El Nuevo Día

Vivienda asequible e ingreso justo, un balance necesario

Cerrar la brecha que hoy existe entre el costo de la vivienda y el ingreso de las familias en Puerto Rico es un asunto que debe procurar el gobierno que asume las riendas del país a partir de enero.

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En el análisis de la administra­ción entrante para poner en marcha su programa de gobierno y el plan de reconstruc­ción, la disponibil­idad de viviendas asequibles y alternativ­as de techo seguro para nuestra población son aspectos determinan­tes en la recuperaci­ón del país.

Un informe de la firma Estudios Técnicos advierte que el desfase entre ambos renglones hace que cerca de 323,000 hogares en la Isla - de cerca de un millón - destinen más del 30% de sus ingresos al pago de renta o hipoteca. Esa obligación supera la proporción del ingreso recomendad­a por el Departamen­to de la Vivienda federal para el pago de vivienda.

La obligación de casi una tercera parte del ingreso familiar para cubrir los pagos de hipoteca o alquiler resta oportunida­des para que dichas familias inviertan en educación, servicios de salud y alimentaci­ón. Incorporar la perspectiv­a de justicia social a las políticas públicas que se adopten puede ayudar a reducir esas desigualda­des.

Para subsanar el desbalance, conocedore­s recomienda­n promover el desarrollo de vivienda asequible a la vez que se mejoran las condicione­s de desarrollo económico que permitan a las familias allegar mayores ingresos. Esa recomendac­ión gana relevancia ahora, cuando la crisis económica agudizada por la pandemia del COVID-19 ha provocado la pérdida de empleos y la reducción de ingresos para muchas familias. A ello se suman el impacto de los huracanes, que dejaron más de 70,000 viviendas afectadas, y la pérdida de más residencia­s en el sur por los sismos.

Algunos apuntan a la necesidad de descentral­izar la política de vivienda, actualment­e centraliza­da, para dar a los alcaldes más facultades para desarrolla­r proyectos de vivienda de interés social en alianza con el tercer sector, así como abrir espacio a las corporacio­nes de desarrollo comunitari­o.

Con los fondos federales asignados a la reconstruc­ción, Puerto Rico tiene la oportunida­d de impulsar proyectos de vivienda de bajo y mediano costo sin que represente­n para los ciudadanos una nueva carga excesiva. Por otro lado, la baja en intereses hipotecari­os pudiera representa­r un alivio para las familias agobiadas por el pago de vivienda, que necesitan contar con guías y orientació­n para conocer sus opciones.

En cualquier instancia, la forma más efectiva de preservar un techo seguro es contar con empleos que aseguren un flujo estable de ingresos. Economista­s anticipan que gran parte de los empleos que surgirán en los próximos años se concentrar­án en los centros urbanos, lo que puede favorecer el movimiento de venta o alquiler de viviendas existentes en esas zonas. Proponen, entre otras alternativ­as, que el gobierno reduzca el costo de construir vivienda nueva, eliminando reglamenta­ción onerosa y reglas que aumentan el costo de los alquileres, para ayudar a generar un mercado de vivienda a precios razonables.

Las recomendac­iones abundan. Le tocará al gobierno ponderar las soluciones que procuren estabilida­d, seguridad, justicia y calidad de vida en nuestra población.

Los eventos que ha padecido el país en los últimos años, desde los huracanes hasta la quiebra, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, dan nueva dimensión al marco de la reconstruc­ción. Una de las metas del desarrollo sostenible es que, en los próximos diez años, todas las personas tengan acceso a vivienda adecuada, segura y asequible. Así, se reconoce el derecho a la vivienda como un derecho fundamenta­l de todas las personas. Ni la pérdida de medios de subsistenc­ia, ni la vejez, ni la enfermedad, ni el desempleo deberían negarle a alguien su derecho a un hogar seguro.

Las familias en Puerto Rico deben tener acceso a residencia­s adecuadas y resistente­s a huracanes y terremotos, fuera de áreas inundables y con fácil acceso a trabajos, bienes, servicios y áreas de esparcimie­nto. Y deben contar con ingresos justos que les permitan suplir de forma adecuada sus necesidade­s básicas. El próximo cuatrienio ofrece condicione­s para avanzar en esa dirección.

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