Zoé Laboy Alvarado: ¿Qué falta en la lucha por la igualdad?
En este mes conmemoramos la lucha social por la igualdad de la mujer con respecto al hombre y por nuestro desarrollo íntegro como personas. De hecho, ayer, al igual que todos los 8 de marzo de cada año, celebramos el Día Internacional de la Mujer, institucionalizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1975.
Año tras año, al llegar este día muchos concluimos que, al mirar al pasado, la lucha de mujeres valientes y hombres ha dado fruto, porque se han logrado algunos adelantos. Sin embargo, también muchos insistimos en que es largo y difícil el camino hacia la verdadera igualdad.
El 8 de marzo del año pasado compartí algunas reflexiones sobre el tema, incluyendo que la ONU utilizó como lema de esa celebración “Soy de la Generación Igualdad: por los derechos de las mujeres”. Ese lema me pareció tan apropiado y necesario. Entendí que su mensaje invita a todo el mundo, hombres y mujeres, a ser parte del cambio que tanto se necesita; proclama que llegó el momento de la igualdad. Por eso, en aquel momento dirigí mi mensaje a cada mujer, exhortándole a que en el 2020 decidiera que los roles sociales, las exigencias o expectativas que la sociedad pone sobre nuestros hombros de quiénes y cómo debemos ser, no dictarían su vida. Dije, y reitero, que es derecho de cada una ser quien quiera ser.
Un año después, aunque no quiero sonar pesimista, me pregunto cuánto hemos adelantado. El pasado 6 de marzo murió Jeanette Rodríguez Ramos a manos de su expareja, convirtiéndose en la quinta víctima de violencia de género en lo que va de año. La realidad es que muertes como esta son la muestra más clara de lo mucho que falta por hacer. El dolor que sus familias sufren debe llevarnos a evaluar verdadera, sincera, responsable y urgentemente qué está fallando y qué está faltando en esta lucha.
Sin embargo, aunque estas muertes son la expresión más clara de la falta de igualdad, sabemos que hay muchas otras desigualdades. Recientemente veía un documental que presentaba la historia de una concejal en un pueblo de España, quien decidió no seguir callando y denunciar que era víctima de acoso sexual por parte del alcalde. A pesar de que en el tribunal se probaron los actos indebidos del alcalde, fue ella, la víctima, la que tuvo que abandonar su pueblo natal por la presión de las personas que criticaron su decisión de presentar la denuncia. Hoy, años después, continúa sin regresar a su pueblo, pero convencida de que hizo lo correcto.
La muerte de una mujer a manos de su excompañero o el daño ocasionado a una mujer por el acoso sexual de un hombre no son las únicas manifestaciones de la desigualdad que las mujeres sufren. Lo que hace la desigualdad más dolorosa es la realidad que vive la víctima quien, además de sufrir el daño por la conducta del perpetrador, tiene que enfrentarse al rechazo de muchos por tener la valentía de denunciar.
Desde que celebramos el Día Internacional de la Mujer en 2020, en Puerto Rico se han presentado medidas que deberían hacer una diferencia en este tema. Al final de su gestión, la exgobernadora Wanda Vázquez convirtió en ley varias medidas. El gobernador Pedro Pierluisi decretó un estado de emergencia por violencia de género y creó un comité que estará llevando a cabo evaluaciones para presentar recomendaciones. Y más recientemente, la Cámara de Representantes, la Oficina de la Procuradora de las Mujeres y el Departamento de la Familia firmaron un acuerdo par unir esfuerzos para atajar este problema.
Cuando celebremos el Día Internacional de la Mujer en 2022, espero no tener que volverme a preguntar cuánto hemos adelantado. Por Puerto Rico, confío en el éxito de estas medidas.
Lo que hace la desigualdad más dolorosa es la realidad que vive la víctima quien, además de sufrir el daño por la conducta del perpetrador, tiene que enfrentarse al rechazo de muchos por tener la valentía de denunciar”