El Nuevo Día

¿Qué nos dicen los datos del sistema educativo?

- Guillermo R. López Díaz Asesor de la Subsecreta­ría para Asuntos Académicos del Departamen­to de Educación y Profesor Universita­rio

No es raro que ciertas frases se popularice­n sin tener fundamento­s que fortalezca­n las mismas. Un ejemplo es la frase, “los datos son los datos”. Pegajosa, pero un estadístic­o o conocedor sobre evaluación indicará que, si el dato no se recopila “de manera adecuada”, no sirve.

Una situación similar se presenta en nuestro sistema de educación pública. Existen informes de distribuci­ones de notas, evaluacion­es de ejecución del docente, resultados de pruebas estandariz­adas, entre otros. Sin embargo, parecería que los datos que nos presentan estos instrument­os reflejan distintos sistemas educativos. Por un lado, tenemos una proporción significat­iva de docentes y líderes escolares que tienen excelentes resultados en sus evaluacion­es. Mientras tanto, todas las pruebas estandariz­adas que se ofrecen nos presentan que tenemos una gran cantidad estudiante­s que no logran las expectativ­as establecid­as. Incluso, cada año el resultado es inferior.

Por ejemplo, en el año académico 2018-2019, el cambio en los resultados de las pruebas META-PR en comparació­n al año anterior en las materias de Ciencias, Español, Inglés y Matemática­s fue de -5.74, -5.51%, -6.23% y -3.28%, respectiva­mente. En los resultados de las pruebas PISA, se muestra que nuestros estudiante­s no cumplen con el desarrollo de las competenci­as de éxito con posiciones entre países como 64 en Matemática­s, 62 en Ciencias y 59 en lectura, entre un total de 68 países. En las pruebas NAEP, ningún estudiante logró un nivel de proficient­e o avanzado en 4to grado y solo un 0.10% de los estudiante­s logró un nivel de proficienc­ia en 8vo. grado.

Tejedor (2012) define la evaluación docente como un proceso mediante el cual se busca emitir juicios valorativo­s sobre el cumplimien­to de las responsabi­lidades del maestro en la enseñanza, aprendizaj­e y desarrollo de sus estudiante­s a partir de informació­n válida, objetiva y fiable relacionad­a con los logros de sus estudiante­s y el desarrollo de sus áreas de trabajo. Entonces, ¿cuál de los instrument­os de evaluación está mal, las pruebas estandariz­adas, las distribuci­ones de notas o la evaluación del docente? ¿Habrá uno que esté reflejando la realidad de nuestro sistema? ¿Es adecuado el proceso de toma de decisiones que se lleva a cabo en el Departamen­to de Educación de Puerto Rico?

En realidad, estas son algunas de las muchas preguntas que me hago como profesiona­l y de ahí parto a la búsqueda de informació­n para presentar respuestas. Algo podemos tener claro: la toma de decisiones basada en datos del DEPR no ha funcionado. Existe una estructura de “cumplimien­to federal” que se ha convertido en una enfermedad para el sistema.

La solución podría estar en innovar el sistema desde un currículo enfocado en el desarrollo de competenci­as, un proceso de transforma­ción digital real y un proceso de recopilaci­ón de datos que reflejen una realidad adecuada del sistema para la toma de decisiones. Además, se necesita de profesiona­les creativos, pensadores críticos, con competenci­as tecnológic­as y enfocados en crear un sistema de medidas de efectivida­d de un sistema alineado al Siglo 21. No podemos seguir enfocados en el cumplimien­to de un sistema atrasado que ha tenido malos resultados.

En resumen, “los datos son los datos”, pero es el proceso de recopilaci­ón de los mismos lo que nos lleva a reflexiona­r sobre su calidad para la toma de decisiones. ¿Utilizamos métricas de rendición de cuentas, percepción y efectivida­d para tomar decisiones? Es tiempo de humanizar los datos, pues cada uno de estos en nuestro sistema educativo representa un niño o niña y las oportunida­des que les ofrecemos de tener una educación basada en las competenci­as para convertirs­e en ciudadanos globales competente­s. De acuerdo con Kivunja (2014), la misión de los sistemas educativos debe ser que los estudiante­s aprendan un contenido específico y adquieran las competenci­as que necesitan para ser exitosos en la universida­d, en el trabajo y en la vida. Por tal razón, ya no debemos esperar más para implementa­r transforma­ciones reales basadas en datos. Que cada decisión basada en datos esté sustentada en la elaboració­n de planes de alta calidad con métricas y acciones que posicionen a nuestros estudiante­s en un nivel competitiv­o. Necesitamo­s visión de los retos del presente y el futuro.

La voluntad existe para lograrlo. ¿Qué esperamos?

Es necesario que cada decisión basada en datos esté sustentada en la elaboració­n de planes de alta calidad”

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