PIERRE CARDIN
Fallece un ícono de la moda y pionero del prêt-à-porter
PARÍS.- Pierre Cardin, el diseñador francés cuyo estilo de la era espacial fue uno de los símbolos de la moda en la década de 1960, falleció a los 98 años, según informó la Academia de Bellas Artes de Francia.
El nombre de Cardin quedó grabado en una gran cantidad de productos, desde relojes de pulsera hasta sábanas, haciendo que su marca fuera una de las más famosas del mundo. En el apogeo de la marca, en las décadas de 1970 y 1980, sus productos se vendieron en unos 100,000 puntos de venta en todo el mundo.
Ese número disminuyó drásticamente en años posteriores, a medida que sus productos eran considerados cada vez más como de fabricación barata. Adicionalmente, su ropa se mantuvo prácticamente sin cambios con respecto a los estilos de la década de 1960, por lo que décadas después se sentía casi ridículamente anticuada.
Un hombre de negocios inteligente, Cardin usó su fabulosa riqueza para conseguir propiedades de primera clase en París, incluyendo el restaurante de la Belle Epoque Maxim’s, que también frecuentaba.
La Academia de Bellas Artes, que lo incorporó a sus filas en 1992, anunció su muerte ayer, martes, en un tuit. No informó la causa de su muerte ni dijo dónde ni cuándo había fallecido.
Luego trascendió que el pionero del prêt-à-porter nacido en Italia pero instalado en París desde 1945, falleció en el hospital estadounidense de Neuilly, a las afueras de la capital francesa.
Gracias a la atención que le dedicaba al corte y a la forma de sus creaciones, pronto destacó como una de las promesas con más talento y entró en el estudio de Christian Dior, cuando esa casa de moda relanzó la imagen de París como templo mundial de la moda a través del New Look, allá por 1947.
Junto con su compatriota Andre Courreges y el español Paco Rabanne, otros dos diseñadores con sede en París conocidos por sus estilos de la era espacial, Cardin revolucionó la moda a principios de la década de 1950.
En un momento en que otras marcas de París estaban obsesionadas con halagar la forma femenina, los diseños de Cardin proyectaban a sus portadores como una especie de percha glorificada, para mostrar las formas nítidas y los patrones gráficos de la ropa. Sus diseños parecçian haber sido pensados en hacer grandes entradas, a veces de manera muy literal.
Los vestidos de burbuja y las capas de Cardin envolvían a quienes las llevaban como si se tratara de grandes esferas de tela. Algunos de sus toques tenían forma de platillos voladores. Los sombreros de pescador cubrían toda la cabeza de las modelos, con parabrisas recortados frente a los ojos.
“La moda siempre es ridícula, vista desde antes o después. Pero en el momento, es maravillosa”, dijo Cardin en una entrevista en 1970 con la televisión francesa. “Mi gran rasgo de genialidad fue el prêt-à-porter cuando no había más que alta costura, que siempre hace perder dinero. Me dijeron que no duraría dos años, pero creí en mi idea. Me han criticado y me han imitado”.
Todavía con 90 años, y en perfecta forma mental, presumía de poseer una veintena de perfumes, editoriales, teatros, un hotel, decoración, pintalabios, bolígrafos, gafas, mecheros, restaurantes, edificios... y un solo arrepentimiento: no haberse percatado del furor que causarían los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas y los relojes fantasiosos.
Nacido en 1922 en la pequeña localidad de Sant’Andrea di Barbarana, cerca de Venecia, en el seno de una familia de agricultores que emigró a Francia huyendo del fascismo, comenzó en la moda a los 14 años, en la localidad francesa de Saint-Étienne, como asistente de un sastre.
En 1944, empezó a trabajar en la por entonces célebre firma Paquin, en París, donde dibujó el vestuario y las máscaras de la película de Jean Cocteau “La bella y la bestia”.
En la capital pasó por algunas de las firmas más respetadas de la moda en la primera mitad del siglo XX, como Schiaparelli, amiga por excelencia de los surrealistas, y Christian Dior, que acababa de abrir su tienda por aquel tiempo.