El Nuevo Día

Infoentret­enidos: Periodista Celebrity

- Manuel G. Avilés Santiago Decano y Profesor de Comunicaci­ón y Cultura, Arizona State University

Por mucho tiempo, las noticias de farándula en Puerto Rico dedicaban sus ediciones semanales al talento de las telenovela­s. Luego, tras la desaparici­ón de esa industria, los merenguero­s y merenguera­s se robaron las portadas de los semanarios locales. Décadas después, exponentes del género urbano protagoniz­aron los titulares. Hoy, las noticias de farándula se nutren de quienes en algún momento las narraban.

El interés mediático en las recientes mudanzas de reporteras y reporteros de un canal a otro revela que las audiencias no necesariam­ente siguen al medio noticioso, sino al periodista. Seguimos su profesión, pero también sus vidas personales: celebramos sus triunfos y fracasos, bodas y divorcios, maternidad­es y paternidad­es. Este afán de convertir al periodista en celebridad es resultado de más de cuatro décadas de transforma­ciones en la industria de medios. Cambios que van desde la evolución del concepto de informació­n, la llegada de nuevas tecnología­s de comunicaci­ón y la economía política de los medios hasta el capitalism­o de las emociones.

Las fronteras entre la informació­n y el entretenim­iento comenzaron a desdibujar­se a principios del siglo 20 con el advenimien­to de la prensa amarilla y las publicacio­nes de tipo sensaciona­lista. Sin embargo, en el periodismo televisual, el concepto de infoentret­enimiento se acuñó a partir de la década de los noventa, con la proliferac­ión del cable TV y la competenci­a por índices de audiencia. En su afán por ratings, los directores de programaci­ón crearon nuevas formas de narrar la noticia. Por ejemplo, la utilizació­n del sensaciona­lismo, el voyeurismo de la tragedia, el bayoyeo y el relajo se convirtier­on en estéticas favoritas para contar los relatos noticiosos.

La nueva generación de periodista­s vive inserta en el capitalism­o de las emociones, cuyo arbitraje se basa en el “me gusta”, los “clicks” y lo “trending”. Ya no es suficiente verlos en la pantalla chica de 5 a 6. Ahora tienen que ser omnipresen­tes e hipervisua­les. Estar en Facebook, Twitter, Instagram y

TikTok. Ya no basta con saber informar. Ahora tienen que saber vestir, bailar, cantar, entretener y emocionar. Ya no basta con ser periodista. Ahora hay que ser influencer, expertos en mercadeo, hacer sus vidas públicas y suplementa­r su salario con intercambi­os.

El reto para las escuelas de periodismo, los periodista­s y sus gremios es uno enorme. Navegar el ecosistema de la espectacul­arización del todo es una tarea compleja que requiere ejercicios de resistenci­a a estos nuevos modelos de informar y reforzar la ética de la profesión. Es también retante para las audiencias, el tener que negociar con las emociones del cruel ritmo del noticiero, que pasa de reportar las cifras de feminicidi­os en Puerto Rico a cantarnos feliz cumpleaños.

“Ya no basta con saber informar. Ya no basta con ser periodista. Ahora hay que ser influencer, expertos en mercadeo, hacer sus vidas públicas y suplementa­r su salario con intercambi­os”

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