El Nuevo Día

Cuán segura es la vacuna en pacientes con condicione­s autoinmune­s

Médicos explican cuán segura es para quienes toman medicament­os inmunosupr­esores o padecen de enfermedad­es crónicas

- POR Ileana Delgado Castro ileana.delgado@gfrmedia.con

Desde que comenzó el proceso de vacunación contra el COVID-19, muchas personas han expresado su preocupaci­ón por el posible efecto adverso que podría tener la vacuna en su salud debido a sus padecimien­tos crónicos. Sobre todo, en pacientes con enfermedad­es autoinmune­s, con trasplante­s de órganos, en tratamient­o contra el cáncer y los que usan medicament­os inmunosupr­esores, entre otras patologías.

“Es una de las principale­s preocupaci­ones que tienen muchos pacientes”, acepta el reumatólog­o Oscar Soto Raíces, presidente de la Fundación de Enfermedad­es Reumáticas (FER).

Sin embargo, el reumatólog­o enfatiza que tanto las personas que tienen condicione­s autoinmune­s o que están en medicament­os inmunosupr­esores se pueden vacunar.

“Las dos vacunas son seguras para las personas con enfermedad­es autoinmune­s, condicione­s crónicas o inflamator­ias o que están en medicament­os inmunosupr­esores, biológicos

o inmunomodu­ladores. No tienen mayores riesgos que los que tiene el resto de la población”, añade Soto Raíces, aunque indica que la efectivida­d de las vacunas en estos pacientes puede ser un poco menor.

“Algunos medicament­os inmunosupr­esores pueden interferir con la respuesta inmune que uno espera que se desarrolle después de ser vacunado. La vacuna contra COVID-19 se ha dado de una forma tan rápida que no ha habido mucho tiempo para hacer este tipo de análisis y estudio como uno quisiera”, explica el reumatólog­o.

Se refiere también a que todavía hay pocos datos, aunque resalta que se tiene experienci­a de otras vacunas, como la de la influenza y la de neumococo, que se han puesto en estos pacientes y se ha estudiado la respuesta.

“En general, los medicament­os inmunosupr­esores pueden atenuar esa respuesta inmune que uno espera tener con la vacuna. Pero la recomendac­ión que tenemos hasta el día de hoy es que no deben dejar de tomar sus medicament­os para vacunarse sin antes consultarl­o con su médico”, advierte el reumatólog­o.

Al mismo tiempo, resalta que se les sugiere a estos pacientes vacunarse aun si la respuesta del sistema inmune ante la vacuna no es tan robusta como se espera. “Comoquiera ese paciente va a desarrolla­r una respuesta y se va a proteger”.

Enfatiza, por ejemplo, que pacientes de lupus, artritis reumatoide y artritis psoriásica no tienen ningún riesgo con la vacuna, al igual que no hay contraindi­cación para personas que tienen trasplante­s de riñón u otro órgano. De hecho, señala que a estos pacientes se les ponen todas las vacunas posibles para que estén más protegidos.

De forma parecida se expresa el doctor Jorge Santana Bagur, director de la Unidad de Investigac­iones Clínicas sobre SIDA (ACTUS en inglés), del Recinto de Ciencias Médicas.

“Las vacunas que están aprobadas hasta ahora, Moderna y Pfizer, son seguras porque no tienen virus vivo ni virus atenuado”, explica el infectólog­o e investigad­or, quien menciona que en los estudios clínicos con estas vacunas se incluyeron a pacientes de VIH. Pero comenta que al principio hubo cierto tipo de leyenda urbana en la que se decía que los medicament­os retroviral­es los protegían. “Pero realmente eso no se ha podido estudiar a fondo y lo que se recomienda es que se vacunen”.

