Retos y desafíos de las mujeres migrantes
La violencia de género que confrontan las mujeres en Puerto Rico y en diferentes partes del mundo constituye un serio problema de salud pública. Sin embargo, las mujeres migrantes residentes en Puerto Rico viven situaciones particulares que las hacen más vulnerables. Estas mujeres se exponen a diversas manifestaciones de violencia como violencia doméstica, agresión sexual, trata humana y hostigamiento laboral, entre otros tipos de victimización tipificados como delito.
Sobre la violencia doméstica, un estudio realizado por el Centro de la Mujer Dominicana junto con la Universidad de Puerto Rico (Silva-Martínez, Grullón-Miguel, Delgado-Rodríguez y Figueroa- Ocasio, 2015) se encontró que el 97% de las mujeres reportó haber experimentado violencia emocional y psicológica. Además, el estudio, que examinó 900 casos documentados por el Centro de la Mujer Dominicana, reflejó que el 81% sufrió violencia física y 72% violencia sexual. En estos casos, su vulnerabilidad aumenta, ya que en su gran mayoría son indocumentadas con poca o ninguna escolaridad y poco conocimiento de las leyes y derechos que las protegen.
De igual manera, sobreviven las secuelas emocionales tras experiencias de abuso y maltrato que surgieron desde la niñez, y que son exacerbadas al ser victimizadas a lo largo del continuo de vida. Es necesario destacar que, aun teniendo documentos, temen acceder a los limitados servicios disponibles pues se enfrentan al temor, al desconocimiento, al rechazo, al racismo y a la xenofobia.
Existe literatura vasta que evidencia que el ofrecer una serie de servicios integrados a las realidades de las víctimas de violencia doméstica pueden tener efectos positivos en ruta hacia la sobrevivencia, empoderamiento y mejor calidad de vida, tanto para ellas, como para sus hijos e hijas. Los retos son la falta de acceso a estos servicios por las razones expuestas anteriormente. Es precisamente al reconocer estos hechos, que se hace indispensable desarrollar servicios especializados para esta población.
Existe una brecha entre la posible solución del problema y los servicios que se ofrecen en la comunidad. Actualmente en el país hay limitadas oportunidades económicas para las mujeres migrantes, ya que en su mayoría presentan obstáculos para poder encontrar empleo por falta de documentación, y se ven entonces expuestas a explotación laboral y al control por parte de sus parejas o empleadores en la toma de decisiones y bienes.
Las mujeres migrantes víctimas de crimen se ven desprovistas de espacios que permitan su libre expresión y comunicación, lo que dificulta su desarrollo para vincularse a un ambiente seguro. Otras de las limitaciones existentes son los bajos niveles de concienciación sobre las particularidades de las mujeres migrantes por parte de los/as proveedores de servicios y los encargados/as de hacer cumplir la ley (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2006).
Los factores antes mencionados refuerzan la subordinación femenina. Algunos de los efectos de no atenderse desde una perspectiva de género e integral incluye la situación de que las mujeres migrantes continúen siendo objeto de la violencia. Agravando las condiciones de salud mental, emocional y física de las mismas.
Son muchos los retos y desafíos que se confrontan las migrantes que sobreviven violencia de género en Puerto Rico, lo que hace compleja la intervención profesional con esta población. Se debe reconocer la importancia de trabajar de manera integral los contextos económicos, sociales y políticos, sobre todo cuando se experimentan multiplicidad de opresiones. Es necesario minimizar los obstáculos estructurales como la falta de políticas públicas en beneficio de la población, la correcta implementación a las existentes, el reconocimiento de la presencia de la comunidad y sus particularidades, en el accionar desde una perspectiva de género antirracista y anti xenofóbica.
Las mujeres migrantes en Puerto Rico confrontan situaciones particulares que las hacen más vulnerables”