La ley del arrodilla’o
Basta con leer las cinco páginas del estudio económico del impacto que expone la Ley de Cabotaje en Puerto Rico para que se te agüen los ojos de rabia.
En mi vida nunca había conocido una ley que solo beneficie a dos compañías por encima de millones de vidas. Con la excusa de que los barcos deben tener bandera estadounidense, miles de personas pasaron hambre en los huracanes del 2017. Todos los barcos suspendieron sus operaciones en plena emergencia para demostrar que su ley es realmente beneficiosa.
Juegan con nuestro dinero, son dueños de nuestros muelles, fijan precios a las grandes cadenas para mantenerlos contentos y somos rehenes de su servicio. Cada día el costo de los productos y los fletes marítimos van en constante aumento, en un país que se importa el 95% de lo que consume.
Ellos tienen la llave de nuestra alacena. Nos han dormido, y nadie está viendo el daño que nos hacen. Cuando hay aumento en los muelles todos peleamos, pasan tres días y se nos olvida. Esta ley nos ha tenido “arrodilla’os” por decenas de años y ya perdimos las ganas de defendernos. Vivimos en una isla, si queremos ser competitivos y tener un desarrollo económico sustentable, tenemos que traer este tema a la mesa. Este es el momento porque ahí vendrá una inyección económica federal para la construcción y todos sabemos que Puerto Rico es un país que no está exento de un evento atmosférico desastroso.
Tenemos que liberarnos, la Ley de Cabotaje es un mecanismo disfrazado de patriotismo, que nos mantiene ciegos, mientras el verdadero enemigo nos mete la mano en el bolsillo. ¡Ojo al pillo!