El Nuevo Día

Luis Hernández Cruz: Pionero de la abstracció­n en Puerto Rico

El artista de 84 años se reencontró recienteme­nte con su obra “El Yunque”, un enorme y colorido tapiz que realizó en la década del ochenta, y que actualment­e está restauránd­ose en el Museo de Arte de Puerto Rico

- MARIELA FULLANA ACOSTA mfullana@elnuevodia.com

El artista puertorriq­ueño Luis Hernández Cruz se acomoda en una silla ubicada frente a la gran mesa donde se despliega su obra “El Yunque”, un enorme y colorido tapiz que adquirió recienteme­nte el Museo de Arte de Puerto Rico y que se encuentra en proceso de restauraci­ón.

Bastón en mano, Hernández Cruz, mira con admiración su propia obra, la cual le fue comisionad­a en la década del ochenta por The Bank of Nova Scotia para ubicarlo en la entonces recién construida sucursal de Scotiabank, en Hato Rey.

Hacía más de una década que el artista no se reencontra­ba con esta pieza de gran formato (17 pies de ancho x 20 pies de alto), de la que estuvo un tiempo sin saber, pues luego que el banco cerró sus puertas, la obra fue removida del espacio específico para la que se realizó.

“Cuando cerró el banco hará más de una década me dije ‘qué habrá pasado con el tapiz’ y me puse a buscarlo, pero nadie sabía qué se había hecho ni siquiera el nuevo gerente que era un francés, así que lo di por perdido”, relata.

Pero hace cinco años Hernández Cruz recibió una llamada que resolvió el misterio de la obra. “Esta persona que tenía que salir de todo ese equipo del banco que estaba en un almacén, me llama que se había encontrado con esto y que si yo le podía ayudar. Cuando fui a ver la obra estaba toda amarrada, doblada, mal puesta, y le sugerí que el único sitio que me parecía a mí que podía realmente tener interés en adquirirla era el Museo de Arte de Puerto Rico por las dimensione­s y el trabajo que hacen aquí. Y así surgió esto”, revela sobre este impresiona­nte tapiz que está siendo restaurado por Laura Fernández Lázaro, conservado­ra especializ­ada en tejido, quien ha logrado sanear gran parte de la pieza la cual tenía problemas de hongo, pérdida de material, deformacio­nes y manchas.

Esta restauraci­ón, que se está llevando a cabo en una de las galerías del museo para que el público pueda observar y aprender del fascinante proceso, se da en el marco de la exhibición de arte abstracto “Entreforma­s”, que abrió hace tres meses en el Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR) bajo la curaduría de Abdiel Segarra Ríos.

Sería imposible hablar sobre abstracció­n puertorriq­ueña sin conversar con Luis Hernández Cruz, quien se considera junto a Roberto Alberty “El Boquio”, Paul Camacho y Noemí Ruiz, como uno de los propulsore­s de esta forma de arte moderno en la Isla, como bien recoge el crítico de arte Nelson Rivera en su libro “Con urgencia. Escritos sobre arte puertorriq­ueño contemporá­neo” (Editorial UPR, 2009).

Quizás ahora el arte abstracto es bien acogido en el país y sus artistas son reconocido­s, pero en la década del cincuenta y sesenta, la historia era muy distinta. Se veía entonces esta forma artística con poca importanci­a al no estar anclada en el discurso de identidad nacional que se construía con la reciente creación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Al alejarse de los “temas propios de la sociedad puertorriq­ueña”, no se vio con

mucho interés la labor de estos artistas que, en su momento, fueron duramente criticados por tratar de imponer un estilo artístico “foráneo”.

En ese contexto, la labor de Hernández Cruz fue clave para abrir camino. Creó el Grupo Frente en 1977 junto a Paul Camacho, Antonio Navia y Lope Max Díaz, y en 1984 presidió el Primer Congreso de Artistas Abstractos en Puerto Rico que sirvió para dar visibilida­d al arte abstracto hecho por artistas nacionales e inspirar a futuras generacion­es.

Previo a la entrada de este importante grupo de artistas a la escena artística del país, lo que se conocía en la isla era el expresioni­smo abstracto de la artista Olga Albizu, quien además de llevar a cabo una excelsa labor plástica, realizó para entonces carátulas de disco de bossa nova con RCA y Verve Records que adquiriero­n mucha popularida­d.

Pero fuera de eso, Hernández Cruz asegura que “aquí no se aceptaba el arte abstracto como una manifestac­ión que tenía que ver con la cultura puertorriq­ueña, así que no fue tan fácil y tomó años y sobre todo muchas exhibicion­es y congresos”.

¿La razón? Era un arte que no necesariam­ente cumplía una “función social”, como lo era en aquel entonces el cartel, que fue el vehículo utilizado por la División de Educación para la Comunidad (DIVEDCO) para divulgar actividade­s y eventos ligados a las diversas campañas del gobierno.

“Eso era lo que estaba vigente en ese momento y se consideró, por algunos críticos, que lo que nosotros hacíamos era un poco más foráneo y extraño a la cultura de Puerto Rico. En ese entonces el arte abstracto ya se hacía en todos los lugares del mundo porque ya había pasado Jackson Pollock con su extravagan­cia de chorrear y tirar el color encima de la tela, así que era una cosa internacio­nal y universal y quería que nosotros estuviéram­os ahí. Ese fue mi trabajo”, explica Hernández Cruz.

“Yo lo asumí como mi deber porque además creía –y todavía creo- en hacer un arte internacio­nal y universal que no peleaba con lo nuestro. Al contrario, esta obra se llama ‘El Yunque’ y si usted la ve bien tiene la esencia de ese lugar que tanto apreciamos en Puerto Rico. Así que una cosa no pelea con la otra”, agrega.

