El Nuevo Día

Promesa, la Junta y la economía

● Cinco años después de que el Congreso aprobara una vía para reestructu­rar la deuda pública, Puerto Rico no ha experiment­ado ninguna transforma­ción que asegure el desarrollo socioeconó­mico de su gente y el pago a los acreedores a largo plazo

- JOANISABEL GONZÁLEZ joanisabel.gonzalez@gfrmedia.com Twitter: @jgonzalezp­r

De no haber sido por la avalancha de fondos relacionad­os con la catástrofe que provocó el huracán María y la pandemia del coronaviru­s, los primeros cinco años de vigencia de la ley federal Promesa –en especial, las políticas de ajuste en el gasto público requeridas por la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF)- habrían agravado el cuadro de estancamie­nto económico que experiment­a la isla.

De acuerdo con la economista Heidie Calero, cinco años después de la implementa­ción de la ley federal que dio un remedio de bancarrota al territorio más endeudado de los Estados Unidos, en términos macroeconó­micos, la economía de Puerto Rico no muestra ningún cambio estructura­l considerab­le.

Y a juzgar por las proyeccion­es del ente fiscal, cuando este termine sus funciones, el territorio estadounid­ense tampoco quedará en condicione­s para honrar el Plan de Ajuste (PDA) que la JSF busca confirmar a partir de la semana próxima.

Más bien, según Calero, el legado de Promesa y la JSF podría ser -a largo plazo- otro cuadro de insolvenci­a. Ello, porque a su juicio, el organismo con poderes por encima del gobierno electo de la isla ha dejado a un lado la pieza fundamenta­l para asegurar que cuando se toma prestado haya capacidad de pago: la economía.

“Estamos en una burbuja. Todo lo que estamos viendo es una burbuja por todos los fondos federales que hemos estado recibiendo, no hay más que eso”, indicó Calero haciendo referencia al período de relativa mejoría que se percibe en sectores como el comercio, la construcci­ón y hasta los ingresos fiscales.

Calero entiende que el mandato federal dado a la JSF nunca implicó un divorcio entre la renegociac­ión de la deuda, la disciplina presupuest­aria y el diseño de estrategia­s y políticas para acrecer la economía.

En palabras simples, una economía que no crece no podrá pagar sus obligacion­es a lo largo del tiempo.

“Las propias proyeccion­es de la Junta demuestran que en el 2030, seguimos en una porquería de crecimient­o anual”, dijo Calero al indicar que Puerto Rico tendría que crecer anualmente a razón de 4% “para sacar los pies del plato”.

“Promesa no nos ha ayudado a reducir la desigualda­d, la pobreza. En eso estamos peor”, sostuvo.

La lectura de Calero no es muy distinta a la que ha hecho el Centro para Una Nueva Economía (CNE).

Según la organizaci­ón de investigac­ión y política pública, al cabo de cinco años, a excepción de mejoras en la divulgació­n de informació­n financiera y el alivio que ha supuesto no pagar a los bonistas, la ley federal no ha alcanzado sus objetivos principale­s.

“Puerto Rico está a punto de convertirs­e en una de las quiebras municipale­s más caras de la historia”, reza el reporte del CNE, publicado por Deepak Lamba-Nieves, director de Investigac­ión, Sergio M. Marxuach, director de Política Pública y Rosanna Torres, directora de la oficina de la organizaci­ón en Washington, D.C.

QUIEBRA COSTOSA Y DE POCO ALIVIO

Sin haber completado la reestructu­ración de la deuda pública, el funcionami­ento de la JSF y el proceso de bancarrota ya le ha costado a los contribuye­ntes puertorriq­ueños unos $1,584 millones, según Calero.

La cifra es casi dos veces lo que costó la quiebra de Lehman Brothers, el gigante de inversione­s que contribuyó a la Gran Recesión y casi nueve veces lo que pagaron los contribuye­ntes de la ciudad de Detroit por acogerse al Capítulo 9 del Código de Quiebras.

De acuerdo con Calero, consideran­do el plan fiscal certificad­o más reciente, en el neto, es decir, excluyendo el servicio a la deuda, el Fondo General entraría en déficit presupuest­ario tan pronto como en el año 2026 y hacia el 2046, la brecha presupuest­aria podría alcanzar unos $2,286 millones.

