El Nuevo Día

Pandillas en Haití complican la recuperaci­ón tras asesinato de Moïse

Grupos violentos han sacado a gente de sus hogares y robado miles de libras de alimentos mientras el país carece de un gobierno estable

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PUERTO PRÍNCIPE.— Las pandillas de Haití han sido financiada­s desde hace tiempo por poderosos políticos y sus aliados, y muchos de ellos sienten que están perdiendo el control de los grupos armados que cada vez son más fuertes y que han desplazado a miles de personas de sus viviendas mientras libran luchas territoria­les, matan civiles y allanan almacenes de comida.

La intensific­ación de la violencia de pandillas podría agravarse y también amenaza con complicar los esfuerzos políticos para que la nación se recupere del asesinato del presidente Jovenel Moïse cometido hace unos días. El gobierno de Haití está desorganiz­ado: no hay Parlamento, ni presidente, existe una disputa en torno a quién es el primer ministro y su cuerpo policial es débil. Sin embargo, las pandillas parecen estar más organizada­s y fuertes que nunca.

Aunque la violencia se ha concentrad­o en la capital Puerto Príncipe, ha afectado la vida a lo largo y ancho de Haití, paralizand­o la frágil economía, cerrando escuelas, abrumando a la policía e irrumpiend­o las labores para luchar contra la pandemia de COVID-19.

“El país está transforma­do en un amplio desierto en el que los animales salvajes nos engullen”, dijo la Conferenci­a Haitiana de Religiosos, en un comunicado emitido recienteme­nte en el que denunció el aumento de la delincuenc­ia violenta. “Somos refugiados y exiliados en nuestro propio país”.

Las pandillas han robado recienteme­nte miles de sacos de azúcar, arroz y harina, además de que han saqueado y quemado casas en la capital. Ello ha provocado que miles de personas busquen refugio en iglesias, campos y en un gimnasio, donde el gobierno y los donantes internacio­nales batallan para alimentarl­os y encontrarl­es un alojamient­o a largo plazo.

Los expertos señalaron que la violencia está en su peor nivel en casi dos décadas, desde antes de la creación de una segunda misión de mantenimie­nto de paz de la ONU en 2004.

Los programas dirigidos a reducir las actividade­s de pandillas y un flujo de ayuda luego del sismo ayudaron a reducir parte del problema, pero una vez que el dinero se acabó y los programas de ayuda se terminaron, las pandillas recurriero­n a los secuestros y a extorsiona­r negocios y vecindario­s que controlaba­n.

Las pandillas están financiada­s, en parte, por políticos poderosos, una práctica denunciada recienteme­nte, incluso, por uno de sus supuestos beneficiar­ios: Jimmy Cherizier, un expolicía que dirige una coalición de bandas conocida como G9 Familia y Aliados.

Actualment­e, el epicentro de la violencia de pandillas es Martissant, una comunidad en el sur de Puerto Príncipe cuya principal carretera conecta la capital con el sur de Haití. El temor de los conductore­s a quedar atrapados en un fuego cruzado o algo peor ha paralizado casi por completo las conexiones comerciale­s entre las dos regiones, elevando los precios, retrasando el transporte de alimentos y combustibl­e y obligando a las organizaci­ones internacio­nales a cancelar programas que incluían la distribuci­ón de dinero en efectivo a más de 30,000 personas, según un informe del 1 de julio de la Oficina de Coordinaci­ón de Asuntos Humanitari­os de la ONU.

La agencia informó que más de un millón de personas necesitan ayuda y protección humanitari­a inmediata.

Muchos también temen que las pandillas puedan perturbar las elecciones programada­s en septiembre y noviembre, las cuales son cruciales para restablece­r el funcionami­ento de los poderes legislativ­o y ejecutivo, que ahora están, en gran medida, agonizando luego del asesinato de Moïse.

“Somos refugiados y exiliados en nuestro propio país”

CONFERENCI­A HAITIANA DE RELIGIOSOS DECLARACIÓ­N EMITIDA PARA DENUNCIAR EL AUMENTO DE LA DELINCUENC­IA VIOLENTA

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ap photo / fernando llano Residentes de Puerto Príncipe abastecían ayer sus vehículos de combustibl­e previo a lo que se espera sea un día de manifestac­iones hoy en las calles de la capital haitiana.

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