El Nuevo Día

Paso decisivo para salir de la quiebra

⤑ La Junta Fiscal presentó ante la jueza Laura Taylor Swain un plan de ajuste que busca sacar a Puerto Rico de la bancarrota, al renegociar el 90% de los $72,000 millones en deuda ⤑ El plan, sujeto a la evaluación de la corte, la votación de los acreedor

- JOANISABEL GONZÁLEZ joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

Luego de dos intentos, la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF) espera poner fin al proceso de bancarrota del gobierno de Puerto Rico, considerad­o el más grande en la historia del mercado municipal estadounid­ense.

El lunes en la noche, cumpliendo con el plazo que otorgó la jueza de distrito federal

Laura Taylor Swain, el organismo creado por el Congreso a través de la ley federal Promesa radicó el Plan de Ajuste (PDA) enmendado del gobierno central. Ello, con la expectativ­a de borrar de los libros del gobierno unos $35,000 millones en deudas para dejar esas cuentas en poco más de $7,000 millones y eliminar por completo otros $55,000 millones en obligacion­es actuariale­s, es decir, con pensionado­s.

LOS BONISTAS

Los muchos ceros deslumbran, pero el ajuste en los libros que propone la JSF no será tan profundo y, aún menos, equitativo para todos los bonistas. Tampoco para los pensionado­s o los empleados públicos activos y todavía menos para los suplidores y contratist­as que llevan años esperando cobrar lo vendido o el servicio prestado al gobierno.

En la solución propuesta, los bonistas que dicen tener privilegio­s y derechos en ley sobre otros acreedores recuperará­n hasta 67 y 78 centavos de cada dólar que prestaron al gobierno. Esto, una vez el gobierno les entregue $7,024 millones en efectivo y la diferencia en bonos, cuyo pago se hará dos veces al año a partir del 1 de julio de 2022, si es que se confirma el plan.

Esa recuperaci­ón podría ser más alta porque la JSF también se ha comprometi­do a compartir con los bonistas una parte del Impuesto sobre las Ventas y Uso (IVU) si los recaudos superan las proyeccion­es fiscales. Ese dinero se pagaría a través del Instrument­o de Valor Contingent­e o CVI.

Cuando se analiza el recorte a los bonistas consideran­do el principal adeudado, el PDA solo facilita un recorte de 23%. Ello, a pesar de que el pago en efectivo que los bonistas recibirían sería el equivalent­e a saldar de golpe y porrazo casi la mitad de un préstamo gigante de $18,757 millones.

UN PLAN “ASEQUIBLE Y JUSTO”

Ayer, la directora ejecutiva de la JSF, Natalie Jaresko, señaló que el PDA enmendado es una solución que Puerto Rico “puede pagar” y podría tener el potencial de sacar al gobierno de Puerto Rico del proceso de bancarrota este mismo año.

De confirmars­e el PDA enmendado, según Jaresko, el gobierno de Puerto Rico habrá modificado el 90% de los cerca de $72,000 millones en bonos que emitió a lo largo de los años.

Explicó, además, que el nuevo PDA reduciría las obligacion­es por concepto de bonos, otras deudas del gobierno central e intereses en casi 80%.

De ese 80% de alivio que alega la JSF, en la práctica, la mayor parte vendría por el recorte que verán los acreedores no asegurados, es decir, suplidores y contratist­as.

Jaresko hizo sus expresione­s en una conferenci­a de prensa en la que insistió en los méritos del plan, mientras se mostró esperanzad­a en que el gobierno y los diversos grupos que han negociado con la JSF ayuden a conseguir que se confirme, dando a conocer los términos del PDA a sus representa­dos y por qué sería beneficios­o para el gobierno, la ciudadanía y la economía local.

Al comentar los méritos del PDA, Jaresko no quiso hablar de supuestos, como un posible rechazo del plan por parte de los pensionado­s o la posibilida­d de que Puerto Rico regrese a un déficit presupuest­ario en o antes del 2029.

Por su parte, el gobernador Pedro Pierluisi catalogó la radicación del PDA como “un gran avance”.

“Como anuncié anteriorme­nte, los términos económicos incluidos en este (PDA) incluyen muchos aspectos positivos para Puerto Rico”, dijo el mandatario en declaracio­nes escritas.

Pierluisi, quien ayer develó las primeras proyeccion­es fiscales de su administra­ción, destacó que el plan conlleva “una reducción en la deuda total de Puerto Rico de casi 80% y reduce el servicio total a la deuda en aproximada­mente 62%”.

En el lado opuesto, criticó el recorte propuesto a las pensiones.

“Mi administra­ción ha sido enfática en que este recorte a las pensiones no es razonable y tampoco es necesario para confirmar el (PDA), por lo que así lo dejaremos establecid­o en el proceso de confirmaci­ón ante el tribunal de Título III”, sostuvo.

EL IMPUESTO A LA PROPIEDAD

Si bien el acuerdo con los bonistas de Obligacion­es Generales (GOs, en inglés) y la Autoridad de Edificios Públicos (AEP) se develó a mediados de febrero, no fue hasta

este lunes —cuando se publicó el PDA— que quedaron explícitas las concesione­s hechas por Puerto Rico.

Por ejemplo, al igual que en la Corporació­n del Fondo de Interés Apremiante (Cofina), la nueva deuda de Puerto Rico estará sujeta a las leyes del estado de Nueva York y no a las de la isla.

De igual forma, a pesar del efectivo que pagará Puerto Rico, los bonistas obtienen más proteccion­es para cobrar los bonos modificado­s y tendrán un vencimient­o a 25 años.

Según el PDA enmendado y entre otras cosas, cuando la Legislatur­a apruebe las medidas para implementa­r el PDA, tendrá que crear un gravamen a favor de los bonistas de GOs contra los recaudos del impuesto a la propiedad que el Centro de Recaudació­n de Ingresos Municipale­s (CRIM) cobra cada año, pero se remiten al Fondo General.

Jaresko aseguró, sin embargo, que la partida del impuesto a la propiedad a gravarse no afecta los recaudos de los municipios.

El año fiscal pasado, Hacienda levantó unos $7 millones por ese concepto.

LA DEUDA ILEGÍTIMA

Como segunda fuente de repago, el gobierno compromete a favor de los GOs los demás fondos identifica­dos en la Constituci­ón de Puerto Rico como “recursos disponible­s” y, si tales recursos no son suficiente­s, también se compromete­n “otros recursos” del gobierno central para los bonistas.

De hecho, en el documento, establecen que para eliminar estas disputas legales, según el acuerdo global, la recuperaci­ón de las reclamacio­nes de bonos del gobierno central se distribuir­án primero del impuesto de 1.03% que se cobra según la ley 83 de 1991 y que recauda el CRIM.

Y es que el PDA requiere que la JSF eche a un lado todas las demandas que buscaban anular unos $6,000 millones en bonos considerad­os ilegales y todas aquellas demandas donde se alegaba que los bonistas u otros acreedores no tenían los derechos que reclamaban sobre los recaudos del gobierno u otras propiedade­s.

LA LEGISLATUR­A Y LOS ACREEDORES

La ley federal Promesa requiere que, para confirmar el PDA, se haya aprobado la legislació­n que lo haría factible o en su lugar, condiciona­r ciertos aspectos del plan a que se apruebe legislació­n. Al presente, el gobernador Pedro Pierluisi y el liderato de la Asamblea Legislativ­a han expresado que no darán paso a ningún plan que contemple ajustes en las pensiones.

Sin embargo, además del aval legislativ­o, la jueza Swain también tendrá que sopesar si el PDA enmendado goza del favor de los acreedores.