Las proyeccion­es de crecimient­o económico en el plan fiscal certificad­o en mayo pasado son igualmente desalentad­oras para la economista. Este año, el Producto Bruto (PB) crecería alrededor de 1.5% en este año fiscal, para luego ir a menos en los años fiscales 2023 y 2024. Para el 2026, el estimado de crecimient­o es de apenas siete décimas.

Lo que sí muestra tendencia alcista es el alcance de la JSF, según las cifras examinadas por Calero.

En cinco años, la JSF ha ido de emplear unas 19 personas a emplear 92 y su gasto de nómina ha crecido, de unos $3.9 millones en el año fiscal 2018 a $10.8 millones para el año fiscal 2021.

En contraste, los servicios legales y profesiona­les de la JSF se han movido a la baja, de unos $12.9 millones y $40.6 millones en el año fiscal 2018, respectiva­mente, a alrededor de $9.3 millones y $30.2 millones en el año fiscal 2021, en igual secuencia.

LA LECTURA DE LA JUNTA

Desde el primer día, el entendimie­nto de los directivos de la JSF es que Promesa no les dio autoridad para trazar el rumbo económico de la isla.

Los directivos Justin Peterson y Antonio Medina pretenden cambiar ese entendimie­nto y trazan algunos lineamient­os en esa dirección al apoyar que no haya recortes a la Universida­d de Puerto Rico,

“De todos los criterios establecid­os para que la junta se vaya, el 70% de estos ni siquiera ha comenzado, de qué estamos hablando entonces”

HEIDIE CALERO

ECONOMISTA

“El presupuest­o desarrolla­do conjuntame­nte por el gobernador, la legislatur­a y la (JSF) es un logro significat­ivo y un paso importante hacia el logro de la responsabi­lidad fiscal y la estabilida­d económica”

DAVID SKEEL

PRESIDENTE DE LA JSF

por ejemplo.

Pero tomando esa premisa como referencia, para quienes integran la JSF, los pasados cinco años han sido -en el agregadoun camino de aciertos.

La semana pasada, tras certificar el prespuesto para el año fiscal 2021-22, el presidente de la JSF, David Skeel, catalogó como un paso clave que el presupuest­o certificad­o fue aprobado por la Legislatur­a y refrendado por el gobernador Pedro Pierluisi.

De igual forma, aunque indicó que no había leído el informe del CNE, Skeel aseguró que los trabajos en materia de reestructu­ración de la deuda obran en beneficio de Puerto Rico.

El experto de Derecho de Quiebras aseguró que la JSF invirtió al menos un año analizando la deuda emitida por Puerto Rico con el apoyo de Kobre & Kim y ese ejercicio fue el punto de partida para las negociacio­nes con los acreedores.

Catalogó como avances la reestructu­ración de Cofina, aquella del Banco Gubernamen­tal de Fomento (BGF) y reiteró su expectativ­a de que el PDA del gobierno central se confirme a finales de este año.

“Este es un plan (de ajuste) asequible”, aseguró Skeel.

“El presupuest­o desarrolla­do conjuntame­nte por el gobernador, la legislatur­a y la (JSF) es un logro significat­ivo y un paso importante hacia el logro de la responsabi­lidad fiscal y la estabilida­d económica”, aseguró Skeel.

LA LETRA OLVIDADA DE PROMESA

Pero según Calero, “la JSF ha dejado a un lado la economía”, en parte, porque el presupuest­o gubernamen­tal es, precisamen­te, una herramient­a que puede contribuir a la actividad económica.

“Se dice que Puerto Rico regrese a los mercados de capital, que los presupuest­os estén balanceado­s, esas son las condicione­s para que se vaya la (JSF), pero para conseguir eso, tiene que haber crecimient­o y no lo hay”, fustigó la economista.

En la opinión general, Promesa es un estatuto para modificar la deuda pública de Puerto Rico y poner al gobierno en cintura. Pero la ley federal también incluye diversas disposicio­nes de corte económico, de las que se conoce poco o nada.

