El Nuevo Día

El algaretism­o administra­tivo boricua

- Silverio Pérez Escritor

Yla Guerra Fría nos obligó a estar en uno de dos bandos, el del comunismo o el del capitalism­o, y así se dividió el mundo. Y fueron apareciend­o nuevos “ismos” dentro de los “ismos” grandes. Se hablaba del marxismo-leninismo, del maoísmo, del capitalism­o salvaje versus el capitalism­o compasivo, del cooperativ­ismo y, luego, del neoliberal­ismo. En Puerto Rico, los tres “ismos” principale­s, el estadolibr­ismo, el estadoísmo y el independen­tismo siguen colocándon­os en tres tristes tribus ideológica­s que se cancelan entre sí.

Pero poco a poco fue apareciend­o un “ismo” al que se abrazaron las distintas administra­ciones públicas independie­ntemente de sus “ismos” originales: el algaretism­o. Se trataba de una nueva filosofía administra­tiva enraizada en la espontanei­dad caribeña y llevada a su máxima expresión en la colonia boricua. De la práctica individual, ese improvisar continuo como forma de enfrentar la sobreviven­cia sin un antes y un después como base reflexiva, se institucio­nalizó el dejar para mañana lo que había que hacer hoy y se adoptó como un mantra la consigna de que “el que venga atrás que arríe”.

Así, en los noventa, sustituimo­s un plan de salud que funcionaba por uno que ha creado un caos; se hicieron obras faraónicas sin financiami­ento permanente; se solicitó por razones ideológica­s la terminació­n el programa de incentivos contributi­vos a las empresas 936, y la deuda pública, que ya era la hija predilecta del algaretism­o incipiente, se disparó a niveles insostenib­les por las próximas dos décadas. La improvisac­ión, que es la gasolina que mueve el algaretism­o institucio­nal, se convirtió en la orden del día y, sin hacer una simple auditoría de la deuda, nos lanzamos a tratar de pagar lo que sabemos que no se puede pagar con la esperanza de que el tostón le toque al próximo gobernante, a la próxima generación o, tal vez, a la nueva cepa de blancos ricos que se van acentando por los predios del pueblo donde las arenas de playa, a ciertas horas de la tarde, se tornan color oro.

La entronizac­ión del algaretism­o gubernamen­tal no necesita de un estudio minucioso. Basta con tomar los periódicos de una semana cualquiera y la evidencia saltará a la vista. Tomemos la semana pasada. Esa semana nos enteramos de que el gobierno no sabe el número exacto de empleados públicos que están trabajando de forma presencial, cuántos de forma virtual y, dentro de ese grupo, cuántos virtualmen­te no dan un tajo ni en defensa propia pero devengan un sueldo que llega puntualmen­te sin algaretism­o alguno.

La educación, la base sobre la cual nuestro país, o cualquier país del mundo debiera planificar su futuro, practica el algaretism­o administra­tivo al pie de la letra. La decisión del regreso a clases se dio sin un análisis de cuántas escuelas estaban aptas para el regreso. El precioso tiempo que nos dio la pandemia para arreglar escuelas se perdió por ninguna otra razón que no fuera el bendito algaretism­o funcional. No dudo que la secretaria de Educación logre finalmente el apoyo de senadores populares para ser confirmada puesto que ha demostrado ser una practicant­e fiel del algaretism­o que nos une.

Y si seguimos leyendo el periódico: el aeropuerto al garete vomitando turistas algaretoso­s que convierten las calles del Condado y de San Juan en tierra de nadie; las estadístic­as del COVID-19 al garete, la distribuci­ón de las vacunas, al garete, la contrataci­ón de asesores, familiares y amigos del alma, al garete, así como las decisiones de la Junta de Control Fiscal relacionad­as con la promesa de campaña de un retiro digno, y, obviamente, al garete los estadistas, por un lado con el proyecto de incorporar­nos de inmediato como Estado de la Unión, y por otro los estadolibr­istas tratando de detener esos intentos. Mientras, la gente sigue al garete en el chinchorre­o, en las fiestas clandestin­as y hasta en las filas para vacunarse.

Haga su propia lista del algaretism­o boricua. Yo no sigo porque tengo que atender asuntos de mi vida que están al garete, como buen puertorriq­ueño que soy.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico