Un musical fílmico sobre salud emocional
“Dear Evan Hansen” cuenta con un reparto e historias potentes, pero en un formato que funciona a medias
En su adaptación para la pantalla grande “Dear Evan Hansen” resulta ser un musical que no logra encontrar una forma efectiva de justificar sus secuencias musicales.
Con la riqueza emocional de las composiciones y el talento indiscutible de Ben Platt en el rol titular, no resulta difícil imaginarse cómo el material funcionó maravillosamente en las tablas de Broadway.
No obstante, su adaptación cinematográfica, producción de Universal Pictures que estrena hoy en los cines de la Isla, parece haber sido concebida como la antítesis de lo que es un musical para la pantalla grande. La ausencia de espectáculo y realismo mágico, algo que parece ser obligatorio en los musicales para la pantalla grande, es más que apropiada para el material pero neutraliza los momentos en que los diferentes personajes optan por cantar sus sentimientos en vez de expresarlos de una forma más tradicional.
Todas las decisiones del director Stephen Chbosky (“The Perks of Being a Wallflower”, “Wonder”) dejan claro que sabe
que está lidiando con un musical que gira en torno a sobrepasar la ansiedad y el sufrimiento. Sin embargo, la intimidad emocional que logra y la simpleza genérica de su propuesta visual chocan contundentemente con los momentos donde las canciones se apoderan de la trama.
La historia comienza justo antes de que el personaje titular, interpretado por Platt, inicie su último año de escuela superior.
Un breve intercambio con su madre (Julianne Moore) nos deja saber que esta etapa de su vida ha sido un reto constante para Evan. Sus destrezas sociales han sufrido bajo ataques de ansiedad que lo han llevado a tener que utilizar varios medicamentos para poder estar tranquilo.
El título del filme tiene que ver con un ejercicio que el terapista del protagonista le ha asignado. Evan tiene que escribirse cartas de apoyo emocional a sí mismo. Un breve intercambio hostil con Connor (Colton Ryan) nos deja saber que la situación no cambiará para Evan.
El acoso de Connor escala cuando este le roba una de las cartas a Evan, quien está convencido que su agresor va a publicarla en alguna red social. Al día siguiente, el protagonista se levanta con la noticia de que Connor se ha suicidado y que la carta que inicia con el título del filme ha sido confundida como su último escrito. Este viraje de la trama empuja a Evan a tener una relación con la familia de Connor interpretada por Amy Adams, Dany Pino y Kaitlyn Denver. Todos quieren saber los detalles de la supuesta amistad entre Evan y Connor. Las cosas se complican aún más cuando Evan decide alimentar la noción de que su amistad con Connor fue real.
Si “Dear Evan Hansen” es evidencia de algo es que en el cine se pueden cantar sobre muchas cosas, pero la salud mental no parece ser una de ellas. Las mejores secuencias de este filme son una que se encarga de comentar lo absurdo de la situación en la que se encuentra el protagonista al crear su falsa amistad con el que en vida fue su “bully” y un número sencillo que tiene a Julianne Moore declarando su amor incondicional a su hijo. El resto de los números aterrizan en pantalla de forma accidentada y no logran cuajar con el realismo emocional que el director y su elenco han logrado capturar con esta historia.