Mirada a la vida como un tesoro que no puede ser desperdiciado
“Soul” combina de manera acertada diversión con un llamado a reflexionar sobre la importancia de soñar
Gran parte de la magia cinematográfica distintiva de “Soul”, largometraje animado que estrena el día de Navidad en Disney Plus, reside en como el equipo de artistas de Pixar toma una premisa dramática simple y logra generar una experiencia emocional tangible. La trama de este filme es propulsada por una lección de vida bastante básica: No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. Siendo un trampolín dramático usado cientos de veces en sin número de filmes, series y obras de teatro, no quita la forma en que en “Soul” esto es ilustrado de formas emotivas, gratificantes y en muchos momentos con una introspección poética impactante.
En esta ocasión el protagonista que ha estado viviendo su vida a medias y desperdiciando su potencial se llama Joe (Jamie Foxx), un profesor de música de escuela intermedia que siempre ha soñado con ser un músico de jazz profesional. El mismo día que surge una oportunidad para que esto se pueda convertir en una realidad, Joe tiene un accidente que lo deja en coma y atrapa su alma en el limbo. Una vez allí Joe hace todo lo posible por regresar y no pasar al “más allá”. Para lograr esto el protagonista tiene que mirar bien la forma en que estaba desperdiciando la vida a la cual quiere regresar.
Si esto suena complejo y esotérico para un filme que se presenta como entretenimiento familiar, vale la pena aclarar que el guion adopta una postura bastante convencional en su desarrollo. Para resolver su conflicto Joe tiene que ir en una aventura que tiene la estructura dramática de una historia que tiene a un personaje tratando de encontrar un tesoro.
Parte de los obstáculos que Joe tiene que enfrentar es buscar la ayuda de un personaje que ha sido denominado como 22 (Tina Fey) un alma nueva que nunca ha ido a la Tierra y no tiene ningún interés en hacerlo. El choque de perspectivas entre los dos personajes centrales genera mucha comedia, lo cual libera el filme de tener un tono morboso, y sutilmente muestra como la felicidad es algo que no solo llega en momentos grandes y evidentes.
La noción de que los finales felices no están garantizados le da una chispa agridulce a una de las ofertas más conmovedoras que Pixar ha estrenado en años. La simpleza de la animación y el concepto central del filme no limita la profundidad de su impacto emocional en el espectador.