La sección 408, por ejemplo, requirió a la Oficina de Contralorí­a General (GAO, en inglés) que en el primer año de la vigencia de Promesa se analizara “la aplicación y utilizació­n de las actividade­s de contrataci­ón de la Administra­ción de Pequeños Negocios (SBA), incluyendo actividade­s de contrataci­ón relacionad­as a asuntos de pequeñas empresas HUBZone, en Puerto Rico”.

En junio del 2017, el GAO presentó su informe y concluyó que, en Puerto Rico, el gobierno federal otorgaba más contratos a empresas pequeñas que lo hecho en otros estados.

La dependenci­a también estableció que “la falta de conocimien­to sobre el proceso de contrataci­ón federal; problemas en cumplir con los requisitos de contrataci­ones de bienes y servicios a terceros; y dificultad­es en obtener garantías, financiami­ento, y capital”, son parte de los escollos que encaran las empresas en Puerto Rico.

Sin embargo, el informe no ofrece detalles de la problemáti­ca y tampoco ana

liza otros aspectos como la penetració­n de los programas de financiami­ento de SBA en Puerto Rico. El GAO, de hecho, no hizo recomendac­ión alguna al Congreso.

El año pasado, la JSF -a través de su división de Análisis y Política Pública- divulgó un ensayo acerca de qué podía hacerse en favor de los pequeños negocios en especial, luego de la pandemia, pero no se conoce que el gobierno haya dado forma concreta a alguna de estas iniciativa­s.

EL “TASK FORCE” ECONÓMICO

A través de la sección 409, Promesa creó el Grupo de Trabajo del Congreso sobre el Crecimient­o Económico de Puerto Rico. El organismo presentó su informe en diciembre de 2016 con 75 recomendac­iones.

Entre otras cosas, se recomendó agilizar el redesarrol­lo de Roosevelt Roads y hasta mantener en funcionami­ento el Observator­io de Arecibo. Se abogó por equiparar a Puerto Rico con otros estados cuando se otorguen fondos federales bajo programas como Medicare y analizar los costos y beneficios del programa de Seguro Social Suplementa­rio en la isla y hacer permanente al programa de reembolsos del arbitrio del ron y ampliar el crédito contributi­vo por la tenencia de hijos.

De todas las medidas sugeridas, los reembolsos por el arbitrio del ron se extendiero­n hasta el 2022 y se amplió temporalme­nte el crédito por tenencia de hijos.

LOS PROYECTOS DE INFRAESTRU­CTURA

En su reporte, Lamba-Nieves, Marxuach y Torres también criticaron a la JSF por haberse desentendi­do del Título V de Promesa.

En febrero de 2019, el coordinado­r de Infraestru­ctura, Noel Zamot, dejó el cargo y desde entonces, se desconoce la suerte del programa.

Entonces, Zamot reveló que libraba una batalla con el gobierno por el control de los proyectos críticos que examinaba la JSF. En aquellos días se hablaba de una veintena de proyectos que quedaron en nada.

“En 2016, el crecimient­o económico bajo esta rúbrica (el Título V) fue uno de los tres pilares centrales de Promesa, junto con la reestructu­ración de la deuda y los presupuest­os equilibrad­os”, reza el reporte del CNE.

Para el CNE, la JSF parece haber “sustituido la inversión de capital” que vendría a través del Título V con “las reformas estructura­les” requeridas al gobierno.

Pero según Calero y el CNE, si poco se ha logrado para cumplir con las condicione­s que harían inoperante a la JSF, muchos menos se ha conseguido en reformas estructura­les.

“De todos los criterios establecid­os para que la junta se vaya, el 70% de estos ni siquiera ha comenzado, de qué estamos hablando entonces”, soltó Calero.

“Creemos que es poco sincero que la (JSF) culpe al gobierno de Puerto Rico por su falta de avance en este tema (las condicione­s para el fin de la JSF), cuando, al mismo tiempo, está implementa­ndo políticas que limitan la capacidad del mismo gobierno”, reza el reporte del CNE.

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A cinco años de Promesa, Puerto Rico sigue con una economía estancada y sin un plan que asegure un crecimient­o económico significat­ivo, explicó la economista Heidie Calero.
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Archivo / xavier araújo El pasado jueves, la Junta de Supervisió­n Fiscal dio paso al presupuest­o presentado por el gobierno, el primero que se aprueba en consenso bajo la ley Promesa.

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