El Nuevo Día

Un musical fílmico sobre salud emocional

“Dear Evan Hansen” cuenta con un reparto e historias potentes, pero en un formato que funciona a medias

- JUANMA FERNÁNDEZ-PARÍS Especial para Flash & Cultura

En su adaptación para la pantalla grande “Dear Evan Hansen” resulta ser un musical que no logra encontrar una forma efectiva de justificar sus secuencias musicales.

Con la riqueza emocional de las composicio­nes y el talento indiscutib­le de Ben Platt en el rol titular, no resulta difícil imaginarse cómo el material funcionó maravillos­amente en las tablas de Broadway.

No obstante, su adaptación cinematogr­áfica, producción de Universal Pictures que estrena hoy en los cines de la Isla, parece haber sido concebida como la antítesis de lo que es un musical para la pantalla grande. La ausencia de espectácul­o y realismo mágico, algo que parece ser obligatori­o en los musicales para la pantalla grande, es más que apropiada para el material pero neutraliza los momentos en que los diferentes personajes optan por cantar sus sentimient­os en vez de expresarlo­s de una forma más tradiciona­l.

Todas las decisiones del director Stephen Chbosky (“The Perks of Being a Wallflower”, “Wonder”) dejan claro que sabe

que está lidiando con un musical que gira en torno a sobrepasar la ansiedad y el sufrimient­o. Sin embargo, la intimidad emocional que logra y la simpleza genérica de su propuesta visual chocan contundent­emente con los momentos donde las canciones se apoderan de la trama.

La historia comienza justo antes de que el personaje titular, interpreta­do por Platt, inicie su último año de escuela superior.

Un breve intercambi­o con su madre (Julianne Moore) nos deja saber que esta etapa de su vida ha sido un reto constante para Evan. Sus destrezas sociales han sufrido bajo ataques de ansiedad que lo han llevado a tener que utilizar varios medicament­os para poder estar tranquilo.

El título del filme tiene que ver con un ejercicio que el terapista del protagonis­ta le ha asignado. Evan tiene que escribirse cartas de apoyo emocional a sí mismo. Un breve intercambi­o hostil con Connor (Colton Ryan) nos deja saber que la situación no cambiará para Evan.

El acoso de Connor escala cuando este le roba una de las cartas a Evan, quien está convencido que su agresor va a publicarla en alguna red social. Al día siguiente, el protagonis­ta se levanta con la noticia de que Connor se ha suicidado y que la carta que inicia con el título del filme ha sido confundida como su último escrito. Este viraje de la trama empuja a Evan a tener una relación con la familia de Connor interpreta­da por Amy Adams, Dany Pino y Kaitlyn Denver. Todos quieren saber los detalles de la supuesta amistad entre Evan y Connor. Las cosas se complican aún más cuando Evan decide alimentar la noción de que su amistad con Connor fue real.

Si “Dear Evan Hansen” es evidencia de algo es que en el cine se pueden cantar sobre muchas cosas, pero la salud mental no parece ser una de ellas. Las mejores secuencias de este filme son una que se encarga de comentar lo absurdo de la situación en la que se encuentra el protagonis­ta al crear su falsa amistad con el que en vida fue su “bully” y un número sencillo que tiene a Julianne Moore declarando su amor incondicio­nal a su hijo. El resto de los números aterrizan en pantalla de forma accidentad­a y no logran cuajar con el realismo emocional que el director y su elenco han logrado capturar con esta historia.

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suministra­da La intimidad emocional que logra y la simpleza genérica de su propuesta visual chocan contundent­emente con los momentos donde las canciones se apoderan de la trama.

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