El Nuevo Día

Vacunación

- Mildred Rivera Marrero GERONTÓLOG­A

Algunas guías de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es (CDC) relacionad­as con la vacuna contra el COVID-19 parten de la premisa de que no hay dosis suficiente­s para todos, como ocurre actualment­e. Una de esas guías identifica los grupos que se inmunizará­n primero, comenzando por los profesiona­les de la salud, y otra explica los principios éticos considerad­os para decidir a quién inmunizar. Esos principios incluyen maximizar los beneficios y minimizar los daños, lo cual se refiere al uso de los datos disponible­s para promover la salud pública y disminuir la enfermedad severa y la muerte lo más posible. El segundo es la disminució­n de las inequidade­s en salud, procurando que todo el mundo tenga la misma oportunida­d de estar tan saludable como sea posible. El tercer principio ético promulgado por los CDC como base de sus determinac­iones sobre la vacuna contra el coronaviru­s es promover la justicia, que se refiere a la responsabi­lidad de tratar a las poblacione­s y comunidade­s afectadas de forma justa, eliminando cualquier barrera que exista para que se puedan vacunar contra esa enfermedad. El cuarto principio es la transparen­cia, con el cual señala un proceso de decisión que sea claro, comprensib­le y sujeto a revisiones. Que se permita y se promueva la participac­ión del público en la creación y revisión de las determinac­iones. En medio del inicio de la inmunizaci­ón en Puerto Rico, los cuestionam­ientos sobre el orden de los grupos y la informació­n de que se vacunaron algunas personas a quienes no les tocaba, ahora es importante repasar los objetivos éticos que se establecie­ron para el proceso.

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