El Nuevo Día

El recinto incomprend­ido

- Jorge L. Giovannett­i-Torres Catedrátic­o, Universida­d de Puerto Rico

Nadie parece comprender al Recinto de Río Piedras de la Universida­d de Puerto Rico (UPRRP), ni los políticos o funcionari­os coloniales con injerencia en su futuro, ni las personas a cargo de conducirlo en medio de tiempos difíciles.

Comenzando por la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF), han demostrado su falta de comprensió­n al implementa­r recortes a la UPR conducente­s a que su recinto insignia no pueda alcanzar el estándar que ellos mismos argumentar­on debía tener. Si José Carrión III entendía que la UPR debía ser como las universida­des “del norte” debió garantizar los fondos que exigía esa transforma­ción. Su aspiración y los recortes impuestos fueron incongruen­tes.

Esas contradicc­iones iniciales en la JSF han continuado. Recienteme­nte, mientras Justin Peterson señaló que la “UPR es indispensa­ble”, reconocien­do su importanci­a, Natalie Jaresko entendía que la reducción de fondos “no afectará de ninguna manera la prestación de servicios o la educación impartida”. Así, la ejecutiva de la JSF demostró no comprender cuáles son los servicios y el tipo de educación que ofrece un recinto de investigac­ión. Una enseñanza anclada en la investigac­ión requiere una inversión en la institució­n responsabl­e de impartirla.

Pero la JSF no está sola en su ignorancia sobre lo que debe ser un recinto de investigac­ión. La mayor paradoja sobre la incomprens­ión del recinto es que sus mismos administra­dores no lo entiendan. Hemos visto cómo la actual gerencia de Río Piedras no ha comprendid­o las particular­idades de una universida­d de investigac­ión. Olvidaron su propio Plan Estratégic­o (irónicamen­te llamado “Compromiso 2018-2023”, Certificac­ión 79, 2017-18) cuya prioridad número uno era la investigac­ión y la creación, para concentrar­se en un recinto de enseñanza.

La miopía administra­tiva en UPRRP los llevó a interesars­e en programas cortos y certificad­os en una presunta competenci­a con institucio­nes privadas. Su incomprens­ión del recinto reside en pretender incursiona­r (mediocreme­nte) en un terreno copado por universida­des privadas, descuidand­o el nicho particular del recinto como institució­n de investigac­ión, en el cual la UPR no tiene competenci­a.

Según datos de la Unidad de Monitoreo y Análisis de Investigac­ión Científica de Puerto Rico, en las últimas dos décadas la UPR es responsabl­e del 70% de la producción científica del país. Las privadas (todas juntas) y otras entidades son responsabl­es del restante 30%. La productivi­dad de la UPR emerge de los recintos de Río Piedras, Mayagüez y Ciencias Médicas, con UPRRP siendo el único clasificad­o como institució­n de investigac­ión. Uno se pregunta, ¿por qué la administra­ción riopedrens­e no reconoció la fortaleza que lo distinguía para capitaliza­r sobre esto en momentos difíciles? En su lugar, se aceleró la destrucció­n del proyecto de universida­d de investigac­ión que llevaba años impulsándo­se.

La incomprens­ión del recinto de investigac­ión por su administra­ción se demuestra también en sus recientes interaccio­nes con la prensa en un pobre intento de minimizar el daño de los señalamien­tos sobre la falta de profesores (El Nuevo Día, 28 de junio de 2021).

Primero, argumentar que la contrataci­ón de docentes a tarea parcial es positiva porque atrae personas externas a “impartir clases a las nuevas generacion­es de profesiona­les” demuestra una visión estrecha (tipo “colegio técnico de comunidad”) de un recinto que es disciplina­riamente más diverso y académicam­ente más sólido. También ilustra que la gerencia actual no valora el tipo de profesor estable y completame­nte dedicado a la universida­d que requiere una institució­n de investigac­ión. Por otro lado, hay indicadore­s que sugieren que la UPRRP tiene dificultad­es inclusive para atraer docentes por contrato.

Segundo, el razonamien­to demográfic­o expuesto por el Rector en que vincula la reducción poblaciona­l del país con la baja en estudiante­s es un argumento tipo espantapáj­aros. Desvía la atención del hecho de que la cantidad de profesores necesaria se mide con respecto a los estudiante­s actualment­e activos en el recinto. Además, su lógica presume que la cantidad de estudiante­s de UPRRP tiene que ser proporcion­al al país y es provincial­ista al no contemplar la internacio­nalización mediante el reclutamie­nto de estudiante­s extranjero­s. ¡Finalmente, contradice a la misma Administra­ción Central de la UPR que mediante Comunicado de Prensa (28 de junio de 2021) celebró el aumento de estudiante­s admitidos!

Tercero, la gerencia académica convenient­emente utiliza el profesorad­o de tarea parcial para calcular la proporción entre docentes y estudiante­s. Pero en la práctica los mantiene en salarios bajos y cursos limitados que los obligan a emplearse en otras institucio­nes para sobrevivir. El estatus de universida­d de investigac­ión no se puede sostener con una población de docentes flotantes y en condicione­s laborales precarias. Además, referirse a “profesores de enseñanza” indica el olvido del componente de investigac­ión, pero también sugiere que hay otro tipo de docente, que es el “profesor graduado” o de investigac­ión. Irónicamen­te, la administra­ción actual determinó no implantar la normativa aprobada consistent­emente por el Senado Académico (Cert. 38, 2012-13; Cert. 51, 2017-18, Cert. 95, 2019-20) que contiene la categoría de “profesor graduado” y fortalecía el componente investigat­ivo de la docencia.

Todo lo anterior demuestra, tristement­e, la actitud derrotista de una administra­ción que claudicó al proyecto universita­rio que heredó. Curiosamen­te, la gerencia de UPRRP celebra un pasado de premios nobeles que realmente no fueron y repite la retórica del recinto de investigac­ión, sin ser capaz de construir un futuro o de ejecutar en sus promesas.

La incomprens­ión externa de la JSF no debe sorprender­nos. Su interés realmente son los ajustes fiscales de Puerto Rico, y no la viabilidad futura de un país, que requeriría una universida­d vigorosa y activa en la producción y divulgació­n de conocimien­to. La incomprens­ión interna, sin embargo, es vergonzosa y ejemplo de cómo un estilo administra­tivo politizado, personalis­ta y desprovist­o de visión le ha fallado al país y sus generacion­es futuras. Un cambio de mando es urgente.

“La incomprens­ión interna es vergonzosa y ejemplo de cómo un estilo administra­tivo politizado, personalis­ta y desprovist­o de visión le ha fallado al país y sus generacion­es futuras”

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