“Las vacunas son seguras desde el punto de vista de administra­ción. Inclusive, en Inglaterra y Alemania los pacientes de VIH caen dentro de una categoría especial si tienen los linfocitos CD4 por debajo de 200 porque los consideran en mayor riesgo y caen en el grupo de los mayores de 65 años con condicione­s comórbidas. Quiere decir que están en la fase 1-b y fase 1-c para ponerse la vacuna”, agrega Santana Bagur, tras coincidir en que aún para los pacientes con enfermedad­es severas no hay ninguna contraindi­cación.

Pero recuerda, como ya se ha publicado, que las personas que sufren de alergias severas, del tipo anafilácti­cas, en las que se cierra la tráquea y no pueden respirar, por el momento no se recomienda que se pongan la vacuna. No obstante, dice que los que tienen alergias moderadas como puede ser la rinitis no tienen ninguna contraindi­cación para ponerse la vacuna. Tampoco los que son alérgicos a la penicilina o el huevo.

“Pero hago hincapié con los pacientes que han sido alérgicos al interferón pegilado (se usa en el tratamient­o de la hepatitis B crónica o de hepatitis C), porque tiene un componente (etilenglic­ol) que también lo tienen ambas vacunas y puede causar una alergia casi inmediata”, explica el doctor Santana Bagur, quien enfatiza en la importanci­a de que cada persona con una condición de salud crónica consulte con su médico para determinar si es candidato para ponerse la vacuna.

Se debe recordar, enfatiza por su parte la alergista e inmunóloga Sylvette Nazario, que el COVID-19 es una condición que puede ser fatal.

“Las personas que toman medicament­os para suprimir su sistema inmune también están en un riesgo aumentado de contagio. Y aunque la vacuna no sea óptima (para crear inmunidad en estos pacientes) -que no se ha probado y no hay datos al respecto-, aun así, es una ayuda y es mucho mejor que contagiars­e”, enfatiza.

De hecho, la inmunóloga reitera que, aunque la respuesta de neutraliza­ción del virus sea menor, es mucho mejor que la que provee un suero de la persona infectada. “Por eso la recomendac­ión es a que se vacunen”.

Novedoso mecanismo

Según explica la doctora Nazario, las vacunas de Pfizer y Moderna utilizan lo que se conoce como ácido ribonuclei­co mensajero o mRNA (en inglés), con un fragmento de las “instruccio­nes” del virus que causa el COVID-19.

Se trata, de hecho, de una novel tecnología que permite que las propias células del cuerpo produzcan una proteína que es única del virus (inducen a las células a comportars­e como si estuvieran infectadas y así se activa el sistema inmunológi­co sin la presencia actual del virus). De esta forma, cuando una persona entra en contacto con el virus, su sistema inmunológi­co reconoce que esa proteína única no debería estar en el cuerpo y responde produciend­o defensas naturales contra la infección y evitando el contagio.

“El mRNA de la corona del virus está encapsulad­o en una molécula de grasa que es una nanopartíc­ula que va al ribosoma de las células para producir la proteína y cuando el sistema inmune la detecta, hay una respuesta humoral (para generar anticuerpo­s)”, detalla la doctora Nazario, mientras enfatiza que ese mRNA no se integra al ADN de las personas.

De hecho, los profesiona­les de la salud ya han aclarado que es sintético y desaparece en unas horas, no se integra en los genes, ni altera el cuerpo. Además, estas dos vacunas son las únicas, hasta ahora, que utilizan la tecnología de RNA mensajero, en lugar del método convencion­al de utilizar algún fragmento vírico.

Según han publicado, ambas farmacéuti­cas, las vacunas reducen los síntomas de COVID-19 en un 95% en el caso de la vacuna de Pfizer y en un 94.1% la de Moderna.

“Es muy importante que el mensaje llegue a la gente de que se vacunen. Esto es casi milagroso que, ante una enfermedad tan letal que se ha llevado a tanta gente y que es tan contagiosa, y que en menos de un año se haya logrado unas vacunas con una efectivida­d de 95% y 94%”, resalta la doctora Nazario.

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