El recinto incomprendido
Nadie parece comprender al Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP), ni los políticos o funcionarios coloniales con injerencia en su futuro, ni las personas a cargo de conducirlo en medio de tiempos difíciles.
Comenzando por la Junta de Supervisión Fiscal (JSF), han demostrado su falta de comprensión al implementar recortes a la UPR conducentes a que su recinto insignia no pueda alcanzar el estándar que ellos mismos argumentaron debía tener. Si José Carrión III entendía que la UPR debía ser como las universidades “del norte” debió garantizar los fondos que exigía esa transformación. Su aspiración y los recortes impuestos fueron incongruentes.
Esas contradicciones iniciales en la JSF han continuado. Recientemente, mientras Justin Peterson señaló que la “UPR es indispensable”, reconociendo su importancia, Natalie Jaresko entendía que la reducción de fondos “no afectará de ninguna manera la prestación de servicios o la educación impartida”. Así, la ejecutiva de la JSF demostró no comprender cuáles son los servicios y el tipo de educación que ofrece un recinto de investigación. Una enseñanza anclada en la investigación requiere una inversión en la institución responsable de impartirla.
Pero la JSF no está sola en su ignorancia sobre lo que debe ser un recinto de investigación. La mayor paradoja sobre la incomprensión del recinto es que sus mismos administradores no lo entiendan. Hemos visto cómo la actual gerencia de Río Piedras no ha comprendido las particularidades de una universidad de investigación. Olvidaron su propio Plan Estratégico (irónicamente llamado “Compromiso 2018-2023”, Certificación 79, 2017-18) cuya prioridad número uno era la investigación y la creación, para concentrarse en un recinto de enseñanza.
La miopía administrativa en UPRRP los llevó a interesarse en programas cortos y certificados en una presunta competencia con instituciones privadas. Su incomprensión del recinto reside en pretender incursionar (mediocremente) en un terreno copado por universidades privadas, descuidando el nicho particular del recinto como institución de investigación, en el cual la UPR no tiene competencia.
Según datos de la Unidad de Monitoreo y Análisis de Investigación Científica de Puerto Rico, en las últimas dos décadas la UPR es responsable del 70% de la producción científica del país. Las privadas (todas juntas) y otras entidades son responsables del restante 30%. La productividad de la UPR emerge de los recintos de Río Piedras, Mayagüez y Ciencias Médicas, con UPRRP siendo el único clasificado como institución de investigación. Uno se pregunta, ¿por qué la administración riopedrense no reconoció la fortaleza que lo distinguía para capitalizar sobre esto en momentos difíciles? En su lugar, se aceleró la destrucción del proyecto de universidad de investigación que llevaba años impulsándose.
La incomprensión del recinto de investigación por su administración se demuestra también en sus recientes interacciones con la prensa en un pobre intento de minimizar el daño de los señalamientos sobre la falta de profesores (El Nuevo Día, 28 de junio de 2021).
Primero, argumentar que la contratación de docentes a tarea parcial es positiva porque atrae personas externas a “impartir clases a las nuevas generaciones de profesionales” demuestra una visión estrecha (tipo “colegio técnico de comunidad”) de un recinto que es disciplinariamente más diverso y académicamente más sólido. También ilustra que la gerencia actual no valora el tipo de profesor estable y completamente dedicado a la universidad que requiere una institución de investigación. Por otro lado, hay indicadores que sugieren que la UPRRP tiene dificultades inclusive para atraer docentes por contrato.
Segundo, el razonamiento demográfico expuesto por el Rector en que vincula la reducción poblacional del país con la baja en estudiantes es un argumento tipo espantapájaros. Desvía la atención del hecho de que la cantidad de profesores necesaria se mide con respecto a los estudiantes actualmente activos en el recinto. Además, su lógica presume que la cantidad de estudiantes de UPRRP tiene que ser proporcional al país y es provincialista al no contemplar la internacionalización mediante el reclutamiento de estudiantes extranjeros. ¡Finalmente, contradice a la misma Administración Central de la UPR que mediante Comunicado de Prensa (28 de junio de 2021) celebró el aumento de estudiantes admitidos!
Tercero, la gerencia académica convenientemente utiliza el profesorado de tarea parcial para calcular la proporción entre docentes y estudiantes. Pero en la práctica los mantiene en salarios bajos y cursos limitados que los obligan a emplearse en otras instituciones para sobrevivir. El estatus de universidad de investigación no se puede sostener con una población de docentes flotantes y en condiciones laborales precarias. Además, referirse a “profesores de enseñanza” indica el olvido del componente de investigación, pero también sugiere que hay otro tipo de docente, que es el “profesor graduado” o de investigación. Irónicamente, la administración actual determinó no implantar la normativa aprobada consistentemente por el Senado Académico (Cert. 38, 2012-13; Cert. 51, 2017-18, Cert. 95, 2019-20) que contiene la categoría de “profesor graduado” y fortalecía el componente investigativo de la docencia.
Todo lo anterior demuestra, tristemente, la actitud derrotista de una administración que claudicó al proyecto universitario que heredó. Curiosamente, la gerencia de UPRRP celebra un pasado de premios nobeles que realmente no fueron y repite la retórica del recinto de investigación, sin ser capaz de construir un futuro o de ejecutar en sus promesas.
La incomprensión externa de la JSF no debe sorprendernos. Su interés realmente son los ajustes fiscales de Puerto Rico, y no la viabilidad futura de un país, que requeriría una universidad vigorosa y activa en la producción y divulgación de conocimiento. La incomprensión interna, sin embargo, es vergonzosa y ejemplo de cómo un estilo administrativo politizado, personalista y desprovisto de visión le ha fallado al país y sus generaciones futuras. Un cambio de mando es urgente.
“La incomprensión interna es vergonzosa y ejemplo de cómo un estilo administrativo politizado, personalista y desprovisto de visión le ha fallado al país y sus generaciones futuras”