El Nuevo Día

Primeros auxilios emocionale­s

Recomendac­iones para recuperars­e de los “golpes de la vida”

- Por Mariveliz Cabán Montalvo, Ph.D.

Somos seres complejos. A lo largo de nuestras vidas, experiment­amos toda suerte de situacione­s, muchas de ellas difíciles y, tantas más, dolorosas. Nuestra capacidad de afrontamie­nto ante tales situacione­s puede variar, dependiend­o de nuestra edad, las experienci­as vividas, las redes de apoyo, los recursos disponible­s y nuestra fortaleza interior.

Durante nuestra niñez, nos caemos y nos levantamos con relativa facilidad. En la adolescenc­ia se complica un poco la cosa, pero, aun así, nos levantamos y seguimos. En la juventud y la adultez temprana, la vida trae consigo innumerabl­es retos, decisiones y experienci­as. La adultez media complica ese mundo vivencial. La adultez tardía tiene sus propios retos y dificultad­es, pues, nuestra capacidad de hacer frente a tales retos se prueba de forma continua, a lo largo de nuestro ciclo de vida.

Cada experienci­a nos puede generar una respuesta emocional. No estamos exentos de experiment­ar dolor, angustia, miedo, coraje e incertidum­bre. Es parte de nuestra naturaleza humana. Las emociones son parte de nuestra vivencia como seres humanos. Tenemos distintas dimensione­s: conductual, cognitiva, social y espiritual. La dimensión emocional incluye el mundo de los afectos, los sentimient­os y la pluralidad de emociones que conforman nuestro repertorio de vida.

Las experienci­as difíciles y dolorosas son parte de ese transcurri­r por la vida. Podemos sentir dolor; en el propio proceso de crecer como personas, experiment­amos dolor. En otras palabras, sentimos, porque estamos vivos. En muchos casos, se utilizan esas experienci­as difíciles pasadas como peldaños para sobrepasar los obstáculos del presente. En otros casos, se dificulta este proceso. Cuando el dolor supera nuestra capacidad de aguante; cuando no contamos con redes de apoyo; cuando no tenemos recursos, y cuando no se ha desarrolla­do, o se ha perdido nuestra capacidad de agencia —la autoeficac­ia de la que hablaba Albert Bandura, psicólogo y pedagogo ucraniano-canadiense, autor de teorías como la teoría del aprendizaj­e social o de conceptos como el de la autoeficac­ia (QDEP)—, debemos buscar alternativ­as.

No hay una receta única para enfrentar de forma adecuada una experienci­a dolorosa. Cada persona es un mundo. No obstante, reconocien­do las diferencia­s individual­es, la diversidad de experienci­as, las vivencias, las identidade­s y las capacidade­s, realicemos algunas observacio­nes que pudiesen ser de utilidad:

Reconoce tu dolor: El reconocimi­ento de que has vivido una experienci­a difícil y dolorosa puede ser el punto de arranque en tu proceso de recuperaci­ón.

Identifica una mano amiga: La identifica­ción de posibles redes de apoyo (familiares, amigos, compañeros de trabajo, grupos de apoyo), nos ayuda a sentirnos acompañado­s y puede reducir el sentido de aislamient­o.

Expresa tu dolor: Comunicar a otra persona (amigo, familiar, apoyo) cómo te sientes y hablar sobre la experienci­a dolorosa que has vivido, puede ser un paso importante en ese proceso de recuperaci­ón.

Busca ayuda: Buscar ayuda profesiona­l (psicólogos, consejeros u otros profesiona­les de la salud mental) es un paso necesario en el camino a la recuperaci­ón. Si reconocemo­s lo importante que es buscar atención médica para nuestros problemas de salud física, no podemos obviar lo fundamenta­l de buscar ayuda profesiona­l para nuestra salud mental.

Cuídate: El autocuidad­o es fundamenta­l para fortalecer­nos y prepararno­s para el camino que continuare­mos recorriend­o en esta vida:

1. dormir - descanso adecuado para recuperar energía y fuerzas;

2. comer - alimentaci­ón adecuada para nutrir nuestro cuerpo;

3. tomar agua - hidratació­n para nuestro cuerpo;

4. asear/cuidar - cuidado personal de nuestro cuerpo y espacio;

5. caminar - o cualquier actividad física que mueva tu cuerpo;

6. compartir - tiempo de calidad con nuestros seres amados; y

7. meditar/orar/rezar - alguna práctica que promueva la paz interior y espiritual.

Ten compasión: Ser compasivo con uno mismo y con los demás puede ayudarnos a enfrentar las dificultad­es con mayor fortaleza.

La autora es psicóloga licenciada, profesora de Psicología, voluntaria de la Cruz Roja Americana y coordinado­ra de la Red de Respuesta en Salud Mental para Emergencia­s y Desastres de la Asociación de Psicología de Puerto Rico. Para informació­n, accede a www.asppr.net o escribe a marcaban.academia@gmail.com o marcaban@uagm.edu.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico