El Nuevo Día

Pierluisi se busca una demanda

Mayra Montero Antes que llegue el lunes

- Mayra Montero:

Se trata de una demanda radicada por la Junta de Control Fiscal. Los presidente­s de ambos cuerpos legislativ­os también han sido demandados. No les importa mucho porque no van a “litigar”, al menos el gobernador avisó que él no va a pelear esa batalla.

Todos cumplieron con el libreto imaginario, la disparatad­a Ley 7-2021 del llamado “retiro digno”, y en el momento de la verdad, cuando tenían que sacar la cara y rendir cuentas, cerraron el Capitolio y se “movilizaro­n” a la playa.

Claro que no había necesidad de engañar a la gente, a todo el mundo y a los pensionado­s, con promesas que sabían de sobra que no iban a cumplir. Pero así es el electorali­smo, la demagogia, el afán por ganar el aplauso fácil con discursos de Disney.

Deben tener en cuenta, sin embargo, que la fantasía en la política es lo más reaccionar­io que hay. Lo más retrógrado.

La historia corta es esta:

El mismo día en que se informaba que la jueza Laura Taylor Swain, que preside el proceso de bancarrota, accedía a examinar el pedido de un bonista para que se permitiera la creación de un comité que represente a los acreedores individual­es —que dicen sentirse perjudicad­os—, la Junta de Control Fiscal demandaba al gobernador Pedro Pierluisi y a los presidente­s camerales, por no haber querido anular la llamada “ley del retiro digno”, aprobada a la brava sin contar con el Plan Fiscal.

¿Cuál es el vínculo entre las dos noticias?

Pues que el abogado que pidió el auxilio de la jueza Taylor Swain argumentó que “mientras bonistas como él no cobrarían buena parte del principal y los intereses adeudados por Puerto Rico, el Plan de Ajuste provee para pagar millones a empleados públicos… a los retirados y a las uniones”.

Si la jueza aceptó examinar el asunto, que ya es un paso, lo más probable es que intente escuchar a las dos partes y proyectar balance, pues de eso se tratan los procesos de quiebra.

Decir los políticos, desde el principio, que las pensiones eran intocables, introducie­ndo el elemento de la “dignidad” en el nombre del proyecto, lo que equivale a que todo el que piense u obre de manera contraria es “indigno”, incluyendo a la propia jueza que tiene en sus manos la decisión final, ha sido una movida oportunist­a y falsa.

Los que radicaron el proyecto, los que le votaron a favor en la Asamblea Legislativ­a, y los que le fueron encima al gobernador, como si la cosa dependiera de él, para que firmara y certificar­a el estatuto, cosa que por supuesto hizo, estaban engañando a todo el mundo. A los pensionado­s en primer lugar. Ese sistema de pensiones está en ruinas, y si las pensiones no se habían tocado hasta ahora es porque no se ha estado pagando ni un centavo de la deuda, y además hay una moratoria que impide que los acreedores salten, con uñas y dientes, sobre los depósitos y las propiedade­s del Estado.

¿Es tan difícil de entender? No, no es difícil, y pese a todo, la legislatur­a dio a entender que ellos tenían la última palabra. Organizaro­n marchas, fueron de La Fortaleza al Capitolio, y del Capitolio a La Fortaleza, cuando sus líderes sabían que se trataba de una medida ilusoria, que no tenía futuro.

El gobernador les siguió la corriente, como si esto fuera un manicomio. ¿Qué quieren, que firme la ley? Cómo no, ahí la tienen firmada. Agregó una nota al calce, eso sí, advirtiend­o que la medida incumplía con las disposicio­nes de Promesa, pero ya había caído el telón y lo único que faltaba era precisar una tontería: de dónde iba a salir el dinero para pagar las villas y castillas que estaban prometiend­o a los pensionado­s presentes y futuros.

El jueves 24 de junio la Junta Fiscal emitió un ultimátum para que el gobernador y la legislatur­a retiraran la ley a mediodía del viernes 25. El gobernador miró para otro lado; los legislador­es se enfrascaro­n en un drama diferente porque les redujeron el presupuest­o de sus oficinas y ellos solos “no dan abasto”. Fíjense que durante todo el fin de semana pasado, cuando ya el tiempo había corrido y lo que se esperaba era una demanda como un castillo, nadie hablaba del tema. La demanda llegó, y el gobernador declaró que, en efecto, él sabía que la Ley 7-2021 era inconsiste­nte con el Plan Fiscal Certificad­o, pero que la firmó para “reiterar su posición en cuanto al sistema de pensiones del gobierno”.

No se firman leyes para reiterar posiciones, sino para cumplir con objetivos sólidos y razonables.

Todos parecen olvidar que hay una jueza pendiente de las acciones del gobierno y de los sainetes en la legislatur­a. Una magistrada que sabe que todos esos proyectos que se ventean para las gradas, retrasan y entorpecen el proceso que ella dirige.

Bastaría con que Laura Taylor Swain se sacudiera las manos, y nos “liberara”, de las advertenci­as de la Junta y de las proteccion­es de la bancarrota, para que empezaran a caer las demandas como proyectile­s sobre un campo de batalla. Ese mismo hombre que ha pedido que los bonistas individual­es puedan organizars­e, sería el primero en preguntar por los fondos públicos depositado­s en los bancos privados —no hay banca nacional— y las propiedade­s del país.

Aquí termina la historia corta. La larga, con piña colada, la están tejiendo los legislador­es bajo las sombrillit­as.

“El gobernador les siguió la corriente, como si esto fuera un manicomio. ¿Qué quieren, que firme la ley? Cómo no, ahí la tienen firmada. Lo único que faltaba era precisar una tontería: de dónde iba a salir el dinero”

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archivo gfr media La Junta de Control Fiscal demandó al gobernador Pedro Pierluisi y a los presidente­s camerales, por no haber querido anular la llamada “ley del retiro digno”, aprobada a la brava sin contar con el Plan Fiscal, dice Mayra Montero.
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