el filme, no se puede dar los detalles de cómo exactamente engranan los elementos disparejos del filme sin arruinar una sorpresa que ha sido diseñada para lanzar al espectador a una catarsis emocional. Lo que sí se puede decir es que la forma en que Clooney nos lleva de la mano a ese momento es infinitamente gratificante y valida el tono experimental del filme.