Vacunación y solidaridad para erradicar la pandemia
A quince meses de decretada la emergencia por la pandemia del COVID-19, Puerto Rico se apresta a retomar la normalidad con una nueva consciencia de lo que debe hacer para dejar atrás el virus y evitar regresar a las restricciones para contener su propagación.
La vacunación es hoy la mejor protección contra el coronavirus que ha interrumpido la cotidianidad en todo el mundo por meses. El gobierno local ha destacado que la isla está en el noveno lugar en inoculación, en comparación con Estados Unidos, y que ocupa la undécima posición a nivel mundial.
Al menos el 63% de la población adulta cuenta con la dosis completa de la inoculación, por lo que el gobierno anticipa que nuestro país podría alcanzar la inmunidad de rebaño en septiembre. Pero se requiere que más ciudadanos accedan a vacunarse. Según la Coalición Científica, aún la mitad de la población sigue sin completar ese proceso. Por lo menos, la tasa de positividad se mantiene reducida.
Estas condiciones y las liberalizaciones anunciadas por el gobierno ofrecen la oportunidad de normalizar las operaciones laborales y comerciales para reactivar la menguada economía. Progresar en esa ruta está en manos de cada ciudadano y de los líderes de los diversos sectores sociales y económicos, manteniendo las medidas salubristas que también parecen haber contribuido a prevenir contagios de otras enfermedades peligrosas, como la influenza.
Reconociendo que la amenaza persiste, el gobernador Pedro Pierluisi dejó en efecto el estado de emergencia por la pandemia y ha delegado en el secretario de Salud, Carlos Mellado, las nuevas recomendaciones para prevenir contagios hasta que determine que el COVID-19 está controlado o extinguido en la isla.
Son indispensables las pruebas y los rastreos, la actualización precisa y transparente de las estadísticas y la comunicación clara y continua del Departamento de Salud con los ciudadanos.
En eventos multitudinarios se exigirá evidencia de vacunación o pruebas negativas al COVID-19 y las autoridades afirman que las personas vacunadas pueden prescindir del uso de la mascarilla. No obstante, muchas de estas medidas de control descansarán sobre todo en códigos de honor, es decir, dependen de que cada persona actúe responsablemente. Ese sentido de civismo y solidaridad urge más ahora porque los negocios en espacios cerrados pueden operar al 100% de capacidad. Ello también dependerá de que personas desocupadas acudan a trabajar para que la economía retome impulso.
Es importante recalcar el mensaje de que las personas sin vacunar siguen en riesgo de contagio y de enfermar de gravedad. También debe arreciar la campaña de inoculación, incluso visitando las comunidades. Expertos han identificado que el grupo entre los 20 y 29 años sin vacunar es un foco de alto riesgo.
La evidencia científica ha demostrado que quienes cuentan con la dosis completa de vacunación están protegidos de contagios o de síntomas agudos de la enfermedad. De ahí la importancia de que más personas reconozcan que, mientras no se vacunen, la mascarilla puede proteger su salud y vida.
La inoculación es, además, un acto de solidaridad, sobre todo con nuestros niños y jóvenes que necesitan y merecen regresar a escuelas, colegios y universidades, como parte de su proceso de desarrollo académico y social.
Llegar al punto en que Puerto Rico se encuentra hoy con respecto a la pandemia del COVID-19, desde que el 15 de marzo de 2020 se declaró la emergencia, ha costado a todos sacrificios incalculables, la muerte de 2,550 personas hasta el viernes, el cierre de negocios y cuantiosas pérdidas económicas. Hagamos que no sea en vano. Abracemos la nueva oportunidad para compartir, generar y producir con un nuevo sentido de aprecio a la vida y a la capacidad humana de unirse para superar la adversidad.