El Nuevo Día

Emilio Flores Márquez: el hombre más longevo del planeta

El puertorriq­ueño, quien tiene una marca global certificad­a por Guinness, está a semanas de celebrar sus 113 años

- DAVID CORDERO MERCADO david.cordero@gfrmedia.com Twitter: @David_cmercado

Don Emilio Flores Márquez toma religiosam­ente su tasa de café en las tardes y, aunque ya casi no puede hablar, responde con ánimo a las caricias de sus hijos Tirsa y Emilio. Con un récord mundial como el hombre vivo más longevo en el mundo, certificad­o por la entidad Guinness World Records, a sus casi 113 años rompe su propia marca con cada amanecer.

“La bendición de tener un papá que ha durado tantos años es algo milagroso. Siento mucho en mi corazón, alegría, gozo”, afirmó Tirsa, de 73 años.

Nacido en el barrio Santa Cruz en Carolina el 8 de agosto de 1908, saltó a la fama global el 14 de mayo de 2021, cuando Guinness lo nombró el hombre más longevo con 112 años y 279 días. Tirsa recuerda cuando, en noviembre del pasado año, la pastora de la iglesia a la que asiste le mencionó la posibilida­d de que su padre, en efecto, fuera el hombre vivo con más edad en el planeta.

“Yo lo puse en duda, porque yo decía: ‘¿Del mundo? Será de Puerto Rico, ¿pero del mundo?’”, relató. Luego, una sobrina de don Emilio se encargó de hacer el acercamien­to a Guinness y el resto es historia.

Don Emilio es el mayor de 11 hermanos y es el único vivo. Junto a Andrea Pérez procreó cuatro hijos -Hilda Luz, Olga Zoraida, Emilio y Tirsa-, las primeras dos fallecidas. En 2011 murió Andrea, su esposa durante 75 años. Ella tenía 95.

Ser el mayor de los hermanos en el seno de una familia pobre de principios del siglo 20 llevó a Emilio hasta el tercer grado de escuela, cuando su padre decidió que en adelante debería dedicarse al trabajo en la caña de azúcar y la agricultur­a, para ayudar en el sustento del hogar. Ese fue un suceso que lo marcó. “Él quería estudiar”, contó Tirsa.

Leal, caritativo y amoroso. Así lo describió su hija cuando El Nuevo Día a su hogar en Trujillo Alto.

Luego conoció a Andrea, con quien se casó el 25 de julio de 1935, cuando él tenía 27 años y ella, 20. Entonces, formaron su primer hogar en la barriada “El Monte” en Hato Rey. Ya cerca de mediados de siglo, Emilio viajó a Estados Unidos para trabajar y sostener a su familia. Su trabajo en una fábrica de acero en Chicago lo enorgullec­ía. “Él estaba muy orgulloso de trabajar allí, porque manejó buen dinero y le enviaba dinero a mi mamá”, continuó Tirsa. Era también detallista con sus hijos.

“Éramos pobres y no teníamos juguetes... La primera vez que mi papá regresa de los Estados Unidos, vino con una muñeca para mí y esa muñeca meneaba la cabeza y caminaba. Yo me sentí la niña más rica del mudo. Fue nuestra primera experienci­a de tener juguetes”, recordó.

Pero estar lejos de su familia, y el insoportab­le invierno, no era lo que quería. En 1953, la muerte súbita de su padre en un accidente lo trajo de regreso a la isla. “Mi papá vino al funeral y no regresó a Estados Unidos”. Para ese entonces, también había iniciado el desalojo de los vecinos de la barriada “El Monte”. Ese proceso los llevó hasta el residencia­l público Manuel A. Pérez, donde la familia vivió por 20 años, hasta que Tirsa compró para sus padres el hogar en el que hoy cuida a don Emilio, en Trujillo Alto.

En la segunda mitad del pasado siglo, don Emilio se dedicó a la industria de la construcci­ón como chofer. Con sus propias manos, también, se encargó de las expansione­s del hogar.

“Construyó la marquesina, la cocina, se hizo también la terraza. En todos esos años trabajó fuerte. Sembraba siempre, picaba la grama a machete. Asistía a todo; a cuanta fiestecita hacía la familia, ahí él estaba. Él nunca se sentó hasta que llegó a esta edad, que se encamó”, rememoró la hija.

Tirsa atribuye al buen ánimo de su papá una de las claves para su larga vida. “Él estaba siempre animando y, si pasaba algo por lo cual tuviera algún coraje, eso se borraba”, recordó sobre su padre, a quien describió como “un hombre muy honrado, leal, caritativo, amoroso”.

Don Emilio tiene un marcapasos y con la edad apareciero­n problemas auditivos y de visión. A principios de 2018, dificultad­es médicas deteriorar­on su estado y lo llevaron a una cama. Casi no puede hablar, pero cuando Tirsa y su hijo Emilio, de 77 años, lo acarician, un ánimo repentino lo ayuda incluso a cantar, como lo hacía en el pasado, cuando también componía. “Todos los que tengan sus padres, óiganlos, ámenlos y el día que estén viejitos y ya no tengan fuerzas, ayúdenlos”, expresó Tirsa.

“La bendición de tener un papá que ha durado tantos años es algo milagroso. Siento mucho en mi corazón, alegría, gozo”

TIRSA FLORES HIJA DE DON EMILIO FLORES MÁRQUEZ

 ?? Vanessa.serra@gfrmedia.com ?? Emilio y Tirsa Flores, hijos de don Emilio Flores Márquez, junto a su padre, el hombre de mayor edad en todo el mundo.
Vanessa.serra@gfrmedia.com Emilio y Tirsa Flores, hijos de don Emilio Flores Márquez, junto a su padre, el hombre de mayor edad en todo el mundo.
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