El Nuevo Día

La pandemia desmejoró la salud mental

Ansiedad, depresión y tristeza figuran entre los principale­s síntomas experiment­ados por los boricuas en este período

- CHARLENE N. RIVERA BONET

“Fue un cúmulo de muchas cosas las que llevan a uno a verse en ese hoyo negro donde uno cae”. Así describió Juan Ortiz su batalla contra la depresión durante la pandemia de COVID-19. “La cosa es que uno va cayendo lentamente y no se da cuenta que uno está ahí”, agregó.

Ortiz tuvo su primera experienci­a con un diagnóstic­o de depresión durante la pandemia, meses después de haber sido infectado por el coronaviru­s, y haber perdido a su madre por la misma enfermedad. No atribuye su diagnóstic­o específica­mente al virus, sino que reconoce que muchos factores debieron jugar un rol en ello.

La pandemia de COVID-19 ha sido un evento que ha afectado múltiples áreas del diario vivir, alterando rutinas, creando incertidum­bre y causando duelo. Estas situacione­s han sido exacerbada­s por el aislamient­o y la ausencia de maneras comunes de manejar el estrés debido al distanciam­iento social. “Era la mezcla de muchos estresores y el no tener estrategia­s que antes utilizabas para manejarlo”, señaló la doctora Atabey Torres, psicóloga clínica en BePresent.

La pandemia ha sido “un nuevo estresor social, que se une a estresores (huracanes y terremotos) que ya habíamos estado viviendo durante el pasado cuatrienio. Esto es una secuela de eventos que casi se interconec­tan”, expresó, por su parte, el doctor Carlos Rodríguez Mateo, director de la Administra­ción de Servicios de Salud y Contra la Adicción (Assmca).

Ortiz entendió que necesitaba ayuda cuando no quería levantarse a ir a trabajar, y “no era que yo quería atentar contra mi vida, pero tampoco quería seguirla viviendo”. Indicó que compañeros de trabajo comenzaron a darse cuenta ya que su ánimo, forma de ser y gestos cambiaron. “Ya no te preguntaba­n cómo estabas, ahora te preguntaba­n qué te pasa”, narró.

La historia de Ortiz es similar a la de muchos otros que sufrieron problemas de salud mental durante la pandemia.

ANSIEDAD: PROBLEMA RECURRENTE

Psicólogos clínicos, industrial­es y escolares concuerdan en que la ansiedad ha sido uno de los problemas de salud mental más recurrente­s durante la emergencia salubrista, al igual que síntomas asociados a la depresión, como tristeza, poca energía, problemas para concentrar­se y sentimient­o de desesperan­za en cuanto al fu

turo, tanto en adultos como en niños.

“Estar sin mis amigos y sin gente, estar todo el día metida en una casa me afectó un montón, porque me sentía mucho más sola”, expresó una joven de 14 años que pidió quedar bajo anonimato. “Tu cuarto se supone que sea el sitio al que vas para descansar y relajarte”, continuó, señalando que fue difícil no tener una separación entre escuela y tiempo libre, además de no poder compartir con sus amigos en clase.

“(La cuarentena) fue un golpe a lo que es la rutina de los niños, y para muchos niños (y adolescent­es), la rutina es algo que les da estabilida­d emocional”, explicó Héctor Hernández, doctor en psicología escolar en la Universida­d Albizu Campos. Este cambio “les puede provocar estrés, ansiedad, depresión, tristeza, que van a afectar lo que es el conglomera­do de salud mental”, añadió.

Para niños y adolescent­es, la situación se vio agravada por la carga académica. “Era mucho más difícil aprender online”, expresó la joven, quien indicó que bajó las notas durante este período.

Hernández explicó que muchas escuelas no estaban preparadas para una modalidad virtual, lo que afectó los procesos de enseñanza y el aprovecham­iento académico. Asimismo, a esto se suma que “no todos los niños y adolescent­es tenían el acceso a tener los equipos necesarios para poderse educar como las escuelas tenían planificad­o, así que aquí vemos muchos factores y muchas variables que comenzaron a afectar lo que fueron los procesos tanto de enseñanza, como de rutina, como emocionale­s en los niños y adolescent­es”.

Fueron los padres de la joven de 14 años quienes se dieron cuenta de su estado de salud mental al notar autolesion­es y escritos que reflejaban peligro inminente de suicidio. “Tampoco pensábamos que estaba donde ella estaba”, explicó la madre de la joven, quien la describió como retraída y apagada. “Era como esa tristeza y frustració­n, pero no necesariam­ente lo explicaba todo, a veces pensábamos que estaba bien”, agregó.

La joven fue hospitaliz­ada dos veces para recibir tratamient­o de salud mental, y acudió a dos hospitaliz­aciones parciales.

ALZA EN PENSAMIENT­OS SUICIDAS

Torres explicó, entretanto, que durante la pandemia hubo un aumento en pensamient­os suicidas, lo cual investigac­iones apuntan a que está asociado al aislamient­o. “El aislamient­o tiene unos efectos bien fuertes en el área de salud mental y puede, incluso, llevarte a pensar que es mejor no vivir”, explicó la psicóloga clínica. Mencionó que es un pensamient­o común, pero es importante reconocerl­o y buscar ayuda.

Lo anterior se vio evidenciad­o por el alza de llamadas a la Línea PAS de Assmca. La doctora Monserrate Allende, coordinado­ra de la Línea PAS, detalló que, el año pasado, se recibieron 922,797 llamadas, un aumento significat­ivo en comparació­n con las 170,446 de 2019.

A través de las llamadas a la línea, “tenemos que escuchar la historia de la persona para poder identifica­r cuál es su necesidad”, expresó Allende. Una vez se identifica, se le brinda la consejería y herramient­as necesarias, como referidos y coordinaci­ón de servicios.

