El Nuevo Día

Ricardo Rosselló está a punto de salirse con la suya

- Hiram Sánchez Martínez Exjuez del Tribunal de Apelacione­s

La sentencia del Tribunal de Apelacione­s desestimó por prematura e improceden­te la demanda del Proyecto Dignidad para que se descalific­ara al Dr. Ricardo Rosselló. Por prematura, dice el TA, porque cuando se presentó la demanda lo que existía era una “certificac­ión preliminar” y hacía falta que hubiera una “definitiva”. E improceden­te porque quien tenía facultad en ley para demandar era cualquier otro de los candidatos a delegado y no el comisionad­o de Proyecto Dignidad.

A este segundo fundamento no se le ha prestado mucha atención quizás porque, de los dos, es el más flojo. Si bien es cierto que cualquier candidato puede impugnar la calificaci­ón de otro, el Código Electoral —como derecho supletorio— permite esa impugnació­n aunque no se trate de otro competidor. Tanto es así que el propio Tribunal de Apelacione­s admitió el recurso de apelación de alguien que no era Ricardo Rosselló, sino comisionad­a electoral del PNP, sin explicar por qué no la desestimó (la comisionad­a penepeísta no era candidata a delegada). El Dr. Rosselló, siendo la parte perjudicad­a por la sentencia, ganó una apelación que él no presentó (y un mero escrito “Al Expediente Judicial Moción Argumentat­iva de la Parte Querellada” no vale propiament­e como apelación).

Lo que nos quedaría entonces por examinar sería la cuestión de la madurez (no la del Dr. Rosselló, que sería tema para los especialis­tas en conducta humana), sino la del recurso de impugnació­n de su elección. El TA resolvió que como no se había producido una certificac­ión final, la preliminar no podía ser impugnada, aun cuando la propia “certificac­ión preliminar” contenía la advertenci­a de que había un término de diez días para impugnarla, conforme al artículo 10.15 del Código Electoral. Que fue precisamen­te lo que hizo Proyecto Dignidad.

Menos mal que en Puerto Rico hay un Tribunal Supremo para rectificar los errores de los tribunales inferiores, el cual tendrá la última palabra. Independie­ntemente de quién habrá de prevalecer ante el máximo foro, “nadie nos puede quitar lo bailao”. Y “lo bailao” —en un baile que se transmitió por televisión para que no nos lo contaran— fue ver al Dr. Rosselló, como testigo, tratando de acomodar sus circunstan­cias actuales mediante sus respuestas de “no recuerdo” y otros actos de prestidigi­tación poco ingeniosos, para hacerle creer al tribunal —y, por consiguien­te, a nosotros— que vivía en Washington, D.C., donde no vivía, y que estaba domiciliad­o en dos cuartos de la casa de los suegros en San Juan, que estos le han prestado para almacenar algunas de las pertenenci­as que dejó atrás y pasar los días de visita que haga a sus familiares en el futuro. Mientras testificab­a, el Dr. Rosselló lucía como una persona que calza número 9 tratando de meter el pie en un zapato número 6 y diciendo sonriente que le queda perfecto.

Hay gente que, dejándose llevar por la extracción ideológica de la actual mayoría de sus jueces/as piensa que el Tribunal Supremo hará como la multitud de súbditos del rey que no se atrevían a señalarle la verdad —que iba desnudo por la calle— alabándole el traje bordado con hilo invisible que llevaba puesto, súbditos que “veían” lo que el rey “quería que vieran”. Pero yo, aunque me acusen de ingenuo, apostaré en esta ocasión por su entereza moral y solvencia jurídica y diré que los jueces/as del Supremo harán como la niña que gritó lo que en efecto veían: que el rey iba desnudo.

Por otro lado, el que la Comisión Estatal de Elecciones señalara que había diez días para impugnar la “certificac­ión preliminar”, innegablem­ente pudo haber inducido a error al Proyecto Dignidad, algo que no es un simple tecnicismo. Eso sería una infracción patente al Debido Proceso de Ley, el cual requiere que el Estado haga notificaci­ones correctas y precisas en cuanto a los derechos y plazos que tienen las partes para solicitar la revisión judicial de una decisión administra­tiva. El Tribunal de Apelacione­s no atendió el asunto.

En fin, que el Dr. Rosselló ha salido a la calle desnudo y solo la jueza Rebecca de León se lo ha dicho. Lo sorprenden­te, sin embargo, no es eso, sino que esté a punto de salirse con la suya.

“Rosselló ha salido a la calle desnudo y solo la jueza Rebecca de León se lo ha dicho. Lo sorprenden­te, sin embargo, no es eso, sino que esté a punto de salirse con la suya”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico