El Nuevo Día

Admiten caótica jornada

La Guardia Nacional hará ajustes de inmediato

- DAVID CORDERO MERCADO david.cordero@gfrmedia.com Twitter: @David_cmercado

Una convocator­ia abierta a los profesiona­les de la salud que no trabajan en hospitales y una logística que no estaba diseñada para atender una llegada masiva de vehículos desencaden­ó ayer una caótica experienci­a para cientos de salubrista­s que acudieron al primer centro regional de vacunación, en el coliseíto Pedrín Zorrilla, en San Juan, con la esperanza de recibir la vacuna contra el COVID-19.

La fila de vehículos que intentaba acceder a los predios se extendía hacia el expreso Las Américas (PR-18), la avenida Domenech y la PR-17, sin certeza de que todos pudieran entrar, y sin tener claro si debían retirarse o esperar. La respuesta llegó cerca del mediodía, cuando la Guardia Nacional de Puerto Rico, organizado­ra de la actividad, determinó cerrar los portones de entrada a los predios.

“No todos los procesos de emergencia van a tener una operación perfecta, hay áreas para mejorar, así que el proceso de tráfico de vehículos tenemos que mejorarlo para asegurarno­s de que no provoquemo­s esta fila”, reconoció el ayudante general de la Guardia Nacional, José Reyes, en entrevista con El Nuevo Día.

Efectivos de la Guardia Nacional manejaban una logística que permitía estacionar 500 vehículos, mientras cientos continuaba­n en espera incluso para poder estacionar­se. Reyes dijo en principio que la expectativ­a del día era vacunar entre 3,000 y 4,000 profesiona­les de la salud.

Luego, al analizar la capacidad de la operación frente a la llegada masiva de vehículos, anunció ajustes y estableció que, de hoy en adelante, se vacunarán en ese centro no mas de mil personas diarias. “Vamos a corregir el proceso de flujo de vehículos para identifica­r las primeras mil personas”, dijo. A las que lleguen luego de esas mil, Reyes indicó que se les otorgará un turno para vacunación un día después.

Esa fue la manera con la que se intentó subsanar ayer el malestar de cientos de personas que se quedaron fuera en sus vehículos, cuando cerraron los portones. “Eso es lo que se ha estado haciendo, y es lo que vamos a seguir haciendo”, subrayó. Al cierre de esta edición, se habían vacunado más 900 profesiona­les de la salud en el centro regional. La expectativ­a, según Reyes, era que alcanzaría­n entre 1,500 y 1,600.

“Estaremos aquí hasta completar la vacunación de ellos (los que estaban dentro de los predios). Esto es una operación extendida, no hay manera de mantener una operación siete días a la semana, operando hasta las diez, doce de la noche”, manifestó. Sostuvo que, basado en los números de ayer y el tiempo que duró la operación, que originalme­nte culminaría a las 4:00 p.m., fue que se determinó un límite para los próximos días.

“Los profesiona­les de la Guardia Nacional‚ que son del área médica, también son seres humanos, tiene que ser un horario razonable”, reiteró.

Al interior del coliseíto, había unas 16 estaciones de vacunación, con la expectativ­a de aumentar a 20, y efectivos controlaba­n una reducida fila que no reflejaba la multitud que esperaba afuera.

“Creo que no tuvieron una idea clara de cuánta gente ellos esperaban”, sostuvo Michelle Rosa, una patóloga del habla de 56 años que respondió a la convocator­ia.

Por su parte, Nahir Cariño, de 49 años, llegó a las 5:30 de la mañana a la fila de vehículos. “Sabíamos que esto no iba a ser de 30 minutos, pero la organizaci­ón debe mejorar”, apuntó.

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archivo El ayudante general José Reyes dijo que “no todos los procesos de emergencia van a tener una operación perfecta”.

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