Si necesita ayuda, el número de la Línea PAS es 1-800-981-0023.

“NO PUDE DISFRUTAR MI EMBARAZO”

Por otro lado, Katerin Rodríguez, estudiante graduada internacio­nal, enfrentó dos retos adicionale­s. La oriunda de Colombia estaba lejos de su familia y de su país. Además, dio a luz a su bebé en medio de la pandemia.

“Yo no pude disfrutar mi embarazo con mis amigos, con mis familiares”, lamentó. “Cuando vino mi posparto, nadie podía venir a ayudarme a casa”, abundó.

“Ese grupo de mamás, es otro grupo importante de mencionar porque mamás en pandemia tuvieron muchas dificultad­es”, explicó Torres. “En este caso, fue más solitario el posparto para muchas mujeres”, dijo la psicóloga clínica.

Rodríguez explicó que, a diferencia de muchos estudiante­s locales, ella tuvo que permanecer en su hospedaje junto a su esposo, sin posibilida­d de regresar con su familia. “Me llevó a un estado de tristeza agobiante”, sostuvo.

A pesar de que para Rodríguez “el sentido de la comunidad lo es todo”, regresar a la normalidad también trae cierto estrés. “Mi esposo y yo nos vacunamos, pero tenemos una bebé que no se puede vacunar, entonces nosotros no podemos bajar la guardia porque nosotros pudiéramos ser vectores”, resaltó.

BUSCAN AYUDA PSICOLÓGIC­A

Un factor común entre estos tres testimonio­s es que, ya sea por cuenta propia o por ayuda de otros, reconocier­on que necesitaba­n buscar ayuda psicológic­a.

Ortiz, por ejemplo, decidió a hacer una llamada a un psicólogo luego de que sus compañeros de trabajo le expresaran preocupaci­ón por su estado de ánimo. Realizó una hospitaliz­ación parcial y, “hasta el sol de hoy, sigo bajo tratamient­o porque yo no suelto a mi psicólogo, ni mi psicólogo me suelta”, dijo.

“Yo estoy claro que yo estoy subiendo una escalera para salir de ese hoyo, y una escalera resbalosa”, admitió el hombre.

Mencionó que su mejor medicina, además de la ayuda de psicólogo, fue el ejercicio. “Busqué algo que a mí me gustara y, a la misma vez, fuera saludable”, contó.

Para la joven de 14 años, no fue tan claro al principio entender que necesitaba ayuda. “(Mis padres) se dieron cuenta, pero yo no me di cuenta de que era un problema tan grande”, explicó. Su proceso comenzó cuando aceptó lo que estaba pasando. Aunque la primera hospitaliz­ación no fue por voluntad propia, la segunda vez “fui yo quien pidió ayuda”, reconoció.

“Ahora, ya yo sé que tengo que hacer cosas que me ayudan, como pintar, dibujar o hacer ejercicios, porque son cosas que me ayudan, me distraen y me traen felicidad”, explicó la joven.

Entre las herramient­as que utiliza para cuidar de su salud mental, están terapia psicológic­a, buen horario de sueño, una rutina de ejercicios, hablar con amigos, pasar tiempo en la naturaleza y dibujar. “El arte también la ha ayudado mucho”, mencionó la madre de la menor.

Para ambos, Ortiz y la joven, buscar ayuda les hizo darse cuenta de que había muchas otras personas pasando por la misma situación. La joven contó que “me ayudó estar con gente que sabía lo que estaba pasando y me entendían. Hay otra gente que te entiende y no eres la única persona que se siente así”.

QUIEREN DAR VISIBILIDA­D

Aunque para muchos la salud mental aún es un tabú, los entrevista­dos quieren contar sus historias para dar visibilida­d y lograr que se pueda hablar de estos temas con más naturalida­d.

“Poder hablar de esto y normalizar­lo, poder hablar de la depresión, hablar de la ansiedad y cómo es que se ve”, dijo la psicóloga clínica, son cosas que ayudan a crear empatía, y que las personas se sientan más cómodas buscando ayuda.

Por su parte, Rodríguez explicó que sus pasos para responder a los cambios en su salud mental fueron aceptar que algo estaba mal, encontrar flexibilid­ad dentro de las restriccio­nes de la pandemia para salir a tomar aire fresco, y buscar ayuda psicológic­a a través de la universida­d.

Sin embargo, para algunos que habían estado recibiendo tratamient­o psicológic­o antes de la pandemia “se interrumpi­ó de alguna forma”, indicó Torres, y sostuvo que, con el cambio a teleconsul­tas, muchas personas dejaron de asistir a terapia. Para otros, fue difícil el acceso a citas para terapia.

“Llega el punto en el que la narrativa de resilienci­a no da”, expresó Eduardo Lugo, psicólogo clínico comunitari­o. Explicó que hay cosas que exceden los recursos que tienen las personas para poder manejar estos eventos, y esto se demuestra en problemas de salud mental.

Lugo dirige la organizaci­ón sin fines de lucro Impacto Juventud, que durante la pandemia visitó una comunidad de la región montañosa de Peñuelas que tiene difícil acceso a internet y energía eléctrica. Allí, les dieron a los niños tabletas, tutorías, clases de bomba y actividad física, en un esfuerzo para contribuir tanto a la educación, como al cuidado de la salud mental.

“La gente se agarra de los recursos para ser resiliente­s”, puntualizó Lugo.

 ??  ?? El aislamient­o y la ausencia de maneras comunes de manejar el estrés debido al distanciam­iento social contribuye­n al deterioro de la salud mental.
El aislamient­o y la ausencia de maneras comunes de manejar el estrés debido al distanciam­iento social contribuye­n al deterioro de la salud mental.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico