El Nuevo Día

La vulnerabil­idad de la mujer ante el cambio climático

- Brenda Reyes Tomassini Relacionis­ta

La relación género y medioambie­nte es, por tradición milenaria, femenina. Se asocia a la tierra con la capacidad de generar vida, como la de una mujer de portar una vida en su vientre.

Madre Tierra, Gaia Y Pachamama son algunos de los sinónimos para llamar a la tierra y la naturaleza que en ella habita. En la mitología inca, Pachamama es la diosa de la fertilidad que preside sobre la siembra y cosecha y representa la naturaleza.

Desde las antiguas civilizaci­ones hasta el presente, las mujeres hemos jugado un rol prepondera­nte en relación con el cuidado y aprovecham­iento de los recursos naturales.

Sin embargo, el cambio climático se presenta como un gran reto al género femenino, el grupo más vulnerable y afectado por este fenómeno. La degradació­n del medioambie­nte suele tener una repercusió­n más directa en las mujeres.

De acuerdo con la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), entre los grupos más afectados por el cambio climático se encuentran las mujeres, pues a nivel global son las principale­s recolector­as de alimentos -ya sea por pesca o cultivo- lo que afecta, no solo su sustento, sino su alimentaci­ón, y usuarias y administra­doras de agua.

Dicha vulnerabil­idad se traduce en impactos que van desde lo económico a lo social. En el caso de las sequías, por ejemplo, las mujeres son las más afectadas, ya que deben caminar más tiempo para buscar agua. Esta carga desproporc­ionada se manifiesta en reducción en su calidad de vida, marginaliz­ación y menos escolarida­d. La precipitac­ión extrema, el aumento en el nivel del mar y los fenómenos climatológ­icos afectan más a las mujeres, muchas veces dejándolas vulnerable­s y sin hogar.

A tres años del paso del huracán María, muchas mujeres luchan todavía por un techo seguro tras las secuelas del devastador fenómeno. En Puerto Rico, el 52.3% de la población total son mujeres, de acuerdo con datos del Negociado del Censo de Estados Unidos. De esas, casi 300,000 son jefas de familia y el 58.8% de las que regentan sus hogares a nivel económico, viven bajo los niveles de pobreza.

Municipios con probada vulnerabil­idad al cambio climático, como Loíza y Catano, reflejan una composició­n demográfic­a en la que predominan las mujeres jefas de familia con un ingreso mediano de $15,528 y $12,060, ambos bajo el nivel de pobreza, es decir, un ingreso familiar anual menor a $19,985, de acuerdo con la Encuesta de la Comunidad

del Negociado del Censo para los años 2015-2019.

El activismo y el cabildeo de las mujeres en las causas ambientale­s y en la creación de política pública que atienda las consecuenc­ias del cambio climático requieren urgencia.

La participac­ión de la mujer en la discusión y toma de decisiones sobre asuntos ambientale­s y sobre infraestru­ctura es prioridad. Solo así podremos asegurar mejor calidad de vida para todas las mujeres y niñas puertorriq­ueñas.

La precipitac­ión extrema, el aumento en el nivel del mar y los fenómenos climatológ­icos afectan más a las mujeres”

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