Desde ese momento hasta la actualidad, Hernández Cruz no ha dejado de trabajar y experiment­ar con diversas técnicas, dominando la pintura, la escultura, el arte gráfico y hasta el vitral. Además, de su trabajo como artista, laboró como profesor en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño y en la Universida­d de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, donde se desempeñó durante 30 años y donde dirigió el Museo de Historia, Antropolog­ía y Arte.

Al preguntarl­e qué fue lo que le atrajo de la abstracció­n afirma que “eso ya estaba en el espíritu”, pero luego recuerda a una persona clave en su formación mientras estudiaba en la Universida­d de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Se trató del curador y crítico de arte argentino Damián Bayón, quien le presentó el trabajo del italiano Giuseppe Santomaso.

“En esos años, en los años 50 -cuando empiezo a pintar en la Universida­d de Puerto Rico-, aquí no habían llegado muchos libros de arte y esa es una etapa en la que empiezan a llegar los grandes librotes coloridos de arte universal. Tuve la suerte de ser discípulo de Damián Bayón, que era un profesor visitante -de los muchos que trajo la Universida­d de Puerto Rico en esa época-, y era un crítico de arte internacio­nal que venía de Francia. Inmediatam­ente me convertí en su discípulo y lo fui hasta el final de su vida, fue alguien que me ayudó mucho, y gracias a él es que veo por primera vez un cuadro real abstracto que era un paisaje de Giuseppe Santomaso, que hacía lo abstracto pero basado en la figuración. Ese paisaje blanco abstracto de Venecia me subyugó y de ahí en adelante es que empecé con la abstracció­n”, narra, quien después de graduarse de bachillera­to en la UPR, realizó una maestría en la American University en Washington, D.C., donde pulió y desarrolló la técnica.

Al regresar a Puerto Rico en la década del sesenta es que inicia todo el movimiento abstraccio­nista en la isla, logrando no solo ser premiado en diversos eventos, entre ellos la II Bienal de San Juan del Grabado Latinoamer­icano y el Caribe, sino también en ser el primer puertorriq­ueño en ser invitado a las bienales de Sao Paulo, así como a la de Venecia. Con su obra recorrió el mundo exhibiendo en Noruega, Alemania, Colombia, México, entre tantos otros países.

Uno de los momentos claves en su carrera fue, sin duda, la creación del Primer Congreso de Artistas Abstractos en Puerto Rico, donde logró reunir a 60 artistas abstractos del país, tanto de la isla como de la diáspora, demostrand­o que “esto ya no era un capricho ni algo foráneo ya era algo que estaba inherente aquí”.

Hoy, con 84 años –cumple los 85 en dos meses-, mira el camino andado y se siente orgulloso de su gesta y de todos los jóvenes que han continuado su camino y el de tantos otros artistas puertorriq­ueños que faltan por reconocer, aunque poco a poco se la ha ido haciendo justicia.

“Siguen surgiendo artistas que trabajan el arte abstracto, que creo que es el lenguaje del siglo 20”, señala. “Todavía estamos inmersos en ella porque eso surgió hace menos de 100 años, así que vamos a cargar con esto por buen tiempo, ya se hizo universal”, agrega, quien entiende que dividir el llamado mundo del arte por técnicas o estilos y encerrarse en ello es un “disparate”.

Al cuestionar­le si entiende que finalmente se puede hablar de una abstracció­n puertorriq­ueña, reflexiona y dice que la abstracció­n es una forma artística universal, pero que ciertament­e se puede reconocer cuando hay un trabajo de un artista puertorriq­ueño.

“Usted ve, por ejemplo, los títulos que usa Lope Max Díaz en esas construcci­ones que son muy de madera y de formas y ve algo muy anecdótico, cosas de frutas, incluso entra en lo erótico. Hay una pieza de él que se llama ‘Comiendo caliente’, así que los títulos ya son criollos, puertorriq­ue-ñísimos y eso ya es una pista para que se dé cuenta (el espectador) que es puertorriq­ueño el que lo está haciendo”, opina.

Luis Hernández Cruz sigue en la actualidad pintando, inventando, experiment­ado con nuevas formas y colores. Tiene su propia página web www.luishernan­dezcruz.com y está activo en las redes sociales, específica­mente en Facebook, donde comparte sus recientes creaciones.

“Seguiré hasta que no pueda más, hasta que me caiga al piso”, concluye este incansable artista quien abrió camino a nuevas formas.

“Aquí no se aceptaba el arte abstracto como una manifestac­ión que tenía que ver con la cultura puertorriq­ueña, así que no fue tan fácil y tomó años y sobre todo muchas exhibicion­es y congresos”

LUIS HERNÁNDEZ CRUZ

PINTOR, MAESTRO

“Seguiré hasta que no pueda más, hasta que me caiga al piso”

LUIS HERNÁNDEZ CRUZ

PINTOR, MAESTRO

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David. villafañe@gfrmedia.com En la década del sesenta, cuando inició todo el movimiento abstraccio­nista en la isla, logró ser premiado en diversos eventos, entre ellos la II Bienal de San Juan del Grabado Latinoamer­icano y el Caribe, además de ser el primer puertorriq­ueño en ser invitado a las bienales de Sao Paulo, así como a la de Venecia.
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David.villafañe@gfrmedia.com El artista observa el proceso de restauraci­ón que se le realiza a su obra “El Yunque”, un enorme tapiz que adquirió recienteme­nte el Museo de Arte de Puerto Rico.
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Detalle de la pieza de gran formato (17 pies de ancho x 20 pies de alto).

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