La travesía de hermanos haitianos
Haití ahora tiene más problemas que en el 2010, particularmente por el vertiginoso aumento en la presencia de pandillas violentas
Al igual que la travesía de otras comunidades emigrantes, los haitianos que se encuentran en la frontera entre México y Estados Unidos van en busca -independientemente de los riesgos, las inclemencias y amenazasde mejores condiciones de vida tras décadas de problemas políticos, económicos y sociales que han sumido a su país en la miseria.
“Llevan años ahí, pero el sueño siempre era llegar a Estados Unidos. De Brasil o de Chile, toman el camino para llegar a Estados Unidos, y eso los lleva a veces en bote a cruzar ríos en la zona de la Amazonía, toman guaguas y, a veces, no hay ni botes ni guaguas y siguen en camino a pie. Llegan a México después de dos o tres meses de viaje, luego de invertir hasta $10,000 para poder llegar”, expresó el decano del programa graduado de Administración de Empresas en la Universidad Notre Dame, en Haití, Paul Latortue.
Se trata, dijo, de individuos que salieron del país caribeño posterior al terremoto de 2010 y se establecieron en países suramericanos para los cuales no se necesitaban visas para entrar, como Chile o Brasil. Reportes de The Associated Press señalan que muchos de ellos laboraron en el sector de la construcción en estos países, particularmente en los proyectos para los Juegos Olímpicos de Río 2016, pero la crisis económica causada por la pandemia los dejó sin empleos y sin opciones.
Los haitianos no son los únicos que han llegado a la frontera sur de Estados Unidos en lo que va de año, pues ciudadanos de otros países centroamericanos en crisis, como Honduras, también han completado en masa el trayecto, impulsados por la esperanza de que la llegada de Joe Biden a la presidencia provocara cambios en las políticas migratorias estadounidenses. Esta, sin embargo, no es la realidad.
Las imágenes difundidas el fin de semana de agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, en inglés) sobre caballos, blandiendo lo que parecerían ser látigos contra haitianos que intentan cruzar el río Bravo hacia Texas son escenas que “se esperaban bajo (la administración del expresidente republicano Donald) Trump, no de la administración de Biden”, expresó Latortue, quien fue profesor en la Universidad de Puerto Rico.
Hasta el jueves, el presidente no había condenado directamente el trato que se le ha dado a los haitianos en la frontera, donde hay miles de ellos viviendo en un campamento improvisado bajo un puente en la ciudad de Del Río, en Texas. Sin embargo, ayer trascendió que el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos suspendió el jueves el uso de la patrulla fronteriza montada.
Mientras, el enviado especial a Haití asignado por la administración Biden, Daniel Foote, renunció el jueves a su cargo en protesta por lo que catalogó como un trato “inhumano” a los haitianos, particularmente los que están siendo deportados a un país en crisis. “Ciertamente, Biden, en muchas cosas de la política externa, está siguiendo lo que Trump estaba haciendo de una forma u otra”, sostuvo el profesor.
Contrario a lo que muchos esperan, el gobierno estadounidense no ha adoptado una política para dar tratamiento especial o protecciones adicionales a los haitianos que entren al país en momentos en que Haití se recupera de un terremoto el mes pasado y del paso de la tormenta tropical Grace días después, a la vez que el gobierno sigue sumido en la inestabilidad tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse el julio. Sí están en vigor medidas de protección temporales, pero se limitan a los haitianos que residían en Estados Unidos previo al 29 de julio.
Latortue sostuvo que el país ahora tiene más problemas que en el 2010, particularmente por el vertiginoso aumento en la presencia de pandillas violentas, que han tomado el control de puertos y rutas terrestres de distribución de bienes.
Uno de los elementos más complejos, argumentó, es la desconfianza que existe entre los ciudadanos de Haití hacia ellos mismos y las enormes dificultades de lograr consenso para cualquier cosa. Ante esto, ni se pueden desarrollar planes para estabilizar el país, ni llegar a acuerdos con otras naciones, agregó.
El doctor Rufus Ethiene, radicado en Puerto Rico hace más de cinco décadas, coincidió en que la crisis en su país natal ha empeorado desde que asesinaron al presidente Moïse. “Sufro cuando veo mi gente pasando por esta situación”, afirmó el médico, quien mantiene un proyecto educativo junto a su hermana en la zona norte de Haití. “El pueblo haitiano es un pueblo sufrido...la corrupción rampante está matando al país y a todos los niveles”, expuso el anestesiólogo.
OTRO CAMINAR
Puerto Rico no está exento de esta situación. Latortue relató que se está reportando un aumento en los inmigrantes haitianos que llegan a la isla por mar. El jueves, el Negociado de Aduanas y Protección Fronteriza, y la Guardia Costera rescataron a 59 migrantes de un grupo de 71 que fueron abandonados por contrabandistas en Isla de Mona.
El portavoz del CBP en Puerto Rico, Jeffrey Quiñones, le indicó a El Nuevo Día que entre los inmigrantes hay un adolescente y un infante. Sostuvo que los rescatados alegaron ser de Haití.
“Están siguiendo el camino usual de los dominicanos, con coyotes dominicanos. No estaría sorprendido si eso sigue pasando, porque es una ruta que los haitianos no conocen usualmente, a menos que la hagan junto a dominicanos. Si los haitianos llegan a conocer en gran número esa ruta, es mucho más corta (para llegar a territorio estadounidense) que empezar por Brasil o Chile”, expresó.
El padre haitiano Olin Pierre, establecido en Puerto Rico hace 20 años, relató que la emigración de los haitianos en busca de una mejor calidad de vida inició hace décadas, pero actualmente están en un punto donde “no pueden aguantar más”.
“La única salida que encuentran los jóvenes es huir”, afirmó. “No hay presidente, no hay gobierno y acabó de pasar un terremoto. La situación es muy caótica, difícil. Haití es ahora como un libro de matemáticas: problemas y no tienen solución de hoy a mañana”, añadió.
A través de los años, el Padre Olin se ha dedicado a darle refugio a los haitianos que llegan a Puerto Rico en busca de ayuda. Usualmente, donde permanecen una o dos semanas, en lo que contactan a sus familiares que mayormente radican en Estados Unidos. “Yo recibo aquí en la parroquia un grupo de 20 0 30 haitianos cada semana...tengo que darle comida, ropa, todo”, afirmó.
“Ya no hay vida en Haití. Un joven, para comer un pedazo de pan a las 10:00 a.m., sus padres tienen que dar un dólar y es triste”, expresó.