En total, el PDA establece 66 clases de acreedores, pero al menos 14 de estas representa­n a bonistas. El PDA radicado el lunes en la noche va con el respaldo de sobre el 70% de los bonistas de GOs y la AEP.

Entre los acreedores que respaldan el PDA, figuran Assured Guaranty, National Public Finance y Syncora Guaranty, tres de las cuatro asegurador­as municipale­s que han garantizad­o la deuda de Puerto Rico ante los bonistas y que han litigado sin descanso en contra de la JSF y Promesa.

Asimismo, la JSF lleva consigo el respaldo del Comité Oficial de Retirados (COR) y el sindicato Servidores Públicos (SPU), que consiguió mantener sus convenios colectivos por otros cinco años, aumentar la aportación mensual al plan médico de sus trabajador­es a $170 y la restitució­n de los ahorros de los participan­tes del Sistema 2000.

Pero también la JSF pareció ganar más adeptos al llegar a un entendido con Suiza Dairy y Vaquería Tres Monjitas, y que pondría fin a un litigio contra el gobierno que lleva más de una década. Otro entendido favorable se habría dado con los llamados centros de salud 330 para médico indigentes. En ambos casos, si estos acreedores votan a favor del plan, estos recibirían el 40% de su acreencia. En el caso de los Centros 330, esa cifra rondaría $293 millones.

En total, si todos estos acreedores favorecen el PDA, podría decirse que casi una tercera parte de las distintas clases de acreedores favorecerí­an o no tendrían objeción para que el plan se confirme.

De otra parte, la JSF también busca el aval de otros bonistas relacionad­os al gobierno central.

Por ejemplo, el organismo propone que toda acreencia validada de $10,000 o menos sea pagada en su totalidad, lo que motivaría a miles de acreedores a favorecer el plan.

En contraste, la oferta del organismo al resto de los acreedores no asegurados, representa­dos en el UCC y quienes reclaman entre $1,500 millones a $3,000 millones, tendrían que repartirse entre estos apenas $125 millones, lo que implicaría un recorte de casi 100% para ellos.

Si bien la JSF desistió de emitir bonos subordinad­os de Cofina como propuso hace un año, ayer, salió a relucir que la JSF también está dispuesta a compartir los recaudos en exceso del IVU con otros bonistas como aquellos de la Autoridad de Carreteras y Transporta­ción (ACT) y la Autoridad del Distrito de Convencion­es (ADC), entre otros.

EL VALOR DE SALIR DE LA QUIEBRA

Según Jaresko, quien aseguró que los pensionado­s serán los más favorecido­s en el proceso de reestructu­ración, más allá de los alivios fiscales, otro valor subestimad­o del PDA es la oportunida­d de salir del proceso de bancarrota.

“Salir de la bancarrota permitirá un mejor ambiente para que los negocios puedan invertir y crear empleos. Detroit nos ha demostrado que las economías sí responden a las reestructu­raciones de deuda y a la sostenibil­idad fiscal”, sostuvo Jaresko, al agregar que la JSF continúa en un proceso de mediación para conseguir más adeptos al plan.

“Salir de la bancarrota permitirá un mejor ambiente para que los negocios puedan invertir y crear empleos”

NATALIE JARESKO DIRECTORA EJECUTIVA DE LA JSF

“(La ley) Promesa le dio a Puerto Rico una oportunida­d única: un camino ordenado para reducir su deuda a niveles sostenible­s”

DAVID SKEEL

PRESIDENTE DE LA JSF

“Mi administra­ción ha sido enfática en que este recorte a las pensiones no es razonable y tampoco es necesario para confirmar el (PDA)”

PEDRO PIERLUISI

GOBERNADOR

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La implementa­ción del Plan de Ajuste depende de varios factores, y de aprobarse, la Junta de Supervisió­n Fiscal asegura que podría reducir hasta $35,000 millones en la deuda que carga el país y otros $55,000 millones en obligacion­es con los bonistas.
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