La medición del éxito de la educación a distancia
Las emergencias que hemos estado viviendo los puertorriqueños desde el 2017 han servido de impulso definitivo para la educación a distancia en su modalidad en línea. Y debemos de aprovechar esta oportunidad para seguir desarrollándola a todos los niveles.
La educación a distancia no es algo nuevo. Por ejemplo, en el pasado muchos profesionales se formaron a través de cursos por correspondencia. Hoy día la educación a distancia se lleva a cabo principalmente a través de cursos totalmente en línea, donde el material del curso, las clases, las asignaciones y los exámenes ya están pautados y se ofrecen a través de una plataforma en internet. Estos cursos son creados por los profesores siguiendo un prontuario y luego son certificados por sus pares. Además, los programas totalmente en línea son aprobados por las agencias del estado que regulan la educación. Por lo tanto, la calidad de los cursos en línea se salvaguarda pasando por varios filtros antes de llegar al estudiante.
Otra modalidad de la educación a distancia son los cursos virtuales. Esta modalidad es la más parecida a los cursos presenciales que todos conocemos. En esta los estudiantes se reúnen dos veces a la semana y el profesor imparte su curso durante un horario establecido. Los estudiantes se conectan, prenden sus cámaras, toman sus notas, hacen preguntas, realizan presentaciones y toman sus exámenes.
El tomar curso en línea requiere una disciplina igual o mayor a la que se requiere cuando se toman cursos presenciales. Además, requiere tener una buena computadora con cámara integrada (y hasta otro dispositivo que sirva de reemplazo en caso de confrontar algún problema) y buena conexión al internet. El estudiante tiene que realizar sus lecturas a tiempo para la clase y cumplir con un calendario para no dejar pasar asignaciones o exámenes. También las plataformas que se utilizan para ofrecer estos cursos cuentan con herramientas para velar por la honestidad académica para evitar el plagio o el “copiarse” y se corrobora la identidad del estudiante. El sistema además detecta cuántas horas le dedica el estudiante al curso o si se salió del salón virtual a mitad de clase. Del profesor requiere que esté certificado para ofrecer cursos en dicha modalidad y que domine el uso de las computadoras y sus programas.
El estudiante también debe conocer la plataforma donde se ofrecen los cursos. Para eso deben tomar al menos un taller que los capacite. Asimismo, es necesario que el estudiante conozca los motores de búsqueda de información en línea para que pueda realizar sus tareas. Las bibliotecas universitarias cuentan con acceso en línea a múltiples bases de datos donde el estudiante encontrará artículos de revistas académicas y profesionales y hasta libros digitales o digitalizados (los más viejos) que son fuente de información para sus tareas.
Como ven, el éxito de la educación a distancia no se puede medir por el número de “dispositivos electrónicos” entregados a los estudiantes. La verdadera educación a distancia requiere de todo un andamiaje, esfuerzo institucional y compromiso de la facultad y los estudiantes para que el mismo sea exitoso. De esa manera se podrá medir verdaderamente el aprendizaje, que es lo importante.
El aprendizaje a distancia debe ser uno de los pilares de la recuperación económica de Puerto Rico. Nuestro país cuenta con un claustro de calidad mundial y a través del aprendizaje a distancia podemos llevar ese conocimiento más allá de nuestras costas. A su vez las universidades generarían unos ingresos con los que hoy día no cuentan. La crisis económica y la baja consistente en la tasa de natalidad nos llevará a eso.