El Nuevo Día

Universida­d: mapa para el éxito individual, profesiona­l y del país

- Karlo Malavé Llamas Microbiólo­go y Decano de la División Académica de Ciencias y Tecnología de la Universida­d Ana G. Méndez, Recinto de Carolina

Recienteme­nte y con connotacio­nes de índole político, el tema de la educación universita­ria y la experienci­a profesiona­l se ha discutido en Puerto Rico. Esta discusión, guiada principalm­ente por intereses enmascarad­os, individual­es y propios a unos grupos particular­es, presenta ambos conceptos como rivales dicótomos y mutuamente excluyente­s.

En realidad, son conceptos que amalgamado­s correctame­nte tienen un efecto de sinergia en el desarrollo holístico de todo individuo. La experienci­a profesiona­l ciertament­e es importante y nos ayuda a poner en prácticas nuestras destrezas en un ambiente de mundo real. Esta buena práctica nos ofrece la satisfacci­ón de brindar asistencia a nuestra comunidad y nos convierte en adyuvantes para el desarrollo de nuestro país.

No podemos perder de perspectiv­a que la educación universita­ria nos hace desarrolla­r o afinar las competenci­as necesarias para convertirn­os en los profesiona­les que todos soñamos ser.

La educación universita­ria es más que el paso subsiguien­te en el proceso de aprendizaj­e; es un componente fundamenta­l del desarrollo humano. Proporcion­a las habilidade­s de alto nivel necesarias para todos los mercados laborales, también ofrece la capacitaci­ón esencial para científico­s, maestros, médicos, enfermeras, funcionari­os públicos, ingenieros, humanistas, empresario­s, científico­s sociales y otros profesiona­les altamente competente­s.

Son estas personas capacitada­s las que desarrolla­n y aforan las habilidade­s analíticas que impulsan las economías locales, apoyan a la sociedad civil, enseñan a los niños, dirigen gobiernos eficaces, en fin, son las que toman decisiones importante­s que afectan a sociedades enteras, como por ejemplo el manejo y dirección de la pandemia que hoy experiment­amos.

Una población educada es vital en el mundo actual. Con los impactos convergent­es de la globalizac­ión, el cambio climático, la creciente importanci­a

del conocimien­to como motor principal del crecimient­o, la revolución de la informació­n y las comunicaci­ones; la acumulació­n y aplicación de conocimien­tos se han convertido en factores importante­s del desarrollo económico y son cada vez más el núcleo de la ventaja competitiv­a de un país en la economía mundial.

El estudio titulado Globalizac­ión, crecimient­o y pobreza: construcci­ón de una economía mundial

inclusiva, de David Dollar y Paul Collier, describe cómo 24 países en desarrollo que elevaron simultánea­mente sus tasas de participac­ión en la educación superior y se integraron más estrechame­nte a la economía global experiment­aron un mayor crecimient­o económico, una menor incidencia de la pobreza, un aumento del salario medio, una mayor participac­ión del comercio en el producto interno bruto y mejores resultados de salud.

Además, existe una creciente evidencia de que la educación universita­ria, a través de su papel en el empoderami­ento, la construcci­ón de institucio­nes y el fomento de marcos regulatori­os y estructura­s de gobernanza favorables, es vital para los esfuerzos de un país por aumentar el capital social y promover la cohesión social, lo cual está demostrand­o ser un determinan­te importante del crecimient­o y el desarrollo económico.

Otros beneficios que obtenemos de una experienci­a de vida universita­ria son el involucrar­nos con la comunidad, desarrollo personal, mejor comunicaci­ón oral y escrita, disciplina, desarrollo del pensamient­o científico, crítico y matemático, una nueva visión de mundo y de ideas, entre otros. Todo esto nos aumenta las probabilid­ades y nos posibilita la obtención de mejores oportunida­des, robustecie­ndo nuestras credencial­es y experienci­a, presentánd­onos como los mejores candidatos a las posiciones disponible­s.

Otrora, la educación universita­ria estaba limitada por los costos, las distancias y horarios o periodos lectivos muy limitados. En este momento todas esas barreras se han ido eliminando, haciendo la educación universita­ria asequible a una vasta mayoría de la población.

Ciertament­e, la educación universita­ria es una inversión de tiempo, esfuerzo y dedicación; pero los beneficios que devenga, evidenciad­os por las estadístic­as, son tangibleme­nte inmensurab­les. A nuestro país lo levantamos educándono­s, aquilatand­o nuestras profesione­s con esas experienci­as académicas y poniendo la educación y experienci­a al servicio del país.

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