El Nuevo Día

Dos docentes ejemplares mueren víctimas del COVID-19

Con cinco meses de embarazo, perdió la vida víctima del COVID-19

- ALEX FIGUEROA CANCEL alex.figueroa@gfrmedia.com Twitter: @AlexFiguer­oaC

CIDRA.- Amarilis Carrasquil­lo Olique presentía que no iba a tener mucho tiempo.

Un diagnóstic­o de esclerosis múltiple hace 12 años intentó vencerla, pero su energía y ganas de “vivir la vida” al máximo la llevaron a aprovechar cada momento, sin saber que así lograría sus metas antes de que llegara el COVID-19, dejando devastados a sus familiares y a muchos en la comunidad de la escuela Luis Muñoz Rivera en Caguas.

“Cuando en el 2009 le encuentran la esclerosis, a ella le dio un poco de tristeza, pero un día ella me dijo: ‘Antes de que pueda llegar una silla de ruedas o una cama de por vida por la condición, quiero conocer el mundo’”, relató su esposo, Ramón Reyes González ,a El Nuevo Día.

“Así lo estuvimos haciendo, hasta el último día. Le cumplí todos los deseos que ella decía”, agregó.

Antes de fallecer por COVID-19 el pasado domingo, la maestra de educación especial de 34 años viajó con su esposo a lugares como Las Vegas y otras ciudades de Estados Unidos, así como Colombia, México, Jamaica y Bahamas, entre otros.

“Ese era el ‘hobby’ nuestro. Llevábamos 14 años de casados y casi seis de novios... 20 años juntos. Me decía ‘quiero ir para ahí’ y buscábamos la manera de ir. Quedaron muchos destinos porque ella borraba uno, pero me añadía otros”, contó Reyes González, entre risas.

“Fue una vida llena de amor a los demás, de amistad, de un corazón sincero. Todo el que la conoció está dolido porque pudo ver la luz que salía de ella como ser humano”, resaltó.

Pero la alegría mayor les llegó este año, cuando supieron que Carrasquil­lo Olique estaba embarazada.

“Llegó sin ser esperado. Prácticame­nte, lo habíamos descartado y pensábamos que íbamos a estar solos, haciendo nuestra rutina de los viajes y dedicándon­os uno al otro. Pues llegó. Ese día fue grandioso, esa prueba, y nos sentimos superfelic­es”, manifestó.

Luego supieron que se trataba de una niña, a la que llamarían Emma Cristina.

Para ese momento, aumentaban los contagios de COVID-19 en Puerto Rico y todo el mundo, impulsados por la llamada variante delta.

Reyes González no sabe cómo, dónde ni cuándo, pero su esposa se contagió mientras estaban de vacaciones, sin haber ido a una escuela desde mayo. Solo saben que el diagnóstic­o surgió en la última semana de julio.

Con cinco meses de embarazo, fue hospitaliz­ada, comenzando una difícil batalla contra la enfermedad, que avanzó irremediab­lemente para madre e hija.

“Dios tiene el plan perfecto para nosotros. Ahora, ella está con papá Dios y con su bebita. Estarán juntos para siempre, y yo tuve la oportunida­d de verla, de tenerla conmigo y saber que fui papá. En nuestra vida matrimonia­l, lo único que nos faltaba era eso y lo cumplimos también”, manifestó Reyes González.

“Ella tuvo su periodo de incubación y cuando comenzó con los primeros síntomas, de verdad determinar dónde lo obtuvo es muy difícil”, añadió. “Quiero aprovechar para aclarar que en ningún momento ella fue a la escuela. Incluso, fuimos tan responsabl­es que ni nuestra familia se contagió... solo yo levemente porque era el que la cuidaba en casa y estuvimos en cuarentena”.

Al recordar que ambos estaban vacunados con las dos dosis contra el COVID-19, destacó que “la función de la vacuna quizás no era lo que esperábamo­s”. “Era una paciente con otras complicaci­ones de salud”, dijo.

“Esto no se trata de una guerra entre si uno se vacuna o no, esto se trata de que todos nos cuidemos. El COVID-19 es real, hasta que no nos toca tan de cerca no sabemos cuán real es. Lo que queremos es que no se sigan perdiendo vidas tan valiosas como la de mi esposa por no tomar la responsabi­lidad en nuestras manos”, afirmó.

“Todo el que la conoció, sabe que fue un ser humano demasiado de espectacul­ar, como era la frase que usaba”, abundó Reyes González, quien también es maestro de educación especial, al recordar que de adolescent­es estaban involucrad­os en grupos de jóvenes de la Iglesia católica. “Luego, cuando fue maestra, su trabajo era demasiado excelente. Sus estudiante­s la amaban, igual que los padres de los estudiante­s y sus compañeros de trabajo”.

DEJÓ UNA HUELLA EN SU ESCUELA

En la escuela Luis Muñoz Rivera, en Caguas, no se impartiero­n clases ayer ni se recibieron estudiante­s. La jornada se reservó para que la facultad y demás empleados tuvieran la oportunida­d de procesar la pérdida, con la ayuda de sicólogos enviados por el Departamen­to de Educación.

“La pérdida ha sido muy fuerte para la facultad, en todos los empleados, estudiante­s y padres. Ha sido muy duro porque dejó una huella muy grande en nuestra comunidad escolar”, expresó la directora de la escuela, Enid Alvarado Guzmán.

“Fue una maestra excelente, de altos valores y principios. Así que ha sido de mucho dolor para nosotros”, añadió la funcionari­a, al recordar que Carrasquil­lo Olique estaba en vías de terminar su segunda maestría en Administra­ción Escolar. “Siempre estuvo a la vanguardia, especialme­nte defendiend­o el programa de Educación Especial y todos los derechos de los niños de ese programa”.

Con miras a este semestre escolar, Carrasquil­lo Olique había sacado de su dinero personal para acondicion­ar su salón de clases, incluyendo pintura y cubiertas de plástico para la puerta.

El maestro José Hernández, quien trabaja en el salón contiguo, todavía no lo puede creer y se les “aguan” los ojos al recordar los ratos que pasaban conversand­o.

“Es una pérdida irreparabl­e para nosotros”, expuso Hernández. “Gracias a Dios vino ayuda de la región con sicólogos, porque de verdad que la vamos a necesitar”.

“Yo le pedía permiso para calentar alimentos en su (horno) microondas por un minuto y terminábam­os hablando una hora, de sus anécdotas, de sus viajes, de sus condicione­s, de cómo estaba construyen­do su hogar, de un negocio con su esposo”, afirmó. “Siempre terminábam­os hablando de muchas cosas y siempre con su sonrisa... contagiosa... Era contagiosa”.

“Siempre estuvo a la vanguardia, especialme­nte defendiend­o el programa de Educación Especial y todos los derechos de los niños de ese programa”

ENID ALVARADO GUZMÁN DIRECTORA DE LA ESCUELA LUIS MUÑOZ RIVERA EN CAGUAS

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Rafael Nogué
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suministra­da Ramón Reyes González cuenta la grandiosa vida que compartió junto a su fenecida esposa Amarilis Carrasquil­lo Olique.

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